jueves, 29 de octubre de 2020

ANTIDISTURBIOS 1

 “Algunas veces no queda más remedio que creer que el presente es lo que hay delante de las narices, que Madrid es Madrid, que el presente es lo que hay, que las reuniones son gente que está allí reunida, que los muertos hay que contarlos. No cabe duda de que algunas veces las cosas tienen que ser así. No muchas, mejor que de tarde en tarde. Cuando hay que redactar una instancia o un currículum, por ejemplo. O cuando tratas de entenderte con un guardia de tráfico que acaba de pararte...” (pg 121 del libro Dioses contra microbios, de Alejandro Gándara). O cuando tienes que hablar con el portavoz de seis maderos que vienen a cumplir la orden judicial de desahucio del piso donde estas atrincherado. 

En fin, que este desahucio es mostrado en la serie Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen, como un encuentro entre fuerzas que se repelen, a saber, quienes no se quieren ir del inmueble y quienes llegan para echarlos por imperativo legal. Como lo es el rio que se quiere desbordar y el dique que se lo quiere impedir. Sin mas, de momento. Otra cosa es la legitimidad del asunto, pero de eso no va la escena. Los protagonistas son los maderos en acción (mas un poco antes y un poco después del núcleo central de su trabajo: desalojar). No son protagonistas los gritos, insultos y quejas los que quieren impedir el desahucio, como es la costumbre en estos casos. Esta es la segunda puesta en escena que elige el director para presentar la historia que quiere contar. La primera es donde el espectador conoce a un señorita, que ya no es adolescente pero que se comporta como tal, y que se empeña en que su padre confiese que ha hecho trampas en el juego de mesa en el que participan toda la familia. Aunque en la suma de las dos, que dan los cuarenta y pico minutos que dura el capítulo, debe estar implícito todo lo demás que es el contenido de los otros capítulos. Hay que verlos.


Lo que quiero decir es que sin contar el fondo de otra manera, la forma diferente de contar sus detalles visibles cambia la percepción de lo que siempre es lo mismo y queda oculto: hablar con un funcionario del estado es como hablar con la pared. Sea el funcionario del ministerio de interior o del ministerio de igualdad. Así concebido, la pared de repente cobra vida y significado lo que obliga al espectador a aprender a hablar con las paredes. Pues los números que son los rostros de los maderos, poco a poco, se hacen nombres sensibles ante el espectador, no ocurre así ante los atrincherados que continúan siendo números contables del bando indignado. Los treintas cinco minutos que dura la escena de los maderos en acción están filmados, y montados, desde esa aceptación de los hechos tal y como son. Fuerzas enfrentadas, sin que haya cabida  para alguna de las ideologías del mercado actual de las ideologías. 


Visto así la actitud de los que querían evitar el desahucio transmiten indiferencia, como si la vida no estuviera con ellos o los hubiese abandonado en su afán de conseguir justicia. Sin embargo el trabajo duro que realizan los policías, como si fueran mineros o soldados en el frente de guerra está lleno de una vitalidad creciente, como si se la hubiesen robado a los resistentes. Una forma de ósmosis entre fuerzas que se pelean, por inesperada no menos verdadera. Ni tan siquiera me vino la imagen de que los maderos fueran funcionarios a sueldo del estado, como de hecho lo son. Así la escena esta llena de este sentimiento vital lleno, a su vez, de miedo y desasosiego, cabalmente conducida por Osorio, el jefe de los maderos. Un armario de tres cuerpos con alma. Y esto que me parece lo más importante, se debe a la puesta en escena que imagina el director, y que edita el montador, que ya se ve que apunta no al problema de los desahucios y tal, sino a las relaciones de poder del sistema (o ministerio) al que pertenecen los maderos o antidisturbios y la señorita de la primera escena. 


lunes, 26 de octubre de 2020

DEJAR DE LEER

Telmo se lo ha dicho en repetidas ocasiones, a saber, lo importante no es lo que pasa, sino que hace cada cual con lo que pasa y que hace lo que pasa con cada cual. Pero lo que acaba prevaleciendo es la dictadura de ver únicamente  lo que pasa. Nunca la democracia que inspira hacer algo con lo que te pasa y que hace lo que pasa contigo, y ofrecerlo, a continuación, generosamente al otro y a lo otro.

