viernes, 31 de julio de 2020

ROSARIO O MÓVIL

Las cuentas del rosario clerical son a las teclas del dispositivo digital como el cerebro del creyente lo es al software del móvil. En la habitación propia de las hermanas Brönte cabe hoy un portátil con wifi, pero no al revés. Las actividades extraescolares de los vástagos mimados y consentidos de la clase media digital o los extensos páramos de Haword donde desplegaron toda su imaginación creativa las hermanas Brönte hijas del castrense y puritano reverendo Brönte. Primera mitad del siglo XIX o primera mitad del siglo XXI. 
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Es que una habitación propia, como las de las hermanas Brönte en la rectoría de Haword, es ademas de una herramienta una metáfora, pero un portátil con wifi no puede ser otra cosa que una herramienta, como el papel y la pluma de las hermanas Brönte. Dicho con otras palabras, la habitación propia te vincula al alma profunda de donde saldrá la novela que te gustaría escribir, como así hicieron las hermanas Brönte, mientras el portátil y la wifi solo te vincula al teclado. 
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Toda vida es vivida y en ese sentido es universal, pues esta ligada a la estructura, históricamente condicionada, de un alma profunda. Debes repetirlo una y otra vez, como mejor y única garantía de que la técnica de tu época digital, tan ávida de comérselo todo, no se imponga totalitariamente a la capacidad imaginativa heredada, por ejemplo, de la época victoriana de las hermanas Brönte . A las vidas humanas no las distingue las circunstancias exteriores, meros accidentes sociológicos, históricos o políticos, sino su destino que es también su carácter. Es por ello que deberías darte cuenta que las vidas de las hermanas Brönte frente a la aridez de los páramos, único espacio geográfico en el que vivieron y donde encontraron con prontitud su destino y su carácter, se elevan por encima, no como voluntad de superioridad sino de destino, de las vidas raquíticas espiritualmente, gastadas a ras de tierra, de tantos vástagos y alumnos mimados y consentidos de la clase media digital, que empiezan a sospechar que no será posible encontrar un destino, ni obtener un carácter, en la ciudad cosmopolita y colorista, ahora también pandémica, donde viven.
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Igualmente escritores eminentes, incluso habiendo recogido el premio Nobel, han reconocido que después de cada novela que consiguieron terminar, por las que son reconocidos mundialmente, no pudieron evitar la experiencia de su escritura al verla colmada de oropeles en los escaparates de las librerías, como un íntimo y callado fracaso, pues nadie mas que ellos saben los horizontes narrativos ideales que imaginaron, y que tuvieron que abandonar con dolor, antes de optar por los que al final han aparecido en las páginas impresas.
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Lo que quiero decirte es que un robot con wifi se puede indignar. No como emoción concreta sentida por algo concreto, pero si lo puede hacer si le introduces algoritmicamente, es decir conceptualmente, los datos de la indignación. No otra cosa esta pasando con los primeros robots humanos de la actualidad, pongamos esos vástagos mimados y consentidos de la clase media digital, que se indignan no por que tengan causas emocionales o afectivas concretas para hacerlo, sino simplemente porque lo pueden hacer aplicando en la práctica el concepto abstracto de la indignación.

jueves, 30 de julio de 2020

CIENCIA SIN ALMA

“No se que es el alma. Pero me imagino que nuestros cuerpos de algún modo rodean lo que siempre ha sido.”
(“Piezas en fuga”, de Anne Michaels)

Cabría responder, también, remedando a como lo hizo San Agustin respecto al tiempo: “Si me preguntas que es el alma no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé.” El caso es que los predicadores digitales del presente, que es mas que probable que no hayan leído la novela de Michaels ni las confesiones del padre de la Iglesia Católica, están empeñados en crear un consenso entre la población adicta de que estamos en un viraje irreversible de la historia. Dicen los expertos que hay que remontarse hasta la época del idealismo alemán para encontrar la matriz en la que alojan sus profecías seculares los predicadores digitales. Y es que aquellos escritores y pensadores que protagonizaron el paso del siglo XVIII al siglo XIX con el nombre de Sturm und Drang (en español 'tormenta e ímpetu') interpretaron su época como el viraje mas profundo de la historia, partiendo del ideal cristiano colocado en el eje del tiempo occidental, que al fin llegaba a su definitivo remate y perfección. 
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Lo de menos fue la ilusión engañosa de aquella aventura espiritual, lo importante fue que inauguraron, por así decirlo, la vanidad moderna, que se incorporó sin aspavientos a la edad técnica que estaba en marcha y en pleno desarrollo tirada por el nuevo poderío que desplegaba la máquina de vapor, símbolo técnico indiscutible de la segunda mitad del siglo XVIII. Todo lo cual, aventura espiritual del Sturm und Drang y la maquina de vapor abrieron juntos el camino a un tipo de grandeza desconocida hasta entonces, en la que el raquitismo espiritual iba en aumento en la misma proporción que la máquina de vapor distribuía materiales entre las poblaciones hasta entonces aisladas y desconocidas entre ellas. O dicho con otras palabras, la hombre científico apoyado en el procedimiento y proceso técnico iba quedándose sin el alma de donde nació el impulso investigador de sus promotores. El hombre científico se desentendió, transmitiendo el abandono como un logro sin precedentes a las generaciones posteriores, de los vínculos, históricamente condicionados, a la estructura de una alma universal profunda. El hombre ciéntifico perdió, por tanto, esa condición urbi et orbi en su mirada y se entregó a las modas epocales que le iba señalando la técnica, convirtiéndose así en el hombre técnico o experto que se adueñó de la vida moderna. Perdiendo, de paso, una cualidad de vida de valor incomparable e indispensable. Hoy sus herederos, investigadores, técnicos y consumidores (los digitales) ocultan su desconcierto bajo el manto de la necedad de pensar que los problemas a los que se enfrentan, no son en sí porque no han sucedido siempre, sino que son los últimos. Mientras tanto, la infelicidad del mundo avanza secretamente. 
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Sin embargo, ¿por qué somos defensores entusiastas, pues no dejamos de manifestar plena conciencia de ello, de que en toda circunstancia de la existencia humana hay inmensas posibilidades nunca antes presentadas? ¿Por que creemos ciegamente que nuestro ingenio técnico hace que las posibilidades sobre la tierra sean infinitas? ¿Por que llamamos a eso felicidad, cuando, también tenemos conciencia de ello aunque sea de manera inconfesable, bajo los oropeles del éxito de esa experiencia digital, discurren los peores desastres espirituales?

