viernes, 29 de julio de 2022

LOPE DE VEGA


 

DIONISIA GARCÍA


 

PATRICIA BENITO


 

LA LEY DEL MERCADO 1

 ¿Que nos puede inspirar hoy, según nuestra experiencia e imaginación, la praxis revolucionaria que Marx imaginó a partir de la experiencia de su época (según vimos en la peli de “el joven Marx”), y luego puso por escrito en “el manifiesto comunista”? Nos vendría bien enfrentarnos a esta pregunta y las derivadas que penséis, de cara a la conversación de la pelicula del domingo próximo en la taberna del espectador: “la ley del mercado.”, de Stéphane BrizéUn mercado donde capital y trabajo libran un febril e irresoluble enfrentamiento, desde que Marx cambió la percepción que se tenían entre sí los combatientes, que define el sentido íntimo de los individuos en las sociedades modernas. La situación del enfrentamiento se puede resumir así: tener trabajo es tener un sueldo, no tenerlo es tener un subsidio. Thierry, el protagonista de “la ley del mercado”, se da cuenta de que no está meramente ahí, dentro del mercado con un sueldo o fuera del mercado con un subsidio. Se va de AHÍ para clarificar su existencia como ser en el mundo, o dicho en jerga laboral sindicalista: se autojubila anticipadamente. Con el manifiesto comunista en la mano, ¿aprobaría Marx hoy está decisión? Recordemos de nuevo: un fantasma recorre Europa, el fantasma del “jubilado“ Thierry.

miércoles, 27 de julio de 2022

J. W. GOETHE

Sobre las cumbres

hay paz, 

en las copas de los árboles

apenas puedes

percibir un aliento,

los pajarillos han enmudecido en el bosque. 

Espera, pronto

descansarás tú también.


 

VASILE “VASKO” POPA


 

PATRICIA BENITO


 

EL JOVEN MARX 2

TEATRO-ENSAYO / POLÍTICA-FILOSOFIA 

Al final creo que no supimos explicar acertadamente en la tertulia de la taberna del domingo - con la claridad íntima de nuestra propia experiencia sobre el asunto que nos convocó, no tanto con la exaltación de las opiniones de la propaganda de los predicadores externos - el por qué el fantasma que recorre Europa en 1848, tal y como lo definió el Joven Marx en el arranque de “el manifiesto comunista”, se acabó convirtiendo, cien años después, en una de las pesadillas que destruyó el mundo, tal y como lo constatan los millones de muertos del estalinismo. No supimos explicar con tino si el malestar y desencanto presente tienen que ver con el resentimiento y ánimo de venganza que ha producido y produce la sombra de aquella colosal decepción, que es muy alargada y alcanza una tras otra a la voluntad y formas de representación de las generaciones posteriores, cuyas vidas nada tienen que ver ni con la época fundacional de Marx ni con la terminal de Stalin, Mao, Castro, y demás dictadores de inspiración marxista; o tiene que ver, más bien, con la luz que procede de las palabras del joven Marx que, como la de las estrellas que hace años desaparecieron en la vorágine de las batallas del cosmos, siguen iluminando nuestra imaginación llenas de fulgor como el primer día. Tampoco nos quedó claro si la palabra fantasma, con que el joven Marx inicia “el manifiesto comunista”, hay que leerla en su acepción popular: como algo que da miedo. O en la que propone Aristóteles: todo pensamiento es la contemplación de un fantasma. O en la que pensar sobre lo que desconocemos nos da miedo y, entonces, de aquellos polvos estos lodos. No olvidemos que el joven Marx era un buen conocedor de la tradición filosófica occidental. 