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Telmo recuerda con melancolía las palabras de  Elias Canetti, que dijo que “llega una etapa, acaso la última, en la que leer no significa nada. Ya no se vincula con lo existente, se escurre, ya no sedimenta ni deja huellas. Quizá aún despierte deseos de leer otras cosas, pero son deseos muy vagos, que se desvanecen antes de articularse. ¿Cómo habría que valorar esa lectura, algo tan diferente de todo lo que antes se llamaba lectura? Quizá sea un ejercicio para olvidar las palabras, su revoloteo ante el silencio”.

👎

Ellos y ellas hace tiempo que han abandonado la lectura si acaso alguna vez los acompañó. Se autoafirman (y se autoconservan) en la sociedad de los intereses materiales mediante su deber ser profesional, donde encuentran todas las certezas, a las que se agarran como lapas, que les brinda la sociedad donde pagan sus impuestos (desde la religión hasta el lenguaje, la economía, el ocio o el arte), pero esconden con estas mismas palabras su afectividad o apasionamiento por el mundo que han heredado de sus mayores, del que sienten la más mínima llamada de como dejar tal herencia a sus vástagos.

miércoles, 21 de octubre de 2020

INVISIBLES 2

 Cuando esta mañana leí el poema de Fernando Pessoa, que más abajo os adjunto, me pregunté si lo habrían leído también Elsa, Julia, Amelia y su ex amiga Mara; y los amantes de Elsa, y el marido de Julia, y el novio de Amelia y su hija adolescente, y la novia de Mara; y si lo habría leído el poste masculino que aparece sentado en un banco. Y, como no, también pensé si habrían leído el poema quienes con mas de cincuenta años, y quienes con menos, participamos en la conversación sobre la peli.
En fin, que difícil es ser consecuente y no ser sino lo visible. Ese es, a mi entender el hálito del alma, que nuestros cuerpos, imagino, de algún modo rodean lo que siempre ha sido, aunque no sepamos decir exactamente lo que es. Por eso la amistad es un misterio como alguien dijo de forma acertada en la tertulia, porque debido a las máscaras y corazas del cuerpo no dejamos de ser invisibles ante los demás. Por eso dije yo lo de los amigos y amigas del alma, y los espacios que seamos capaces de compartir para hacernos verdaderamente visibles. Y da igual donde hayamos nacido y en el año que hayamos nacido y si somos hombres o mujeres, porque ahí no hay calendario ni sexualidad que valga, pues aprendemos que seguir con miedo y a ciegas el tic tac del calendario y la determinación sexual es la peor de todas las inconsecuencias.


jueves, 15 de octubre de 2020

INVISIBLES 1

¿Qué no esperas de “Invisibles”, la película de de Gracia Querejeta? Buenos planos de tres mujeres que fueron hermosas (aunque de otra manera aún lo siguen siendo), que cada jueves caminan por un parque hablando de trivialidades derivadas de la ausencia que sufren cuando antaño fueron hermosas. Hay una algarabía de patio de comadres en esas mujeres protagonistas, que se manifiesta cuando no tienen la corrupción del poder masculino (y el propio) delante. No es tanto que Querejeta no anticipa lo que esta por ocurrir como que su mirada resulta tan inocua que surfea plácidamente en la superficie del presente wasapero, ocultando el esqueleto que lo articula. Echo en falta las palabras que esas mujeres no dicen, ni se dicen, y deberían decirse. Deberían ser dichas en el contexto en que sugiere la puesta en escena de sus vidas, que no es el de la propia vida sino el de su representación o el de la ficción. Menos mal que al final, la Gran Simplificadora, Mara, lo aclara todo: hay muchas vidas y hay que disfrutar todas las que una pueda, le viene a decir a su ex amiga Amelia. Amén.