miércoles, 29 de julio de 2020

DOMINGO DE GUZMÁN

La realidad del mundo es para el hombre medieval espanto y terror. No se si el visitante de las ruinas de los castillos y lugares donde tuvo lugar la herejía cátara piensa así respecto a esa época. Y si lo hace por comparación literal con la realidad actual, en la que el mundo es para el hombre digital progreso y paz, o lo hace porque el sentimiento que le transmiten aquellos lugares en si mismos así se lo evocan. Sin pararse a pensar con detenimiento que, si bien es cierto que el confort de aquellos siglos era mucho menos sofisticado que el actual, eso no quiere decir que no existiera ningún tipo de confort, sobre todo si se tiene en cuenta que estos castillos eran propiedad de los señores mas ricos y poderosos del momento. A esto hay que añadir, siguiendo el mismo razonamiento, que la capacidad de autoengaño tanto del medieval como del digital era igualmente nada sofisticada, en el sentido de pode ser expresada libremente.
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El visitante digital de estos, digamos, misteriosos lugares no debe olvidar que la visión teologal del mundo de Domingo de Guzmán y su visión científica digital están ligados a una estructura, históricamente condicionada, de un alma profunda. Para el monje dominico Dios ha creado el mundo y se ha hecho responsable, por así decir, de su creación. La lucha, por la vía del uso de la persuasión de la palabra, fue una lucha en favor de la divinidad en el saber sobre la realidad del mundo. Fue una lucha contra Dios en pro de Dios, ya que la existencia de Dios era indudable. Este Dios con su existencia incondicional de verdad no quiere ser concebido por medio de ilusiones. La fe y la razón, vendría a decir el dominico medieval, son como dos palancas que permiten al ser humano elevarse hacia el encuentro con la verdad. Simon de Montfort, muy al contrario, dictaminó después de ver los vanos intentos de su colega por convencer de su equivocación a los perfectos y perfectas albigenses, que la letra con sangre entra. Y lo llevó con saña a la práctica, desde Beziers hasta Tolosa de Languedoc, entre 1209 y 1218, fecha en la que murió en el sitio de Tolosa a consecuencia de una pedrada en la cabeza lanzada por una catapulta desde las murallas de la ciudad.
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Esta lucha medieval del conversador Guzmán y del guerrero Montfort es idéntica a la que libra el digital contra lo propio en la era mas técnica de la historia de la humanidad, es decir, contra lo mas querido y deseable, contra los ideales y principios; todo ello tiene que ser examinado y comprobado de nuevo y modificado. De la misma manera que Domingo de Guzmán no se lanza a su labor apostólica para sacar a los cátaros de su error, si su creencia de veras en Dios no soporta las preguntas que surgen de los hechos de la realidad en Occitania, lo cual le llevará a prohibirse rigurosamente las ilusiones, la auténtica voluntad del vístante digital que sube y baja entre las ruinas y vericuetos de los castillos y lugares cataros, es la la lucha con los propios deseos y esperanzas con que la digitalización de su experiencia continuamente, como el demonio a Eva, lo esta tentando. Esta lucha encuentra su ultima confirmación en la disputa del digital con sus propia tesis con que se organiza su vida cotidiana, entre la que merece atención la visita a los lugares de los cataros que las autoridades han organizado y preparado para el disfrute de su tiempo de ocio. Sabiendo todo el mundo que nadie, ni el mismo turista digital, es inmune al viento infame de los absolutos. 
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El digital, paseando por los fantasmagóricos lugares cataros, nunca aceptará que las supersticiones de aquellos son también la suyas, pues ambas se basan en la creencia ciega de poder obtener lo imposible. No se logran, entonces, las justas organizaciones, fracasan los planes mas hermosos, sobreviven catástrofes de la condición humana cuya magnitud parecía tan insoportable cuando la fe en Dios era inquebrantable así como en el Progreso indefinido. El teologal y el digital se caracterizan, ayer como hoy, por tropezar con sus limitaciones. El digital, de esta manera, no acepta que el espanto y el terror del teologal se haya encarnado hoy en la amenaza de la tecnología nuclear, que actúa como el dios teologal al desentenderse de su creación.
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Domingo de Guzmán nació en Caleruega (provincia de Burgos en España), hacia el año 1170. Sus padres fueron Félix Núñez de Guzmán (el Venerable Félix) y Juana Garcés (llamada comúnmente santa Juana de Aza, beatificada en 1828). Domingo tuvo dos hermanos mayores, Antonio y el beato Manés (este último, fue uno de los primeros beatos dominicos). Domingo de Guzmán está enterrado en Bolonia, aunque muchas de sus reliquias están repartidas por todo el mundo, donde son veneradas con fervor pos su seguidores.

martes, 28 de julio de 2020

JUAN MARSÉ

”Últimas tardes con Teresa es una auténtica subida al Monte Carmelo, pero en la cima no se encuentra Dios, sino el Grial de la Revolución. Los pijos con disfraz de redentores de la clase obrera expían el pecado original de la burguesía: la explotación del trabajador, sin la cual –por otra parte– no disfrutarían de sus privilegios. Manolo Reyes, Pijoaparte, es un pequeño ratero con una percha sumamente seductora y dotes de embaucador. Aunque vive en Barcelona, nació en Ronda. Es un chico del Sur, un charnego. Su tez morena le hace parecer un gitano. De niño, una familia francesa se encaprichó con él y le ofreció pagarle los estudios, pero una mañana desaparecieron sin molestarse en decir adiós. Enamorado de su hija, una cría de su edad, la experiencia le dejaría una profunda herida psíquica. Hijo de una madre soltera que trabajaba como criada, Pijoaparte emigra a Barcelona en busca de oportunidades. Su hermano vive en Monte Carmelo y espera que lo acoja, garantizándole el sustento. Piensa que Cataluña es una tierra de promisión donde es posible prosperar. No descarta la posibilidad de seducir a una niña bien –en su memoria, perdura su truncado idilio con la niña francesa– y realizar una boda ventajosa, accediendo a ese mundo dorado que solo ha conocido cuando acompañaba a su madre al cortijo donde limpiaba y fregaba suelos. Su hermano no lo recibirá con los brazos abiertos, pero le dejará trabajar en su negocio. Un taller que se dedica al desguace y venta de motos robadas. Su fantasía de cortejar a una niña rica desembocará en un sainete. Flirteará con una joven creyendo que es la hija de un próspero hombre de negocios, pero cuando al fin logra acostarse con ella, descubre que solo es la criada. Tímida y sumisa, la chica se llama Maruja y trabaja en casa del matrimonio Serrat. Se lleva muy bien con su hija Teresa, un atractiva rubia que ha estado a punto de ser expulsada de la universidad por su participación en las protestas estudiantiles contra el régimen. Es la oportunidad que tanto había esperado Pijoaparte.“

lunes, 27 de julio de 2020

EL MAS ALLÁ

“Hoy utilizamos números cuando queremos concentrarnos en determinado tema y obtener la máxima precisión en nuestras deliberaciones. Los antiguos europeos preferían un enfoque más amplio y se conformaban con la imprecisión porque tenían la esperanza de abarcar tanto como fuera posible de lo que podía ser importante. A menudo lo que pretendían no era comprender la realidad material, sino encontrar una pista acerca de lo que había más allá de la cortina de la realidad. Eran tan poéticos en relación con los números como en relación con las palabras.” (Pág.48) 
La medida de la realidad, de Alfred W. Crosby

He releído la pregunta que te hicieron en la entrevista de trabajo, a saber, ¿usted cree en el mas allá?, y sigo sin entender porque contestaste solo negativamente con un gesto de la cabeza, sin que tuvieras la necesidad de esclarecer la pregunta con palabras, pues todos sabemos, el entrevistador también, que ese movimiento, sin mas, vale lo mismo para un roto que para un descosido. Lo que tus palabras deberían haber esclarecido es el alcance del significado de la misma locución “el mas allá”. A poco que hubieras prestado toda tu atención a la pregunta, por otro lado envenenada, del entrevistador, te habrías dado cuenta que el mas allá tiene un doble alcance en su perspectiva. Uno, el mas allá de la vida. Dos, el mas allá de lo visible. Empíricamente viene a ser lo mismo. Contestar que no, apoyado en el énfasis propio del supremacismo del ateo que no ha revisado, o hecho un escáner o una iTV, su ateísmo desde cuando entonces, es dar por un hecho irrefutable que solo el hecho biológico de la muerte te hace mortal, pero que hasta que no se produzca ese instante eterno sigues siendo inmortal en el sentido que lo puedes ver todo en cualquier tiempo y lugar, y con cualquier sentido o perspectiva. Dicho con otras palabras, decir así solo con la cabeza, que no crees en el mas allá es como decir que no te has muerto nunca durante toda tu vida. Que esta ha sido, y es, un continuo sin fisuras ni discontinuidades, sin rupturas ni abismos, sin darte cuenta, o sí vete tu saber, que es el tipo de vida donde se encarna la rutina y el aburrimiento de los dioses inmortales.
(...)
La respuesta correcta debería haber sido, por tanto, afirmativa. En “el mas allá” está todo lo que, a partir de lo que percibes en el mas acá, intuyes puede existir sin tener que haber dado por acabado tu ciclo biológico. Siendo como era una entrevista de trabajo, la pregunta iba directamente dirigida a escudriñar el estado de tus dotes imaginativas, como no podía ser de otra manera, en el mas acá, es decir en lo temporal visible. Estableciendo así el límite propio de tu oficio, donde tu tendrías la última palabra, y la existencia de lo que rebasa lo propio de ese oficio, es decir, el mas allá. Vamos, lo que el entrevistador quería saber era como entiendes el horizonte de tu inteligibilidad. Quien habita ese horizonte y por qué. Aunque te parezca increible, la competitividad empresarial bien entendida necesita manejar con confianza estos datos humanos.
(...)
El entrevistador no quería que llegaras a donde el que quería llevarte montado en un coche descapotable, y que te diera el aire fresco de la mañana en la cara (se ve en la estrategia que ha elegido que no es un experto, sino un sabio, cosa poco habitual en el mundo empresarial). Quería que llegaras andando por el camino empinado, que discurre casi en paralelo a la carretera por donde circulan los coches. No quería, para entendernos, que al hacerte la pregunta sobre si crees en el mas allá, derivaras la respuesta, después de tu previsible gesto negativo con la cabeza y ante el vacío emergente, hacia algo parecido a que eres muy amigo de tus amigos pues te gusta hablar con ellos y salir de excursión al campo, ademas de leer y escuchar música. Y todo eso. El mas allá a que se refería el entrevistador dibuja un camino que empieza fuera de ti (a partir del límite de lo que te es propio, como ya te he dicho), y que sin tener que nombrarla para no asustarte, poder averiguar mientras te adentras en aquel tu capacidad de transcendencia y, por así decirlo, también tu capacidad de estar religado a ella. En fin, lo que quería averiguar el entrevistador, como todos los trabajadores del departamento de recurso humanos de cualquier empresa, era saber si eras útil para el empleo que te ofrecían. Por lo que cuantas en tu carta compruebo que no. Bueno, otra vez será.

