lunes, 20 de julio de 2020
PLATÓN
“Sócrates no deseaba tener discípulos, sino amigos. Su discurso es político y pedagógico, pero sobre todo es moral y filosófico. En la Apología, comenta: “Nunca he sido yo maestro de nadie. Pero si alguien tiene ganas de oírme cuando hablo y cumplo mi misión, sea joven o viejo, no se lo prohíbo”. Sócrates intenta desenmascarar lo falso, mostrando los abusos e inconsistencias de quienes se erigen en jueces y se atribuyen el poder de decidir sobre la vida de sus conciudadanos. La vida de Sócrates es un ejemplo de responsabilidad cívica y exigencia moral. No conspira ni se plantea utilizar la fuerza para hacerse con el poder. Únicamente invita a pensar, sacudiendo la ceguera que acarrea vivir apegado a la rutina y el conformismo. Cuando los jueces le plantean varias penas, rechaza todas las alternativas. No quiere ser un prisionero que vive a expensas de las arcas públicas. No tiene dinero para pagar una multa. No está dispuesto a cerrar la boca, pues se niega a desobedecer a la voz de su conciencia, a ese dios que le instiga sin cesar, obligándole a pensar y hablar. La posibilidad del destierro le resulta inaceptable: “¡Sí que iba a ser hermosa la existencia para mí, a mi edad, partiendo para el destierro, cambiando siempre de residencia, de ciudad en ciudad, expulsado de todas!”. Ser condenado a muerte no le preocupa. El alma es demasiado valiosa para acompañar al cuerpo en su proceso de putrefacción.”