👎

Viendo la peli es como si estuviéramos presos en un teatro y tuviéramos que seguir, nos guste o no, la obra que transcurre en el escenario; como si, nos guste o no, tuviéramos que convertirla todo el tiempo en objeto de nuestros pensamientos y palabras. ¿Por que tenemos que seguir viendo estas cosas? ¿Por qué tenemos que seguir aguantando la corrección política, venga de un lado u otro del frentismo socio político en el que nos han metido sin nuestros permiso? Porque Dios y la historia nos han hecho así, señoría.

🤢

Hay acerca de la utilización del Diálogo en la ficción narrativa (cinematográfica o literaria) dos tópicos que me gustaría resaltar. Uno de ellos consiste en pensar que, en el interior de una narración, el Diálogo trata de aligerar el espesor de lo que dice quien la cuenta, es decir, descripciones, presentaciones, reflexiones, informaciones, etc. El otro tópico estriba en la presunción de que los personajes hablan en ese estilo directo para mostrarse tal como son, decir lo que piensan, abrir su corazón, agarrar la verdad por el cuello. Pero el hablar o el manifestarse directamente no equivale a que las cosas sean como parecen, ni significa que los personajes sepan mucho de sí mismos (en este último caso el Diálogo podría ser innecesario, pues quien cree saberlo todo de algo o de todo no halla urgencia de hablar con nadie, ni consigo mismo; si toma la palabra lo hace para predicar, o hacer proselitismo, de lo mucho que sabe). Los tópicos narrativos no son ni buenos ni malos, son, a mi entender, restrictivos del campo de la mirada del espectad@r o lector@. Vendrían a producir en nuestra mirada, lo que en términos optalmológicos producen las máculas o las cataratas en nuestra vista.


viernes, 9 de octubre de 2020

MIEDO Y CEGUERA

 Es de agradecer que el valor y el coraje, esos atributos tan humanos demasiado humanos, se pongan a servicio no de la milicia, ni del mercado, ni de la familia, ni de la política de los políticos, ni de las variopintas iglesias que hoy buscan feligreses debajo de las piedras digitales, sino que en un gesto inopinado eleve el vuelo y se ponga a servicio enteramente del alma. De todo ese temeroso y tembloroso aleteo que conforma tu escrito me quedo con: “Se que mi actitud natural a la soledad (que no deja de ser miedo como dices en el libro) y mi conflicto interno con una comunidad que me cuesta encontrarla donde tú siempre la ves (puede aparentar indiferencia) pero nada más lejos de la realidad.”

*
Por fin, el nihilismo, concienzudamente labrado desde su fundación con la muerte de Dios, entrega sus verdaderas cartas y las pone a cargo de la polis. Y a ver que pasa. Donde se exhibía un individualismo sin mácula resulta que solo había miedo, el que solo se vieran masas irreflexivas sin grietas (zombis según tu brillante jerga) era culpa de la ceguera. Miedo y ceguera bien pudieran ser, al fin y a la postre, el epítome de una época que ha durado mucho, demasiado, en la historia de la humanidad,  teniendo en cuenta nuestra condición individual finita y mortal.

jueves, 8 de octubre de 2020

LEGITIMIDAD

 Existe una libertad aristotélica que nos ayuda a discernir moralmente en la búsqueda de la verdad; y existe una libertad moderna que permite al ser humano deshacerse de todo cuanto lo limita y lo molesta, exaltando las pasiones más torpes y las ambiciones más egoístas, en aras de una individualidad soberana, autónoma, independiente de todo, excepto de sí misma.

♌️

La legitimidad política no te la da el que seas socialista ecologista, conservador, feminista, comunista y demás istas. La legitimidad política en la polis te la dan los acuerdos a que puedas llegar con quienes no piensan como tú. De otra manera, la legitimidad política nunca es en sí, sino con y entre los otros. Por eso la desactivación de la conexión o vinculación entre la legitimidad política y la confesión religiosa o política.

㊗️

Igualmente la legitimidad lectora no te la da el que seas profesor de instituto, ingeniero de canales y puertos, abogado, etc, la legitimidad lectora te la da, primero, el pacto de responsabilidad que hagas o construyas con el narrador de la historia en el momento de lectura. Y luego, con los lectores con quienes quieras compartir tu experiencia lectora.