viernes, 24 de julio de 2020

MINORIA DE EDAD 4

Es que te roban, ergo te vas, sin decir si el alma o la cartera o las dos cosas a la vez. Fuera ya de donde estabas, quieres mucha seguridad, toda la seguridad, tampoco dices a cuenta de qué. Lo que si parece que necesitas, aunque no lo digas, es tener cerca de donde vives ahora (que es, vaya casualidad, el mismo sitio donde vivías antes) un supermercado surtido de identidades, pongamos, tal y como lo entiende Yvan Attal en su película “Están por todas partes”. La minoría de edad viene de la experiencia adulta de no entenderte con los demás. Ese fracaso inevitable, pero no ininteligible, te lleva, sin embargo, primero a encerrarte caprichosamente en el infantil “no te ajunto”, lo que hace aumentar la incompetencia conversacional con los demás, que en un horizonte de ofuscación no lejano te acabara poniéndote a dialogar, ahora si estás convencido, con alguna de las mascotas que, en nombre de la causa de los animales, sacas a pasear tres veces al día.
(...)
Has bajado un escalón o dos (no hay forma de medirlo) en la escala evolutiva de las especies sin que tu conciencia, convidada de piedra de la misma teoría evolutiva que defiende desde hace siglo y medio aquella escala, se preocupe por ello. Es la tragedia de la especie humana: ser consciente de que eres el ser mejor acabado desde el punto de vista de la evolución material, lo que no te impide tener conciencia de tu propio fracaso en el hecho de no poder entenderte espiritualmente con los demás. 
(...)
Un robot se puede indignar. No como emoción concreta sentida por algo concreto, pero si lo puede hacer si le introduces algoritmicamente, es decir conceptualmente, los datos de la indignación. No otra cosa esta pasando con los primeros humanos robotizados de la actualidad, esos que se indignan no por que tengan causas emocionales o afectivas concretas para hacerlo (de hecho, con su suntuosa forma de vida, son los que sostienen el sistema contra el que se indignan), sino simplemente porque lo pueden hacer aplicándose el concepto abstracto de la indignación. De otra manera, como diría Robocop, están programados para indignarse.

jueves, 23 de julio de 2020

MINORIA DE EDAD 3

La esencia de un ser humano no es ya una virtud enraizada en la profundidad recóndita de su interior, es la ley manifiesta que preside a la sucesión de sus apariciones en el mundo, es la razón de la serie no de la unidad imperturbable en esos adentros.
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Al igual que vas por la calle de tu barrio, a veces te pasa, y reconoces a alguien de toda la vida y en lugar de alegría o indiferencia te entra un colosal pánico de que él o ella te reconozcan, cuando tienes que escuchar, pasa demasiadas veces, que siempre hay alguien culpable de lo que nos pasa entonces te entra una cólera difícilmente controlable en los primeros minutos de su erupción, pues se parece a un volcán escupiendo lava hacia los cuatro puntos cardinales. Y cuando la lava empieza a hacerse costra sobre la indestructible superstición del chivo expiatorio, es cuando también te preguntas, después de escuchar atentamente al supersticioso que te ha tocado al lado, si tal erupción tiene que ver todavía con la virtud que cree lleva enraizada dentro. Y si en defensa de esa virtud se ve obligado a bramar y lanzar su fuego contra los infieles.
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Y es que a ningún ser humano le llega la virtud de la bondad si no aprende a corregirse, a considerar la posibilidad de hacerse una enmienda a la totalidad, que no tiene nada que ver con hacerse el harakiri. Después de más doscientos años de la muerte oficial de Dios toda la ilimitada sensibilidad acumulada ha acabado alojándose  entre las cuatro paredes de una conciencia dominada por las supersticiones de siempre. Y sino que se lo digan a Walter Scott, que bajo un retrato suyo expuesto en la Galería Nacional de Edimburgo cuelga una nota admonitoria en la que se escribe, como se advierte del peligro de muerte en una cajetilla de tabaco, que su visión de Escocia estaba nublada por tintes románticos y muy alejada de la realidad. El escribidor de la nota, se supone que por falta de espacio, no dice de qué realidad se trata y cuál es la distancia exacta de ese alejamiento.
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No es tanto que el sujeto, huérfano sin consuelo después de aquella defunción celestial, no se sienta mayor de edad, sino que le da miedo reconocerlo en el ámbito de la esfera pública tal y como la vamos entendiendo aquí. Desde aquella muerte hay esperanza para todos lo otros seres vivos, pero no para el más consciente de todos ellos. Su única esperanza es la renovación confiada de su propia experiencia junto a los otros huérfanos. La pelea no es contra una negación, sino contra una ocultación que no es lo mismo. Un encubrimiento, un disfraz o un carnaval constante de la mayoría de edad mediante el uso de las palabras, los gestos y las vestimentas de los pocos años. Nadie no puede no tener conciencia de su mayoría de edad, aunque bien es verdad que el juego de las supersticiones puede obrar maravillas para su ocultamiento. No hay chivo expiatorio, por muy sofisticado que sean sus promotores a la hora de que se lo compre la mayoría de clientes, que pueda hacerse cargo de todas las posibilidades de aparición del ser humano en el mundo. 

miércoles, 22 de julio de 2020

MINORIA DE EDAD 2

¿Que pensaría Henry James si, pongamos, un adicto a una determinada ideología política o a la marca corporativa de una determinada profesión u oficio (por poner estas adicciones como sentimientos previos y constitutivos de la obligación identitaria, hoy tan de moda) aceptaran con cierto entusiasmo la invitación para participar en un club de lectura sobre algunas de sus obras? ¿Como encara el pensamiento propio de la esfera pública la presencia en el dintel de su puerta de entrada del pensamiento privado propio de las adicciones? ¿Tendrá que leerle la cartilla de comportamiento o tendrá que poner un cartel en la puerta de entrada donde se indique que queda reservado el derecho de admisión del uso del pensamiento privado por parte del uso del pensamiento en la esfera pública? James, que fue el gran renovador de la narrativa decimonónica cuando se encaró al reto de contar historias en el siglo XX, y también uno de los primeros que puso a la conciencia del ser humano, representada en la de los personajes, en el centro de la narración, pensaría que este tipo de adictos nunca son buenos cómplices para el propósito que debe tener ese tipo de encuentros, y que, por tanto, no es recomendable invitarles. 
(...)
Un adicto (sea a la droga, a la ideología, a la profesión o, en el extremo de su adicción, adicto a la nada) es sobre todo un negador y, en los momentos en que está bajo el influjo del mono, es también una implacable aniquilador del otro y de lo otro. Aun así el adicto es aceptado en los entramados de poder ya mencionados y en aquellos organismos que dependen de la oficina de propaganda del estado en nombre de la libertad de expresión, no de la manifestación libre de su pensamiento, lo cual le hace creer al adicto que puede entrar en cualquier sitio al no querer entender que en cualquier sitio de la esfera pública no puede entrar cualquiera. La mayoría de las cosas que pueblan la cabeza del adicto, y que dan forman al pliego de condiciones para el despliegue y uso de su pensamiento privado, no forman parte del uso crítico del pensamiento en la esfera pública mediante el que se aborda la tensión narrativa que ordena la novela o la película en cuestión. Es, por decirlo con palabras de James, como tratar de escribir y leer sobre el ser isabelino del siglo XVI, o sobre el ser griego del siglo V antes de Cristo. Lo que si puede hacer el pensamiento crítico en la esfera pública es preguntarse sobre lo que se preguntaban los personajes del siglo XVI y del siglo V antes de Cristo, un isabelino o un griego para entendernos, pues tiene acceso a los libros de entonces donde estas preguntas aparecen, para responder a continuación con lo que esos pensadores críticos son aquí y ahora.
(...)
Quizá se entienda mejor esta distinción entre el uso del pensamiento privado y el uso del pensamiento publico por parte de la misma persona si escuchamos atentamente a Henry James cuando dice que “la experiencia nunca es limitada y nunca es completa. Es un inmensa sensibilidad, una  especie de enorme telaraña de finísimos hilos de seda, suspendida en la cámara de la conciencia, capaz de atrapar en su tejido toda partícula que flota en el aire.” Si el uso del pensamiento en los entramados de poder te lleva a la adicción, el uso del pensamiento en la esfera pública te lleva a la lucidez. La experiencia humana es abarcadora, y conjuga ambos usos al mismo tiempo, sin miramientos ni libro de instrucciones. El abismo que se abre entre la adicción y la lucidez requiere, entonces, de la cautela permanente de la conciencia.