Sin embargo, si nos atenemos al campo narrativo de la película, si se puede deducir la diferencia que hay entre teatro y ensayo, o dicho de otra manera, entre política y filosofía. La filosofía, dice Javier Gomá, plantea una oferta ideal de sentido en el ámbito de los conceptos universales y abstractos; respecto a la política, se parece mucho a la diferencia entre la realidad imperfecta y el ideal perfecto. Lo que vemos en la película es la puesta en escena en ciernes y, por tanto, rudimentaria de una nueva forma de hacer la política, que después, ya fuera del campo narrativo, fructificará en el ensayo fundacional ideal: “el manifiesto comunista”, que durante el resto del siglo XIX, todo el siglo XX y los inicios del siglo XXI sigue proporcionando luz, dando nombre y voz a las estrategias y tácticas de las dos acciones políticas dominantes de la llamada izquierda emancipadora: el reformismo socialdemócrata y la revolución comunista. Lo que sí queda claro en la película, al espectador de hoy, es que una cosa es la acción política y otra muy distinta el ensayo filosófico en que se pueda inspirar. El perfil no profético que tiene el joven Marx de la película, no en balde es el primer pensador de la sospecha, sugiere que esta distinción también la vio el autor de “el manifiesto comunista” en 1848. Lo cual desplaza la responsabilidad de que con el devenir de los años se haya confundido política y filosofía, teatro y ensayo, a las lecturas y puestas en escena que de aquel libro fundacional han hecho y divulgado sus múltiples lectores y predicadores. Los autodenominados enfáticamente marxistas.

viernes, 22 de julio de 2022

JOHN DOS PASSOS

 PUERTA DEL SOL

Suenan los tambores y las trompetas

entre el ruido de la calle.

(Corred, corred, corred para ver a los soldados.)

Todos llevan el ritmo en formación

para seguir el paso reglamentario

de la brillante banda de metales.

 

Los camareros del café se colocan en la puerta

la niña en la tienda de guantes apoya la nariz en el cristal.

¡Oh, el brillo de los metales

el movimiento de los penachos

y el paso de los pies uniformados!

Corred, corred, corred para ver a los soldados.

 

El niño con una bandeja

de pasteles en la cabeza

camina deprisa, lleva el ritmo;

los pasteles blancos y amarillos tiemblan bajo el sol

sus mejillas cada vez más rojas

y su bata a rayas azules ondea

mientras marcha al run run de los tambores.

Corred, corred, corred para ver a los soldados.

 

El lechero con su poni

cargado con cántaros plateados

escolares con mochilas de libros

oficinistas con tiesos cuellos blancos

ancianos con capas

intentan marcar el paso militar

al ritmo de los brillantes metales.

Corred, corred, corred para ver a los soldados.

MARY JO BANG

EN LA CALLE

Aquí estamos, en lo alto del arco de las utopías. El

agua no es profunda. Una mancha de aceite brilla

en la superficie como una lente toma la luz y la

multiplica frente a un espejo. Si alguien se detiene

cerca tuyo, allí están ellos – aunque no aparezcan

en la foto. Lo que hace que la oscuridad total se

vincule a la suerte y cosas así. La arquitectura, a

diferencia de la ley, perdura. Una fachada, como

un ideal, puede ser opresiva a menos que esté

compensada con un balcón al que puedes asomarte

para reprender a los que están en la calle: venid

aquí y miradnos a los ojos. ¿No somos exactamente

aquello en lo que queríais creer? 

GONZALO MILLÁN ARRIATE

   PISCIS

Los ojos de los peces

estaban

siempre mirándonos,

abiertos y voraces,

desmesurados como soles.

Y lo ignoramos

con nuestra ceguera

de gusanos,

atentos únicamente

al dolor del anzuelo.

PEDRO GIL


 

OLALLA CASTRO

 UNA VOZ Y SU ECO (fragmento)



EL JOVEN MARX 1

 ¿De que depende el destino del mundo? El destino del mundo dependerá de cómo seamos capaces de imaginarlo y, a partir de ahí, crearlo. Nuestro protagonista, Karl Marx, creía que era la lucha de clases era la que ponía en marcha la historia. La imaginación no es tanto un asunto histórico cuanto el factor esencial en la construcción de eso que llamamos «historia». Juan Arnau dixit.

La peli “El joven Marx” es, a mi entender, la historia de un gran fervor imaginativo al que acompaña el acto creativo que se encarna en el libro más leído y traducido después de la Biblia: el Manifiesto Comunista. También es la historia entre seres humanos que hizo posible lo anterior, a saber, la inquebrantable amistad de sus autores, Marx y Engels, y el amor que le proporcionaron sus respectivas mujeres, no como floreros sino como parte activa y determinante de aquel proceso imaginativo y creador. Amistad, Amor, Imaginación, Creatividad. En fin, todos ellos manantiales de sentido.


