miércoles, 29 de marzo de 2023

JUAN CARLOS VELOSO

 


ÁNGELES MORA


 

JOSÉ SARAMAGO


 

LA OPINIÓN PÚBLICA

 Se ha convertido en una nueva religión o en una dictadura sin rostro, es imposible ir contra ella. Contra su vulgaridad y su ley del mínimo esfuerzo: contra la máxima comodidad a la que aspira, confundiéndote con el anhelo de lo mejor. Por ello no sucede lo imposible, sucede lo no pensado. A saber: Sin que se mueva el pensamiento, ni el cuerpo, solo con el clic de la inmediatez y la impunidad, las dos armas preferidas de los cobardes, produce la mayor ilusión de libertad que se ha inventado nunca. Ya pueden los dictadores, los sátrapas, los sofistas, los manipuladores del mundo - sean de inspiración cristiana o sea Confucio el alentador - hacer lo que quieren y cuando quieran. Tienen todo el campo abonado para llevar a cabo sus propósitos malignos. Mientras, encarcelados en sus prisiones mentales, los siervos pueden seguir llamándose ciudadanos. Entonces, fíjate, para que educación, para que familia, para que parlamento, para que conversación, para que ágora pública, si estás a un tiro de click de todo lo que se mueve en el mundo, sin mover tu cuerpo, ni tu mente. Paradójicamente todo se mueve menos tu, convertido en el mejor esclavo del mundo para los más codiciosos gánsters del planeta. El principio del primer motor inmóvil vuelve a la palestra. ¿Te suena?

¿En qué quedamos y dónde nos vemos?

viernes, 24 de marzo de 2023

G. GARCÍA MÁRQUEZ

 


MAMTA SAGAR

 SUEÑOS (fragmento)



NORMAN CAMERON

 


LAURA RIDING


 

FELIZ NAVIDAD

 La guerra es a la naturaleza humana, como la cara oculta de la Luna lo es a la naturaleza del satélite de la Tierra. Esta ahí, sabemos que está ahí desde siempre, pero vivimos como si no existiera. ¿No la vemos o no queremos verla? Salvo en los momentos en que se hace visible, como pasa ahora en Ucrania, el resto de los días decimos seguros y enfáticamente: que vivimos en paz. Y sin son años, muchos años viviendo así, como es el caso del continente europeo, nos atrevemos a inventar una categoría ontológica a la que denominamos Pacifismo. Pues, también lo sabemos, que somos muy aficionados a coser de forma inseparable la perfección y omnipotencia propiamente divinas a la imperfección e ignorancia propias de la naturaleza humana, sin darnos cuenta de que somos “seres intermedios” entre los dioses y las bestias. Por decirlo con otras palabras, los seres humanos somos una anomalía prescindible, o sobrevalorada como dicen los pedantes, en la evolución del cosmos. Todo en el cosmos son enfrentamientos desatados y constantes, sin orden ni concierto, de unas fuerzas contra otras. Y ahora resulta que el último que ha llegado a la fiesta cósmica, el ser humano, viene a dar lecciones de urbanidad a los que llevan ahí desde siempre. Una cosa es protegernos, dada nuestra evidente fragilidad, de ese combate cósmico - es lo que hemos llamado civilización -, y otra pensar que con ese gesto somos capaces de civilizarnos de forma absoluta y, de paso, civilizar todo lo que se mueve a nuestro alrededor, haciendo desaparecer cualquier vestigio de animalidad subyacente.

