martes, 8 de julio de 2025

PEDRO SALINAS

 Sin voz desnuda

Sin armas. Ni las dulces
sonrisas, ni las llamas
rápidas de la ira.
Sin armas. Ni las aguas
de la bondad sin fondo,
ni la perfidia, corvo pico.
Nada. Sin armas. Sola.

Ceñida en tu silencio.
«Sí» y «no», «mañana» y «cuando»,
quiebran agudas puntas
de inútiles saetas
en tu silencio liso
sin derrota ni gloria.
¡Cuidado!, que te mata
fría, invencible, eterna
eso, lo que te guarda,
eso, lo que te salva,
el filo del silencio que tú aguzas.

LA NUMANCIA

 EL VERDADERO APAGÓN 

Conviene indagar en los hábitos de nuestro consumo cultural a santo de qué una noche de verano un turista va y se mete, bajo la influencia de un calor sofocante, en el teatro romano de Mérida para asistir a la representación de La Numancia, la tragedia que Miguel de Cervantes escribió en 1585. Alguien ha dicho que Cervantes escribió este libreto para dar cuenta de la actualidad de su época, pues por esas fechas se produjo el sitio de Amberes, episodio en que que participaron los marines españoles de la época, los afamados tercios de Flandes. También alguien ha dicho que sea este último sitio el que más cerca esta de nuestra vida actual y, por tanto, sea el más adecuado para poder hacer, como espectadores del presente, ese laborioso ejercicio que siempre hay que hacer cuando uno visita el pasado, y que va acompañado de la impertinente e inquietante pregunta que todo heredero se debe hacer respecto del legado que recibe como mundo, si no quiere caer en los infantiles y torpes ademanes del adanismo: el mundo empezó el día que yo nací. La pregunta mencionada sería: ¿cuánto de aquel pasado perdura en nuestro presente, y que discontinuidades y rupturas detectables se han producido en nuestras forma de vivir nuestro presente? Una pregunta que, sino de forma tan explícita, bien se la pudo hacer Cervantes cuando se planteó escribir La Numancia. ¿Cuanto de aquel episodio celtibérico romano perdura hoy en la España imperial de Felipe II y los nativos de la America conquistada? ¿Cuántas discontinuidades y rupturas lo hacen diferente, ya sea en el siglo XVI de Cervantes o en el siglo XXI del espectador que asiste acalorado al teatro romano de Mérida?


El uso que hacemos de nuestra libertad sea tal vez el nexo de unión de los celtíberos de Numancia y nosotros los modernos, a través de la mirada barroca del inventor del Quijote. Sea por ello que se puede decir que el tema principal es la esperanza no como virtud melosa del tipo tópico que es lo último que se pierde, y tal, sino construida a conciencia sobre el escenario de la ciudad pacense a través de la forma que le da el pueblo numantino en marcha, demos, hacia su destino, que en este caso no es otro que la muerte sin morir matando, sino la muerte antes de caer prisionero en manos del asaltante romano. Y ello es posible cuando el hombre tiene voluntad, deseo de ejercerla y conocimiento o saber que le permita encontrar el modo como ejecutar dicha libertad. En el caso de La Numancia de Cervantes, el acto creativo proviene de una doble intuición que hermana muy anticipadamente a los celtíberos del siglo uno antes de Cristo con nuestra modernidad post-romántica como espectadores del siglo XXI. A saber, por un lado, el aprender a ser libres juntos, aunque eso sea lo último que hagan los numantinos en sus vidas. Por otro lado, el protagonismo de la voz de la mujer, dadora de vida, que propone el suicidio colectivo que frustrará la honra de la victoria al romano Escipión. Con esto ni conseguirá hacer prisioneros que cumplan la función de exhibir un triunfo en Roma, ni podrá llevar a cabo su plan de vencer al enemigo, ni a la ciudad, puesto que no hay enemigo que vencer. Su estrategia de rendir Numancia sin derramar sangre, es así, también, frustrada. 