Por eso os he propuesto ver y conversar sobre esta peli. Porque hemos visto “un domingo en el campo”, y porque empezamos a sospechar que los manantiales de sentido de nuestra época se están secando, si no lo han hecho ya. Y porque no es lo mismo experimentar los malestares sociales y los disturbios que les acompañan como en la época del Joven Marx, con los manantiales de sentido a rebosar, que verlos con los manantiales secos como ahora, si exceptuamos al ruso Putin, el peor lector posible de la herencia marxista. 


Os dejo el comienzo de “El Manifiesto Comunista”, justo donde acaba la película, es decir, viendo a Engels rogando a Marx que se ponga a escribir, ya que si no se perderá, y nadie podrá leer, todo lo que hemos visto discutir y polemizar apasionadamente durante la película. Os los pongo para ver si hay correspondencia entre la imaginación de Marx con lo visto por el espectador, a parte de animaros a leer el libro. 

“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en una sagrada cacería contra este fantasma, el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, radicales franceses y policías alemanes.

¿Dónde está el partido de oposición que no haya sido desacreditado en cuanto comunista por sus adversarios en el gobierno? ¿Dónde está el partido de oposición que no haya a su vez devuelto tanto a los opositores más avanzados como a sus enemigos reaccionarios la estigmatizadora acusación de comunismo?” 


Nunca antes como en la era digital las personas se han adulado y se han insultado más y al mismo tiempo entre ellas, pero nunca los insultos y las adulaciones han sido todos intercambiables y carentes de significado. Tal vez sea porque la sangre es ya sólo de composición digital y no llega nunca al río, que por otra parte no admite más contaminaciones. Por primera vez en la historia, Marx supo dar nombre y voz al sufrimiento de la humanidad de su tiempo (dejó de interpretar el mundo y escribió para transformarlo), algo que nosotros escondemos debajo de nuestras mejores sonrisas. Ese es el valor ejemplar que perdura de su libro.


Una última pregunta inquietante. ¿La clase trabajadora tiene que ser culta y cultivada para acceder a la vida política, tal y como creía la alta burguesía alemana de esa época? ¿O más bien da igual, como pensaba la burguesía y parte de la nobleza francesa (despotismo ilustrando), lo importante era hacer la Revolución? Sin embargo, el joven Marx que era  alemán, y de formación hegeliana, pero conocía las revoluciones de Londres y Paris, inicia el Manifiesto Comunista con “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.” Una locución de evocación gótica o fantástica, como si no tuviera muy claro la naturaleza individual de quienes habitan ese nuevo lugar llamado Comunismo. Es probable que Marx, antes de escribir su libro, hubiera leído a Aristóteles, que dijo que todo pensamiento es la contemplación de un fantasma.


UN DOMINGO EN EL CAMPO

 He tardado tiempo en darme cuenta que la primera y la única metáfora de esta película de Tavernier es el título: un domingo en el campo. O en casa de unos amigos. O en la playa. O en la librería de cabecera. O en la montaña. O en casa solo. O en el cine del barrio. O en casa mal acompañado. O en casa bien acompañado. O en el museo de arte clásico. O en el museo de arte contemporáneo. O en la manifestación sindical o medioambiental. O en la manifestación LGTBIQ. O, como no, un domingo en la taberna del espectador. Desde que el yo moderno autocomplaciente se hizo laico, eso dice, el domingo dejó de tener el aura sagrada de ser la fiesta de guardar, ir a misa de doce y tomar el vermut con gambas en el bar de siempre, y se convirtió en el día de ocio del que se va a apoderando sin remedio el aburrimiento y la depresión propios de la cercanía del lunes productivo. Y es que en el domingo del yo moderno autocomplaciente, y laico, eso dice, nunca pasa nada en su imaginación, aunque las corporaciones del entretenimiento no dejen de ofrecerle propuestas contra el aburrimiento y el envejecimiento, que no se por qué el yo moderno aucomplaciente son palabras que entiende como sinónimas. Y es que nunca pude pasar algo cuando no tienes a alguien delante. O también, no puede pasar nada cuando te crees autosuficiente. Al yo teológico el domingo le pasaba de todo en su imaginación, porque le dedicaba ese tiempo al TodoPoderoso con una Fe y un fervor inusitado. Este fue el error de las vanguardias de todo pelaje, que creyeron y creen poder sustituir el significado ontológico (relativo a lo que somos) de esa majestuosa y divina palabra: TodoPoderoso.  


