lunes, 26 de octubre de 2020

DEJAR DE LEER

Telmo se lo ha dicho en repetidas ocasiones, a saber, lo importante no es lo que pasa, sino que hace cada cual con lo que pasa y que hace lo que pasa con cada cual. Pero lo que acaba prevaleciendo es la dictadura de ver únicamente  lo que pasa. Nunca la democracia que inspira hacer algo con lo que te pasa y que hace lo que pasa contigo, y ofrecerlo, a continuación, generosamente al otro y a lo otro.

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Telmo recuerda con melancolía las palabras de  Elias Canetti, que dijo que “llega una etapa, acaso la última, en la que leer no significa nada. Ya no se vincula con lo existente, se escurre, ya no sedimenta ni deja huellas. Quizá aún despierte deseos de leer otras cosas, pero son deseos muy vagos, que se desvanecen antes de articularse. ¿Cómo habría que valorar esa lectura, algo tan diferente de todo lo que antes se llamaba lectura? Quizá sea un ejercicio para olvidar las palabras, su revoloteo ante el silencio”.

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Ellos y ellas hace tiempo que han abandonado la lectura si acaso alguna vez los acompañó. Se autoafirman (y se autoconservan) en la sociedad de los intereses materiales mediante su deber ser profesional, donde encuentran todas las certezas, a las que se agarran como lapas, que les brinda la sociedad donde pagan sus impuestos (desde la religión hasta el lenguaje, la economía, el ocio o el arte), pero esconden con estas mismas palabras su afectividad o apasionamiento por el mundo que han heredado de sus mayores, del que sienten la más mínima llamada de como dejar tal herencia a sus vástagos.