martes, 21 de julio de 2020

MINORÍA DE EDAD 1

Convengamos, para diferenciar lo que se llama público de lo privado, que esto último esta vinculado en cualquier caso a entramados de poder (iglesias, empresas, partidos políticos, gremios profesionales, familias tradicionales, familias mono parentales, clanes familiares, movimientos sociales y deportivos o las redes sociales, la nueva forma de empoderamiento digital, y aquello no esta vinculado a las instituciones coactivas que forman el Estado, sino a la comunidad de ciudadanos libres que forman la polis. El uso del pensamiento individual dentro de esos entramados privados de poder esta siempre condicionado y limitado por las irrebasables paredes que constituyen el edificio del entramado en cuestión. Dentro de las instituciones del Estado la función del contribuyente y elector no es otra que cumplir con la ley. Es, por tanto, solo en el ámbito de la esfera pública (la polis, por seguir con el espíritu fundacional griego) donde el individuo puede hacer uso libremente de su pensamiento sin ningún tipo de restricción o coacción, valga decir, puede hace un uso critico de su pensamiento respecto a aquellos entramados de poder donde pasa buena parte de su existencia y respecto a las instituciones del estado que no dejan de coaccionarlo.
(...)
Por decirlo con otras palabras, dentro de aquellos entramados de poder y bajo la tutela de las instituciones del estado no acabamos de salir de nuestra minoría de edad (al entender de Kant), mientras que en la esfera publica o polis es donde verdaderamente nos hacemos mayores de edad y, por tanto, en nuestro juicio crítico. Es donde alcanzamos la virtud.

lunes, 20 de julio de 2020

PLATÓN

“Sócrates no deseaba tener discípulos, sino amigos. Su discurso es político y pedagógico, pero sobre todo es moral y filosófico. En la Apología, comenta: “Nunca he sido yo maestro de nadie. Pero si alguien tiene ganas de oírme cuando hablo y cumplo mi misión, sea joven o viejo, no se lo prohíbo”. Sócrates intenta desenmascarar lo falso, mostrando los abusos e inconsistencias de quienes se erigen en jueces y se atribuyen el poder de decidir sobre la vida de sus conciudadanos. La vida de Sócrates es un ejemplo de responsabilidad cívica y exigencia moral. No conspira ni se plantea utilizar la fuerza para hacerse con el poder. Únicamente invita a pensar, sacudiendo la ceguera que acarrea vivir apegado a la rutina y el conformismo. Cuando los jueces le plantean varias penas, rechaza todas las alternativas. No quiere ser un prisionero que vive a expensas de las arcas públicas. No tiene dinero para pagar una multa. No está dispuesto a cerrar la boca, pues se niega a desobedecer a la voz de su conciencia, a ese dios que le instiga sin cesar, obligándole a pensar y hablar. La posibilidad del destierro le resulta inaceptable: “¡Sí que iba a ser hermosa la existencia para mí, a mi edad, partiendo para el destierro, cambiando siempre de residencia, de ciudad en ciudad, expulsado de todas!”. Ser condenado a muerte no le preocupa. El alma es demasiado valiosa para acompañar al cuerpo en su proceso de putrefacción.”

viernes, 17 de julio de 2020

SIMON DE MONTFORT

A la clase media occidental actual lo único que le interesa es entender la vida no comprenderla (al igual que a Simón de Montfort hace ochocientos años). Es decir, lo que le interesa al burgués digital de hoy es tener a mano siempre el manual de instrucciones de cada acción que emprenda en la que, por ejemplo, pueda entender con prontitud que lo obvio que se interpone en el camino de aquella es invisible, y así poder seguir adelante tomando las medidas pertinentes, invisibles a su vez. Que nada te detenga, es el dictum mas repetido por la publicidad a la hora de vender sus productos, sea aquello el virus de una gripe, o la ambición de algún contrincante. De igual manera interpretó  Montfort el mandato papal para luchar contra la herejía albigense. Te hablo de narcisismo y de individualismo. El sentimiento que mejor los inspira es la autorrealización. Por autorrealización hay que entender la fuerza que empuja al individuo a considerarse el centro de su vida y ésta como una obra. Hoy como ayer.
(...)
Los cronistas de la época e historiadores modernos nos presentan a Simón de Montfort como bien dotado para la estrategia militar, obsesionado por manifestar su catolicismo (como ahora su ateismo el burgués digital) hasta el punto de ordenar celebrar misa de campaña antes de entrar en combate, por muy urgente que fuera la situación, y, sobre todo, hombre despiadado y sanguinario (como, bajo el disfraz de su inteligencia civilizada, lo es igualmente el burgués digital actual). Su crueldad, aplicada tanto en el trato a los prisioneros como en el campo de batalla, se hace patente en las terribles mutilaciones, en el descuartizamiento en vivo, en el despedazamiento de cuerpos. La presencia documentada del dirigente de la Cruzada en cada uno de los "espectáculos" horripilantes que se organizaban es un dato más a añadir. Uno de los episodios más crueles de la cruzada se dio en la ciudad de Bram (hoy la colorista siliconizacion de muchas ciudades y almas oculta la barbarie que hay detrás de la cultura digital) en la primavera de 1210, donde, tras rendirla, Montfort mandó dejar ciegos y mancos a más de cien de sus habitantes, a los que mandó cortar también orejas, nariz y labios, menos a uno, al que dejó un ojo, para que pudiera guiar a los demás hasta Cabaret, que pensaba asediar. Todo ello con la intención de desmoralizar a sus habitantes. No hace falta insistir que estos cronistas se refieren a la Cruzada contra los albigenses o cátaros, decretada por el Papa Inocencio III al frente de la cual puso a Simón de Monfort, legado con todos los poderes y atributos. 
(...)
La propia vida es la obra de este sujeto, se llame Simón de Monfort o burgués digital, que no se mira ni en el espejo de la santidad, ni en el de la producción, ni en el de la política, y en los que se refleja exclusivamente por necesidad, no porque crea obtener de ellas ninguna utilidad moral, psicológica o social. Solo quieren actuar con sus propias reglas militares o digitales, adecuar su acción a sus sentimientos y emociones, y depender lo menos posible de los otros. Lo que en terminología más llana conocemos hoy como "ser auténtico". Y ayer como un señor de la guerra. 
(...)
¿Hay peligros en lontananza con este tipo de conductas imperecederas? Los ha habido siempre. En la época de Simón de Montfort el peligro estaba en no poder acabar con la herejía albigense, según el Vaticano, y que cundiera el ejemplo entre la cristiandad. Al entender de la iglesia albigense el peligro radicaba en desaparecer para siempre, como así ocurrió. En la época de la democracia del siglo XXI, debido al desdén por la acción comunitaria de los autorrealizados ilimitadamente que los ciega con una indigencia espiritual creciente, el peligro es que proliferen las dictaduras blandas bajo el paraguas o palio de la formalidad democrática. Con otras palabras, el peligro de la autorrealización ilimitada y la indigencia espiritual que le acompaña es que la humanidad se conduzca hacia una nueva Edad Media, con sus cruzadas y legados papales, sin pérdida de la pose y el mohín digital, por supuesto. 