Los primeros que se enfrentaron al aburrimiento del domingo fueron los románticos que optaron por quitarse la vida antes de cumplir los treinta. Marcel Duchamp, más astuto pero no más inteligente, se dio cuenta que el aburrimiento del domingo podía ser una negocio, y le dio la vuelta a un urinario y lo llamo la fuente, inaugurando de esta manera el espectáculo del arte contemporáneo. O de forma más genérica el arte espectáculo. Alguien años más tarde lo rebautizó con el nombre de Evento. Como todos sabemos, hoy la industria de los eventos mueve millones de dinero, de personas, de basura, la cual, dicho sea de paso ha alcanzado la categoría Kantiana de bella: nunca fue tan hermosa la basura. Pero todo esto los espectadores de la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas del XXI ya lo sabemos. Lo que no sabemos es cómo empezó todo. Mejor dicho si lo sabemos a través de la forma histórica o sociológica, pero no lo sabíamos mediante la forma poética de la narración cinematográfica. Así entiendo porque ha elegido Tavernier el año 1910 para situar en el tiempo histórico la acción de la peli. Faltaban dos años para el hundimiento del Titanic, el barco imaginado como insumergible surcando los mares de un mundo igualmente insumergible, al chocar contar un pedazo de hielo flotando a la deriva. Y faltaban cuatro años para que comenzase la Primera Guerra Mundial, primer capítulo de la destrucción de la civilización occidental que se creía eterna y portadora de los valores más nobles del alma humana; en fin, puede decirse que simbólicamente 1910 fue la última fecha redonda, y fronteriza al mismo tiempo, en la que la humanidad todavía creía, paro ya no tanto, en sus posibilidades de dar sentido al mundo en lugar de Dios, y obtener la plena felicidad durante la vida en la tierra, aunque con reservas, según el lejano mandato ilustrado y moderno. En 1910 se empezaban a ver ya las orejas al lobo del fracaso del progreso ilimitado, pero todo el mundo callaba. Así que Tavernier, de acuerdo con esa creencia llena de grietas invisibles, ha elegido un domingo de ese año como el día de la semana de más irrelevante significación en la vida del yo moderno autocomplaciente, y laico; y ha elegido el campo como espacio donde el yo moderno cree que puede restituir lo que la ciudad le pudiera robar a su aucomplacencia, aunque ahora el dice a eso lucha a favor del medio ambiente, pero esto es ya pura apariencia, y también otra historia. Es decir con todo eso Tavernier “naturaliza”, aunque solo sea por un día, lo que el yo moderno autocomplaciente, y laico, ha desnaturalizado, convirtiendo su alma en una máquina para siempre. 


Claro que no ocurre nada en la película de Tavernier, pero para que ocurra algo tiene que haber alguien, y el yo moderno autocomplaciente se ha acabado convirtiendo en un don Nadie, al menos el domingo. Aunque para Tavernier Nadie y Nada no son los opuestos de Alguien y Algo. Eso sería caer en la trampa que tienden los vanguardistas con sus aspavientos. Sin esos aspavientos ni de ningún otro tipo, la sutiliza en el manejo de la cámara hace que Tavernier de forma a algo por otra parte tan escurridizo y refractaria al abuso de las metáforas y los efectos especiales: la falta de trascendencia en el yo autocomplaciente moderno, un ser objetivo o maquinal satisfecho de sus propias opiniones, que se concibe como principio y fin de su propia vida existiendo solo en la superficie o espuma de la realidad, y de todo lo cual un domingo en el campo es el epítome más significativo. En 1910 el hombre masa está en marcha, paradójicamente, en el campo, con un trasfondo urbano y capitalino vía ferroviaria

sábado, 16 de julio de 2022

LA VIDA: ENTRE LA CIENCIA Y EL ALMA

1 Mientras mi madre se moría yo estaba haciendo el amor.

2 Mientras mi marido se moría yo daba a luz en el mismo hospital, aunque en otra planta, al hijo que habíamos concebido juntos.