Los escipiones conquistadores de todo lo que se mueva son hoy muchos y variados, aunque no hagan sangre con las tropelías de sus conquistas. Sitian las propiedades materiales y, sobre todo, sitúan, el alma de los consumidores, robándoles así, en un acto de mutua complicidad, su condición ciudadadana. No esta tan claro, sin embargo, que los consumidores de esas tropelías tengan la voluntad hoy de constituirse en demos, ni que las mujeres, que siguen siendo las dadoras de vida, vayan a proponer un suicidio colectivo, que hoy consistiría en organizar una jornada mundial de destrucción pública de todos los dispositivos digitales. El verdadero apagón. 

jueves, 3 de julio de 2025

JAVIER VELAZA

 FOTÓNICA

El fotón desconoce qué es la luz.
No se lo expliques, no podrá entender
que hay un sutil milagro que transmuta
lo oculto en evidente y que lo ofrenda
como exclusivo don al ojo humano.
Jamás percibirá la iridiscencia
que envuelve de colores su corpúsculo
y baña en catarata portentosa
este universo nítido y fulgente.

El fotón desconoce que es la luz.
Ignora que sin él, sin su minúscula
energía, sin su movimiento
exiguo e impredecible, no habría más
que una sola perpetua noche insomne.
No sabe que él existe solamente
para unirse a congéneres idénticos
y componer con ellos el fulgor
mirífico que es razón de todo.
El fotón desconoce qué es la luz
y también desconoce que es la luz.

No hay nada más terrible y más hermoso:
ser luz y no saberlo, e iluminar sin ver.
Como nosotros, ciegos titilando en la noche.


ESTATURA

 Cortarle la pelambrera que le crece de forma rápida y abundante a su caniche que le acompañaba, es lo que me estaba contando mi amigo que se disponía a hacer en cuanto nos despidiéramos de la cafetería donde habíamos quedado para charlar un rato, cuando saltó la noticia en mi móvil que hacía mención a unos ladrones que le habían cortado la mano al transeúnte que querían robarle la mochila, pues no encontraron una amenaza verbal suficientemente intimidatoria que le obligara a soltarla y dársela, por decirlo así, por las buenas. Creo que fue Pessoa quien dijo que éramos de la estatura moral de lo que oíamos y veíamos. Así que sin previo aviso me encontré metido en un dilema de difícil salida. Si seguía mi camino ateniéndome a lo que había visto: un chucho con los pelos largos y enmarañados que le iban a hacer un trasquilado de diseño. O seguía mi camino ateniéndome a lo que había oído: un ciudadano había perdido su mano por no dejarse robar. En esa encrucijada sentí que empecé a tener mala conciencia de morderme las uñas, pero igualmente de repente me dio vergüenza de ir por la calle con mis rastas en bandolera. Todo lo cual me hizo llegar a la conclusión, si prestaba atención a Pessoa, que no había crecido mucho.


miércoles, 25 de junio de 2025

CARMEN CONDE

 EN ESTÁ HORA DEL MUNDO

“Sí, lo sé. Hay oscuridad.

No la producimos.

Nadie la confiesa.

Pero algo, pero alguien, pero alguno,

yo no sé si quién,

mana oscuridad,

oscurísima oscuridad”.

CLUB DE LECTORES ADULTOS 34

 Cuando un sistema cerrado de creencias se impone a las maneras abiertas de adquirir el conocimiento, el insufrible resultado es la infantilización atroz de la sociedad y sus instituciones derivadas. O dicho de otra manera, tener siempre la ideología o la creencia o los prejuicios o los complejos etc. a mano y en perfecto estado de revista, para evitar, una vez más, el atreverse a pensar por uno mismo ante los otros. Que fatiga. Las opiniones lectoras deben debatirse no desacreditarse, simplemente, mediante un ajuste con las propias creencias, ideologías, etc. Estamos pues ante la jerga de parvulario de los profesionales del poder, escúchelos, que se ha convertido ya en la única forma de hablar de los lectores adultos. Todo eso, al fin y al cabo, acaba permeando las palabras conversaciones de los clubs de lectores adultos, hoy ya indistinguibles de los infantiles en las escuelas e institutos.

La batalla cultural en torno a esos dos grandes duelistas de la lectura es ideológica y es metodológica, y se refiere a como y con quien deben medirse, por decirlo así, las intervenciones en los clubs de lectura de adultos. Que cada cual diga lo que quiera o que sea el narrador el denominador común que une su diversidad lectora.

sábado, 21 de junio de 2025

SOFIA NOWENDSZTERN

 LA NOCHE LE RECUERDA

La noche le recuerda que la duda trepa las paredes

hasta ocupar la casa
La noche le recuerda que el negro es el color
del más horrible caos

Él elige cerrarse en una oscuridad peor

Inestable por el peso de las imágenes

Incontables, perversas
Prefiere arrancar la fuente

y frenar su curso