jueves, 16 de julio de 2020

INQUISICIÓN

Hemos venido al mundo para saber por qué estamos aquí. Cual es nuestro lugar en el mundo desde el que lo miramos y pensamos, atentos a la perspectiva o profundidad de campo que nos proporciona. Todo lo cual te lleva peguntarte con frecuencia, ¿qué pasó en el mismo espacio en el que estoy?, ¿quién toco, miró, creó este objeto que estoy contemplando y que se conserva casi intacto desde entonces? No puedo relacionarme con esas personas en el mismo espacio, pero si puedo hacerlo en el tiempo. Solo hay que levantar el velo de la historia y preguntar a lo que hay debajo. Solo hay que entender que aquel tiempo no lo agotaron las vidas que lo tuvieron y que, por tanto, los restos, por decirlo así, forman parte del mundo heredado. Entendiendo la palabra restos no como escoria o despojo, sino como tiempo sin usar o no ocupado todavía. Tiempo pasado intacto que se cuela y se pone al lado del tiempo futuro igualmente intacto, formando así entre los dos la ilusión de eternidad del presente.
(...)
Al visitar los castillos cátaros, que hoy forman parte de la oferta turística de las autoridades culturales del sur de Francia, el turista atento percibe una doble presencia. Por un lado, las ruinas visuales que remiten a los vencedores de aquella cruzada, entre los que destacan, a parte de la dinastía de los Capeto y el Vaticano, la Inquisición. El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia Católica. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás. La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal. Por otro, el tiempo de aquella rebeldía que todavía perdura entre las paredes de los castillos y que se puede reavivar mirando y preguntando a lo que queda a la vista o a través de las almenas al espacio exterior que se mantiene incólume o en los patios de armas o en lo que descubre de repente el visitante en los muchos recovecos de su itinerario guiado. O, porque no, preguntando a los objetos de la tienda de souvenirs que siempre esperan al visitante para que deje sus dineros, y que desde su impostura o inautenticidad no dejan de interrogar, a su vez, al tiempo que lleva incorporado el turista con su presencia. Los cinco hijos de Carcasona (castillo de Termes, castillo de Aguilar, castillo de Queribús o dernier bastión, Castillo de Peyrepertuse, castillo de Puilaurens) es como denomina el relato turístico del sur de Francia a las ruinas de estos enclaves rocosos, que son testigo firme de la victoria del ejercito aliado (Capetos mas Vaticano) sobre la iglesia albigense, pero también guardianes o vigías de la frontera que a partir de entonces (1258, con el tratado de Corbeil) se estableció entre los Capetos y el rey de Aragón, que renunció así a su aspiraciones expansionistas tras pirenaicas. 
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La Inquisición fue, sin duda, no la ejecutora última de aquellas ruinas (de eso se encargó el legado papal Simón de Monfort) sino solo la responsable ética y la que hoy da el testimonio vivo, introduciéndose con desparpajo en el tiempo del visitante que entre esas paredes, ruinosas y altivas al mismo tiempo, se cuela y dialoga con lo que se imagina a partir de lo que allí se encuentra. No es difícil deducir por parte del visitante, a partir de esta conversación aludida, que la Inquisición es el antecedente de las policías políticas o stasis, para entendernos, de toda estructura de poder totalitario moderno, refractario como aquellos a la más mínima disidencia en su feudo. Este es el verdadero valor de la herejía cátara no tanto sus preceptos y obligaciones, deudores de su época, como su ejemplaridad disidente frente al poder absoluto de aquellos años.

miércoles, 15 de julio de 2020

MUTANTE

La carta del email decía, mas o menos, que volvemos a la carga dado que estamos de acuerdo en que nos apetece vernos las caras después de tanto tiempo aislados por el virus de marras. Así que si os parece quedamos debajo de la estatua que la municipalidad ha levantado en honor del ángel caído. Algo insólito, tal y como lo pensó Telmo al leer el email, si se tiene en cuantía la tradición confesional de que es deudora la clase política municipal, sea de un color o de otro. Durante los días siguientes los destinatarios del email fueron contestando de forma convencional, sin mostrar un entusiasmo especial dada la excepcionalidad de la convocatoria, aceptando unos la invitación y disculpándose otros por razones personales explicitadas únicamente en el caso de que su ausencia se debía a que no estarían en esa fecha en la ciudad del ángel caído. Solo Telmo disculpó su ausencia añadiendo su preocupación, que pretendió ser irónica a riesgo de no ser del todo entendido, por el lugar elegido para formalizar el encuentro entre los asistentes como paso previo para ir después a alguna terraza cercana. Desde la frontera (fueron la primeras palabras de Telmo en su email, pues es el lugar donde vive habitualmente), todo el día me encuentro embozado, solo con el alivio de alguna escapada a la France donde enmascararse en público no es obligatorio. Ya de paso os recuerdo que Francia celebra hoy su día grande (14 de julio), pero sin perder el temor al bicho pequeño. Metáfora cabal del mundo que viene. Si Napoleón levantara la cabeza..., es que La Grandeur ya no es lo que era. Abrazos y cuidado con el diablo donde os habéis citado, seguro que no lleva máscara. No hace falta insistir que no podré estar ahí para comprobarlo, dado lo lejos que me encuentro. Que los paséis bien sin contagiaros.
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La base conspirativa de la naturaleza humana sobre la que se fundan nuestras creencias y nuestras ideas es algo a lo que Maquiavelo le otorgó un estatuto respetable y práctico dentro de la filosofía política occidental en su obra mundialmente conocida, El Príncipe. Aunque desde los inicios del pensamiento cristiano el diablo era el gran conspirador para imponer el Mal entre los seres humanos, alejándolos del Bien que representaba el camino hacia Dios. No funcionaba, por así decir, dentro del marco o campo de juego de las predicciones políticas, mas bien iba siempre a su aire aprovechando el vacío legal que el dominio del Vaticano sobe los asuntos terrenales le permitía. Pero a partir de la obra del autor florentino, que inspiró a los grandes filósofos de la política del siglo XVII, la futura imagen del diablo mutó y se instaló entre los tejemanejes de los seres humanos en sus quehaceres políticos, que cada vez eran mas complejos y laicos, si no al margen del camino de Dios si mediante la invención de alguno de los atajos que cada vez eran mas frecuentes entre los conspiradores políticos y sus cómplices.
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La noticia la leyó Telmo en uno de los periódicos locales, pero se hizo viral en las redes sociales días antes de la implantación del estado de alarma por las autoridades competentes. AL parecer, la mano derecha de un muerto en accidente tráfico, que había sido trasplantada a otro que había sobrevivido al mismo accidente pero que había quedado mutilado de aquella misma mano, empezaba a dar signos de indisciplina en el organismo de su reciente receptor. Como si añorara, decía una de los comentarios, a su antiguo dueño. Y es que la necesidad inaplazable de tener una identidad sin que haga falta tener al mismo tiempo, por decirlo así, un relato verbal ordenado acorde con aquella, como había pasado hasta hora, sino únicamente un cuerpo cualquiera donde alojarse forma parte de la identidad, valga la redundancia, de los tiempos digitales y víricos en que vivimos. Así el diablo puede alojarse en cualquier hueco que la pereza o la vanidad humana ha dejado libre creyendo que ya estaba por completo amortizado. Y desde ahí saltar, como hace el virus de marras, sobre el primero que asome meta la nariz donde no le llaman.

lunes, 13 de julio de 2020

LOS DUELISTAS 3

PRESENCIA INEXISTENTE
Como suele suceder en estos encuentros cinéfilos la cosa no fue para tanto. O no fue a mas. La resistencia que opone el espectador delante de la película cuando tiene que hacerse cargo de la presencia de su ser dentro de la película, opera siempre a favor de que las dos horas que se pasan juntos acaben siendo poco interesantes. A no ser, como dicen algunos de los espectadores, que el interés radique en lo que se vislumbra, por decirlo así, desde las almenas de su fortaleza desde donde han decidido colocarse para ver la película. Lo cual, dicho sea de paso, es interesante pues demuestra la imbricación que tienen los dos movimientos necesarios de la misma acción, primero hay que ponerse delante de la película y en segundo lugar hacer acto de presencia dentro de la misma. Todo ello dibuja con acierto la puesta en escena de lo que significa la expresión convocante “hemos quedado tal dia para conversar sobre la manera en que ha afectado a cada espectador la visión de la película tal.”
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Lo que ocurre es que todas las preguntas que nos hagamos de los protagonistas, Ferraud y D’Hubert, tanto de su situación profesional como de sus impulsos elementales no son determinaciones absolutas de su manera de ser. Son mas bien, a su vez, momentos de la conciencia de los espectadores mismos que los mueve, ilumina e impele. En ella lo inevitablemente empírico, que el espectador que todavía esta delante de la película solo puede reconocerlo en la facticidad del duelo que mantienen durante quince años Feraud y D´Hubert, está indisolublemente ligado a la libertad de cada cual, que con las imágenes delante de la vista se puede convertir, como de hecho ocurrió, en atracción por parte los menos y en repulsión por parte de los mas. Atracción debido a la belleza estética indudable de las imágenes que acompañan a los sucesivos duelos, repulsión por no sentirse identificados en absoluto con los modos de resolver las diferencias en una época tan lejana de la actual.
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Ya dentro de la película, lo que si acabó siendo interesante fue descubrir la valía y la audacia de la estructura narrativa elegida por Ridley Scott para contar su historia. Sin que se pueda ver en ello nada contradictorio con lo dicho anteriormente, pues tan alta valoración ha sido fruto, aunque parezca mentira, de lo que unos y otras hablaron con sus palabras o dejaron ver con sus silencios, lo que sigue manteniendo vivo el interés por la convocatoria de estos encuentros de conversación cinéfila a pesar de su asegurado fracaso. Javier Gomá lo ha dicho con claridad, no hay vuelta atrás en la sociedad de masas ni en esa subtrama de la misma que es la vulgaridad narcisista de sus miembros. Pues esta es una fusión inevitable del encuentro, nunca antes habido en la historia de la humanidad, de dos forma excelsas de belleza largamente anheladas y veneradas por la imaginación de los hombres y las mujeres: la de la libertad y la de la igualdad. No hay mejor momento para “disfrutar” de esta paradoja de la subtrama de la sociedad de masas en ciernes, que ver a los espectadores, o los lectores, peleando de forma agónica con sus fantasmas para no entrar en la tensión narrativa de la película, o de la novela, que los llama encarecidamente desde su interior. Es decir, no hay mejor “disfrute” que verlos peleando por quedarse plácidamente surfeando sobre las crestas de las imágenes y las palabras.
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Dentro ya de la película, decía, la estructura de la misma es una respuesta al hecho de buscar el sentido narrativo no tanto en la unidad causal de la historia (vease por comparación Guerra y Paz, la película de King Vidor inspirada en la novela homónima de Lev Tolstoi) como en la seriación de una de sus partes, que pasa así a tener un valor propio y apropiado por si misma. En la película “Los duelistas” la obsesión de Feraud por salvar su honor, peleándose mediante duelo durante quince años con D’Hubert, se convierte en la esencia misma de la película, dándole todo el sentido a la misma. Cada una de las escenas de la serie sobre la obsesión de Feraud, estratégicamente acompañadas por una puesta en escena y una fotografía que hacen realzar la intensidad respecto a la anterior, sin dejar de ser la misma obsesión, mueven la película con el propósito y en el sentido que ha imaginado el director norteamericano. Un propósito y un sentido que, como no podía ser de otra manera, están a servicio de la estructura misma a la que pertenecen, y que no es otro que renovar la obsesión de Feraud para que siga siendo la misma (y que filmada así es también la de todo ser existente) en lo que habrá de venir después de su derrota en el último duelo con pistola, que es un correlato de la derrota del emperador Napoleón. De esta nueva manera de tratar la obsesión se encarga quien ha ganado en el último duelo, D’Hubert, al perdonarle la vida a su rival dejándolo, por así decir, muerto en vida. D’Hubert inaugura así, con mucha anticipación, la indiferencia moderna con que se resuelven los duelos actuales. Al considerar al otro no como un par con los mismos derechos (ritual irrenunciable del duelo tradicional), sino como algo realmente inexistente. Síganse, como ejemplo, el linchamiento mediático que se ha hecho ley imperiosa en los duelos digitales actuales.

