Ocupados por lectores distintos, distantes y desconocidos, para evitar que la igualdad, la cercanía y lo conocido se acaben convirtiendo en algo confuso, extraño e incomprensible. Unos territorios de los quede erradicada esa cosa tan habitual de escribir o leer teniendo que responder previamente a una idea previa, al Ideal normalmente teñido de la moral y la legalidad de quien lee o escribe. Dejando a parte o negando la fuerza de nuestra imaginación para penetrar esos apriorismos, y escribir o leer sobre esa cara oculta de lo real y de nuestra experiencia con lo real, que está oculto no porque alguien perverso o malvado se haya dedicado a taparlo, sino porque nosotros no le hemos prestado la suficiente atención y dedicación. Necesitamos individuos que pregunten y se pregunten, a ser posible, con sentido crítico. Pues nuestra sociedad tiene como principal problema cultural y educativo ese, a saber, que es una sociedad llena de individuos con escaso o nulo sentido crítico.