viernes, 10 de julio de 2020

PREGUNTAS

Como es bien sabido la Historia Oficial la escriben los vencedores, mientras que los perdedores solo existen, a partir de la derrota, como teloneros mal pagados y peor vistos. Este lugar común se hace cruel realidad en el caso de la herejía albigense o cátara. Como en otras ocasiones durante la edad medieval o premoderna una crisis de fe provocó el despertar de todas las venalidades que parecían estar muertas. Todo lo cual provocó un enfrentamiento político militar que afectó a los cuatro puntos cardinales del foco donde estalló el volcán, afectando a un amplio radio de acción que implicaron a fuerzas y estamentos que acudieron desde lejos, ciegos al olor de la ceniza, para poner la red entre lo que qante y entre las ruinas. En el caso que nos ocupa, como ya se ha dicho, fueron la dinastía de los Capeto y la del Vaticano, Paris y Roma, quienes firmaron la victoria sin condiciones contra la enmienda a la totalidad que los cátaros lanzaron contra el dominio absoluto de la cristiandad por parte del Papa del Vaticano. Consumada la derrota de la herejía cátara o albigense, todo el mundo que representaba pasó a formar parte, por decirlo así, de la prehistoria (me parece mas adecuada que intrahistoria) de la que solo nos quedan hoy las ruinas y los restos materiales de su existencia, pero nada o casi nada del espíritu o el alma que lo alumbró y lo llevó a tan colosal epopeya contra unos poderes mucho mas fuertes y poderosos.
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Es por ello que, delante de las ruinas de los castillos y fortalezas cataros, las preguntas que hoy se les podía formular a sus antiguos moradores, si pudiéramos tenerlos delante, podrían ser las siguientes:
¿Cuáles son los motivos elementales del hombre y la mujer cátara? ¿Cuáles de ellos son los mismos ayer como hoy y cuales se han modificado? ¿Podrían ser discutidos todavía en la actualidad de las redes sociales? ¿Aquellos principios cátaros permanecen en el alma de los ciudadanos modernos, pero están totalmente encubiertos? ¿Fueron frenados esos impulsos por el imperativo de la historia oficial de los vencedores franceses y vaticanos, o ya lo habían sido por el orden interno de la propia rebelión cátara? ¿Su ejemplo irrumpe, desgarrando el velo con que los vencedores pretenden cubrirlos para hacerlos inexistentes, de tiempo en tiempo o en ciertas situaciones mas concretas? ¿Cómo y cuando ha ocurrido esto? ¿Puede decirse que la disidencia albigense fue el prólogo del cisma temporal de Aviñón y de la ruptura definitiva de Lutero con el poder totalitario del Vaticano sobre toda la cristiandad? ¿Estos estallidos posteriores, más fuertes y vigorosos, actuaron sobre las grietas abiertas por los cátaros, que los vencedores trataron de ocultar o mimetizar con la naturaleza mediante el abandono de sus bastiones de defensa hasta convertirlos en piedras propias de aquella?
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Lo que si parece constatable es la crueldad y la impiedad que Simon de Monfort, legado del papa en el Languedoc francés, no tuvo empacho en utilizar contra la población civil de los castillos y alrededores como escarmiento por dar protección a los herejes cátaros. Desde el asalto a la ciudad de Beziers en 1209, fecha oficial del comienzo de la cruzada contra la iglesia cátara y primera gran carnicería contra sus feligreses, hasta su propia muerte en el sitio de Tolosa de Languedoc en 1218, como consecuencia de una pedrada en la cabeza disparada con una catapulta tuneada, se diría hoy, por unas mujeres defensoras de la ciudad, el señor de Monfort ha pasado a las páginas de la historia de los vencedores como un ejemplo de lo que luego se ha conocido como un mercenario de élite a servicio del mejor postor.

jueves, 9 de julio de 2020

RUINAS SON RUINAS

En su afán por dar un sentido moderno a unos hechos que se produjeron hace ya ochocientos años, las autoridades turísticas francesas han reconvertido la marcha del espíritu y la razón medieval, que representó la herejía catara en su defensa contra el poder de la dinastía de los Capeto por un lado y contra el poder del Vaticano por otro, como si se tratara de algo demostrable científicamente aunque la ciencia de entonces no tenga nada que ver con la de ahora, como si quien hubiera movido los músculos de ese esfuerzo descomunal fuera una razón palmaria e incuestionable. Y es cierto, al menos esa ha sido mi experiencia, que en un primera toma de contacto el visitante agradece que en la taquilla donde le venden el billete de entrada a las instalaciones del castillo correspondiente, también le ofrezcan un tríptico donde se le explica de manera detallada y con ese estilo historiográfico moderno antes descrito lo que entre esas ruinas sucedió antaño, muy antaño. Sin embargo, una de las ventajas que tiene el que las autoridades turísticas francesas no hayan reconstruido en su totalidad los castillos y fortalezas donde sus propietarios de entonces, dieron cobijo y protección a los disidentes cataros, es que han dado así un nuevo valor propio y apropiado a las ruinas no como restos de algo ya concluido, sino como una manera de renovar lo que ha venido después, y que tan adecuadamente representa el turista visitante que se da una vuelta entre sus paredes desnudas. Ruinas son ruinas, seria el lema de mejor hace posible abrirle un hueco en la sensibilidad del turista a lo que allí ocurrió.
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No siempre es necesario, dice la filosofía existencial, que lo verdadero se materialice; basta con que se cierna espiritualmente sobre el ambiente y genere acuerdo; basta que, como un repicar de campanas, ondee en el aire serio pero amable.
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Si mal no recuerdo no leí nada parecido en los trípticos que daban en las taquillas donde vendían los billetes de acceso a los castillos y fortalezas cataros. No obstante, me parecen las palabras que mejor representan lo que se siente al pasear entre sus ruinas, y, por extensión, entre las paredes de cualquier monumento del pasado, convertido por obra y gracia de esas palabras en un acontecimiento imprevisto del presente de quien las repita en su intimidad mientras pasea entre sus salas y recovecos. Tal vez semejante falta o carencia sea debida, pensé mientras me acercaba al castillo de Peyrepertus (localizado igualmente sobre un peñasco enfrente de Queribús), a que los historiadores positivistas y pragmáticos siguen inspirando y guiando las decisiones culturales de los políticos elegidos, como ya pasa en la educación y el urbanismo y ahora en la sanidad. Para tal menester construyen, reconstruyen y deconstruyen los hechos para adaptar la Historia oficial y con mayúsculas a la época presente, inventándose de paso para el mismo fin la época anterior y recordando a la siguiente, todo bajo la aureola de su palmito de expertos sabelotodo.
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En la vida inauténtica, comenta Narbona la obra de Heidegger, el tiempo está dominado por la expectativa del éxito y el apego a los logros mundanos. En cambio, en la vida auténtica, que asume la perspectiva de la muerte como la condición absoluta de la libertad humana, se mantiene la apertura del Ser actualizando el pasado como rememoración de lo ya sido, y vivificando el presente como instante, donde el hombre repudia lo impropio de las habladurías y cotilleos que imperan en el domino de la actualidad, apropiándose de su destino mediante su capacidad de elaborar y realizar proyectos, sin solidificar su acción en ninguna posibilidad. La actitud del filosofo alemán hacia el pasado no es de ruptura, sino de querer lo que ha sido, regresando a las posibilidades que constituyeron el presente. Esta especie de amor del destino salva al pasado de su estado atemporal, abstracto, insertándolo en una relación crítica con el presente, pues la vida auténtica, al repetir las posibilidades que constituyeron su ser actual, establece un trato respetuoso con lo anterior, mostrando que el hoy no es una superación de lo precedente, sino su continuación.

miércoles, 8 de julio de 2020

EMBOTAMIENTO

También me doy cuenta, después de haber visitado el castillo de Queribús que nuestra cultura actual no necesita una religión mágica, ni una aclaración filosófica, ni anhelo alguno de salvación, ni puerta de salida a la libertad ante situaciones límite; nuestra cultura tardo moderna o post moderna, según los gustos, vive dentro de un especial embotamiento e insensibilidad lo que la hace muy proclive a disfrutar del extraordinario estilo que despliegan algunas realizaciones artísticas, especialmente en la arquitectura y la plástica.
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La perplejidad ante el misterio que rodea las ruinas del castillo de Queribús (epítome sobresaliente de las otras cuatro fortalezas cátaras, que forman según el dictado de las autoridades turísticas los cinco hijos de Caracasona), imaginando ante su imponente figuras el esfuerzo que aquellos hombres y mujeres tuvieron que desplegar para levantarlas donde hoy las observa el visitante, encima del peñasco más agreste y elevado de los alrededores, debería ser, también, un fecundo acto de conocimiento en cuanto punto de partida para que los visitantes se adentraran en aquel misterio. Lo cual, pensé cuando me puse por primera vez delante del castillo de Queribús, debería ser también el propósito de una nueva manera de conocer y reconocer. Estas conductas no deberían ser otra cosa que, debido a las posibilidades que nos proporciona el saber tecno científico de la cultura actual, iniciarse en el verdadero camino de la ignorancia que aquel proyecta, como una sombra oceánica, delante de esas fortalezas en ruinas. En lugar de enrocar el ser en lo que conocemos, convirtiéndolo en un objeto de enjaulado sobre sí mismo. Tal y como sugieren de forma mas o menos explicita la mayoria delos comentarios que voy leyendo en los distintos foros que he consultado sobre el catarismo cultural.
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El embotamiento espiritual actual dificulta, hasta hacerlo casi inviable, cualquier aproximación a una forma de entender el mundo que enmiende en algún medida, leve incluso, la intransigencia materialista  de la actual. Cuanto mas si nos fijamos en la exacerbación espiritual de aquellos perfectos y perfectas de la Iglesia cátara, así se llamaban los sacerdotes cataros, que consideraban todo lo relativo a lo material como la obra magna del diablo.

martes, 7 de julio de 2020

LOS DUELISTAS 2

HISTORIA DE UNA OBSESIÓN
Bien mirado, en la película de “los duelistas” (como en la novela homónima de Conrad) narrar lo que se dice narrar, si lo comparamos con “Guerra y paz” de Tolstoi, por poner una obra de la misma época, no cuenta gran cosa: la historia de una gran obsesión o la obsesión que da todo el sentido a una vida pequeña. La METÁFORA de su Reconocimiento, por salir de estar guerreando como un don Nadie y llegar a ser Alguien. ¿Que tipo de obsesión es la que mueve la película?
(...)
El asombro ante el misterio de esa obsesión o de cualquier obsesión dentro de la incorporación al mundo es, también, un fecundo acto de conocimiento en cuanto punto de partida para la investigación, pero acaso también la meta de todo nuestro conocer, a saber, por virtud del máximo saber penetrar en el verdadero no saber, en lugar de escamotear el ser al absolutizarlo en lo que conocemos, en el objeto de conocimiento cerrado en sí mismo. 
(...)
La virilidad puede ser entendida como una situación límite, como algo que no se puede superar ni de lo que se pueda prescindir. Forma parte de la especie humana tal y como la conocemos. Irnos hasta las guerras napoleónicas para ver la permanencia de la virilidad en nuestra sociedad, solo tiene sentido para coger distancia y preguntamos como nos concierne. El campo de batalla de las guerras napoleónicas no es muy diferente al actual campo de batalla digital. Ayer los duelos y quebrantos, dentro de ese contexto, se libraban con espada o sable, bajo jurisdicción Divina, con el fondo autoritario del emperador que era su delegado en la tierra. No había traición. Hoy el honor y la honra se defiende al amparo de la sacrosanta Libertad de expresión, con un fondo de igualdad e indignación constante. Sin embargo la traición verbal es constante, diría más, es el santo y seña de aquella Libertad.
(...)
En un sociedad como la actual que anhela la igualdad entre sus miembros, parece, sin embargo, desmentir tales propósitos cuando esos miembros utilizan la libertad de expresión como un lugar de duelo o de combate, no como Libertad de manifestación del pensamiento. Por ello me parece oportuno no tratar de adivinar el sentido de la película, sino más bien que preguntarnos por él es preguntarnos sobre lo que nos importa y cómo nos concierne en ese dilema entre igualdad y Libertad que es, a mi entender, donde se juega la honorabilidad actual.

lunes, 6 de julio de 2020

LOS DUELISTAS 1

Si lo miramos desde el punto de vista de la Historia Oficial, la virilidad que exhiben en su duelo los húsares napoleónicos, en la película Los Duelistas de Ridley Scott, es un asunto propiamente militar de aquella época. Pero si lo miramos desde el surgimiento originario de toda existencia humana (es de lo se ocupa el cine y el arte en general), que sucede siempre fuera del imperativo de la Historia Oficial con mayúsculas, la virilidad es el camino correcto para llegar a ser adultos y adultas en el mundo, no en la Historia Oficial.
(...)
Por eso los hermanos y las hermanas se pelean con frecuencia, mientras viven en la casa familiar, mediante duelos rudimentarios (al igual que los niños y las niñas en la escuela y en la calle). Duelos fratricidas que continuan practicándolos, con otros rituales y armas más sofisticados y sutiles, cuando ya son adultos y no viven juntos en el nido familiar. No otra cosas acaba siendo el duelo de los húsares napoleónicos, hermanos de armas al fin y al cabo.
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Dicho con otra palabras, al mundo se entra y se está en su exterioridad con virilidad, pero se es en su interior cuidándolo con femineidad. Categorías consideradas del mismo rango y respeto en el modelo democrático que alienta y protege a la sociedad con anhelos pluralistas e igualitarios en la que vivimos. Ni obligatoriamente abrupta y castrense la virilidad, ni necesariamente edulcorada y rosa la femineidad. Ni atributo exclusivo de los hombres la virilidad, ni de las mujeres la femineidad.

viernes, 3 de julio de 2020

PUBLICATARISMO

La política cultural para el sur de Francia quedó fijada por aquel ministro impar de la V República, André Malraux, allá por el año 1959. Malraux entendió cabalmente que la cultura es eso que ayuda a hacer menos dolorosa la herida incurable entre la máxima dignidad, propia de nuestra condición de seres humanos, y el tratamiento indigno tal y como la muerte pone fin de manera incontestable a la existencia humana (la imposibilidad de más condiciones de posibilidad), tratando así a esos mismos seres humanos como animales. Esa enorme farsa que hay entre el gozo por que haya nacido un niño, a sabiendas que ese mimos día comienza a rodar el tiempo de descuento hasta el minuto final, solo lo podemos sobrellevar mediante el invento que hagamos de nuestras prácticas culturales. Por eso los animales viven, mientras que los humanos existimos; por eso lo que los animales tienen a su alrededor se llama entorno, mientras que los humanos estamos rodeados del mundo por todas partes. La cultura, por tanto, es el nexo de unión entre la existencia humana y el mundo que lo rodea, para sobreponerse a la indignidad a que de forma inexorable lo aboca la muerte. 
(...)
Lo que Malraux hizo fue hacer resaltar a la vista del futuro turista o visitante todo el patrimonio histórico del sur francés, y darle un valor acorde con la nueva industria que, después de la Segunda Guerra Mundial, estaba empezando a emerger por aquellos años. Me refiero, como no, a la industria cultural. No olvidemos que, a principios de la década d los 50 del siglo XX, los norteamericanos abrieron este camino con la creación de la Ruta Romántica en Baviera, estado federado del sur de Alemania. Como puedes observar estas actuaciones político culturales anticipan ya esa idea del papel de la cultura tal y como la piensa una parte de la filosofía actual (Javier Gomá), según he mencionado antes. No en balde la generación europea de la postguerra supo como ninguna otra anteriormente no solo de la indignidad de la muerte, sino de la propia indignidad de la vida que la precedió y que hizo posible tanta destrucción y sufrimiento en un cúmulo de situaciones limite, como decía ayer. Aunque mas tarde he ido comprobando que esta concepción de la cultura occidental moderna pretende mas que sobrellevar dar brillo y apariencia a una visión materialista de la existencia contra la que atenta sin reparos la indignidad de la muerte, lo cual choca de frente con la imagen cultural que tenían los feligreses de la Iglesia cátara del siglo XI y XII, en la que una exaltación de vida espiritual transcendente les llevó a un desdén absoluto por la vida material que consideraban una obra del diablo.
(...)
Fue así como, sin previo aviso, me topé de frente con el primer signo, insignificante en ese momento para mi, de la cultura cátara, a  saber, un cartel muy bien diseñado visualmente y colocado estratégicamente en la carretera departamental 118, en el que se indicaba algo para mi sorprendente: chateau de Queribús, Dernier bastión catara. Lo que después he aprendido a traducir como que ese castillo fue el ultimo foco de resistencia cátara, año 1255, contra las fuerzas de la alianza formada por la el rey de Francia, perteneciente a la dinastía Capeto, y el papa del vaticano.
(...)
No me ha dejado de sorprender, desde que vi el cartel anunciador del castillo de Queribus, el significado posterior del mismo, la intención de las autoridades turísticas francesas y la mi propia al dejarme llevar por esos parajes a lomos de mi bicicleta. Tres actitudes diferentes pero pertenecientes todas al mismo surgimiento originario, al decir de Jaspers.

jueves, 2 de julio de 2020

SITUACIONES LÍMITE

Aunque las autoridades turísticas francesas lo anuncian o publicitan de manera impecable, el acceso desde el lado español, a lo que fue el espacio donde tuvieron lugar los diferentes enfrentamientos de la cruzada contra los cataros,  requiere por parte del visitante un esfuerzo añadido. No es, por decirlo así, como la visita a los monumentos de una ciudad, que se encuentran mas menos dentro de la trama urbana actual. La orografía del territorio cátaro es muy abrupta y a veces de complicados accesos, lo cual disuade la disposición de quien pasa por los alrededores una y otra vez. Tal ha sido mi experiencia. Al acceder desde el lado español el visitante se encuentra con el lado sur de aquel cuadrilátero irregular dentro del cual, y en los aledaños próximos, tuvieron lugar los enfrentamientos y la resistencia de la cruzada cátara. Este lado sur estaría hoy ocupado, mas o menos, por la carretera dapartamental 118 que une las ciudades de Perpiñan y Foix. Te recuerdo que el lado norte estaría hoy ocupado, también mas o menos, por la autovía 61 que nace en su encuentro con la autovía 9 - que une a su vez Perpiñan con Beziers, (lado oriental del cuadrilátero cátaro)- y acaba en Tolosa de Languedoc, que se une con Foix mediante otra carretera departamental (lado occidental del cuadrilátero cátaro). Insisto en remarcar de forma geométrica el ámbito geográfico de la cruzada cátara, porque es donde tuvieron lugar las situaciones límite que vivieron sus protagonistas y que las hacen fuente y foco de interés para el visitante del siglo XXI. 
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El concepto de las situaciones limite es importante en la filosofía existencial del siglo XX (Karl Jaspers) durante el cual no en balde cristalizaron, como nunca antes en la Historia de la humanidad, un buen número de situaciones de este tipo, que a través de las reflexiones del filósofo alemán proyectan su luz sobre el pasado mas remoto, como es el caso de la cruzada albigense. El hombre, dice Jaspers, siempre está dentro de una situación; si sale de una es para entrar en otra; puede modificarlas, puede crear nuevas situaciones. Pero hay situaciones que no se modifican nunca esencialmente, sino en su manera de presentarse. Tienen un carácter definitivo, último. No podemos mirar mas allá de ellas; son como un muro contra el cual tropezamos. No podemos modificarlas, ni desvirtuarlas, ni explicarlas. Tales situaciones son: que tengo que vivir forzosamente en una situación, que no puedo vivir sin lucha ni sufrimiento, que tengo que morir. Son una misma cosa con nuestra existencia empírica. Para eludirlas no puedo hacer mas que ignorarlas (no querer saber o querer saberlo todo), cerrar los ojos y los oídos, puesto que no hay manera de superarlas; se resisten al conocimiento y solo podemos sentirlas existencialmente. Hacer la experiencia de las situaciones límites y existir son una sola y la misma cosa, dice Jaspers. O dicho de otro modo, el ser humano como existente no llega a sí mismo mas que en las situaciones límite.
(...)
El espíritu de la cristiandad del siglo XII, bajo los auspicios del papa Inocencio III que se encontraba al mando del Vaticano, les debió parecer a los avanzados del catarismo, instalados por aquella época en Occitania, que se encontraba ya en un estado muy mortecino. Para ellos, el gnosticismo que practicaban como forma de llegar a Dios era superior a la fe que predicaban e imponían desde la ciudad romana. Pensaron, para entendernos, que la cristiandad vaticana, debido a sus abusos y corrupciones, estaba en una situación limite de la que no ya no podría salir. Lo mejor era, por tanto, abandonarla y entrar en la situación creada por las creencias cátaras. Todo aparece indicar que los rebeldes cátaros o albigenses erraron gravemente en su cálculo. 

miércoles, 1 de julio de 2020

DANDO PEDALES

En efecto, fue así como entré en el territorio donde tuvo lugar la herejía albigense o de la Iglesia cátara: dando pedales encima de una bicicleta. Lo de entrar en lo que supuso aquel mundo requiere otras actitudes y conocimientos a los que me he dedicado, como he dicho de manera inconstante e inconsciente, en los últimos años. No hace falta insistir mucho en que a unos acontecimientos históricos, ocurridos hace ochocientos años, cuesta abrirles un espacio en la imagen que hoy podamos tener sobre el mundo. Aunque si te fijas con atención, la manera con que hemos abordado la pandemia provocada por el virus de marras, por mencionar lo que más condiciona nuestro presente, no varia sustancialmente a como fueron abordadas las plagas y epidemias en la Edad Media. Dicho con otras palabras, en el momento más tecnologizado de la historia de la humanidad nos hemos enfrentado al virus de marras con similar audacia que lo hicieron nuestros antepasados de aquellos años. Lo cual no quiere decir otra cosa que, cuando la muerte nos ronda los talones, ayer como hoy somos todos igualmente grises, mezquinos y vulgares. Lo cual nos da un pista de que tal vez ochocientos años, vistos bajo el prisma de la parca, no son mas que un ayer a mediodía. También es verdad que hace veinte años la idea de progreso hacia adelante era incuestionable y los pasados bien pasados estaban dentro de las vitrinas de los museos o de las páginas de los libros especializados de historiadores, antropólogos, etnólogos y demás expertos que se encargan de que el pasado sea solo eso, lo que está ya concluido y agotado en sus posibilidades de ser experimentados por sus herederos. Es decir, el pasado es algo muerto y alejado, por tanto, de la vida, la cual sólo corresponde, sin competencia alguna, a lo que está por venir o futuro. 
(...)
No debe ser casual, ahora que lo pienso, que justo desde que empezó a quebrarse aquella idea de progreso ilimitado, allá por el año 2008, ha sido cuando mas he comenzado relacionarme con los cátaros de una manera, por decirlo así, más contemporánea. Lo que me ha llevado paulatinamente a mirar en los fundamentos de su rebelión contra el poder absoluto del Vaticano, las mismas razones que en la lucha por el advenimiento de la modernidad hicieron valer las revueltas y revoluciones que consiguieron, al fin, alumbrarla y mantenerla durante los últimos trescientos años. Hasta hoy.