La guerra entre seres hablantes es el fracaso de sus palabras como vehículo de entendimiento y conocimiento. La impotencia de la funcionalidad de aquellas pone en el escenario la apabullante funcionalidad del lenguaje de las armas. Pudiera parecer, así lo predica desde hace años el pacifismo más militante, que palabras y armas son términos opuestos. Pienso, más bien, que son dos caras de la misma moneda, diferentes grados de expresión que elige la mente del mundo en su relación con la naturaleza. Somos guerra y paz, al mismo tiempo, y no podemos elegir. Me explico. La guerra solo se puede entender si abandonamos el marco estrecho de las ideologías - ya sea la pacifista o la militarista - y la percibimos como un fenómeno entreverado de vida y muerte, de sujetos y objetos en constante colisión. Hay un elemento de la fenomenología que resulta valioso para cualquier lector o espectador. Antes que opinar sobre los hechos de la guerra, ser belicista o antimilitarista, el narrador de la novela o de la película debe describir la experiencia de la guerra. El lector y el espectador, por su parte, deben elegir qué hacer con esas descripciones, en qué medida forman parte, aunque sea con otra intensidad, de su vida cotidiana, y no tanto como un fenómeno radicalmente ajeno que les pasa a otros y que un día, sin previo aviso, estalla delante de sus narices. ¿Hasta qué punto el ejercicio irresponsable de nuestra libertad produce un sin fin de injusticias, caldo de cultivo permanente de la violencia que justifica, sí los que mandan lo consideran necesario, el estallido de la guerra? De nada vale, llegados hasta aquí, caer en brazos del victimismo, el hermano gemelo del pacifismo, para echar la culpa de nuestros males a los dioses o a las bestias, esas dos fuerza poderosas que nos rodean.


La película “Feliz Navidad”, del director francés Christian Carion, aspira, según mi parecer, a entender la guerra a través de sus protagonistas que intuye no están donde creen estar, ni siquiera en el tiempo en el que creen estar. La guerra de 1914 facilita este punto de vista, pues fue la última guerra que empezó con el estilo bélico de la vieja usanza romántica, y acabó inaugurando el estilo bélico moderno. Para botón una muestra: en una de las escenas, al principio de la peli, uno de los protagonistas le informa a su hermano que se ha declarado la guerra, lo que significa que, al fin, les ha sucedido algo interesante en sus vidas. El tal hermano se queda paralizado y el otro le presiona diciéndole: te vas a quedar ahí. La escena acaba, como no podía ser de otra manera, viendo el espectador como los dos hermanos salen de su casa y se dirigen a donde se celebra la tan anhelada guerra. Digo celebración de la guerra porque así es como la perciben los protagonistas en esos primeros compases de la contienda. Algo parecido ocurrió, años más tarde, en el inicio de la guerra civil española. Fue cuando se produjeron los bombardeos masivos sobre la población civil inocente, que fue la gran innovación de la Segunda Guerra Mundial, lo que sacó a la Peña Sociológica de ese idealismo guerrero, sumergiéndola en un horror psicológico del que se deriva el eslogan “No a la guerra”, y tantos otros eslóganes performativos que desde entonces no cesan de aparecer sobre éste y otros asuntos afines. Como si ese horror por el hecho de señalarlo con tus palabras, te diera la potestad de hacer real inmediatamente lo dicho: No a la guerra. 


Elegir la navidad de 1914 me parece acertado, desde el lado del guión, pues todavía había en el espíritu de la época un gran fervor religioso que permite entender mejor, al espectador de hoy, la forma y el ritual que adquiere ese alto el fuego al que asistimos. Treguas en los combates, en la postGranGuerra, ha habido siempre, pero ya por motivos meramente tácticos, o humanitarios como les gusta decir a los más cínicos, desde el lado de la trinchera donde no caen bombas. Que sea además la música alemana y las tradiciones musicales escocesas las que protagonizan esa tregua para celebrar la navidad, dejando a los franceses que pongan el champán y se guarden su razón ilustrada para otra ocasión que no volverá nunca, tal y como la imaginaron los padres fundadores de la ilustración. 


Después de hechos los brindis y enterrados los muertos, esparramados entre el breve espacio que había entre las dos trincheras, y que cayeron en combate antes de la tregua, llega el momento de volver al trabajo propio y apropiado de una guerra, que no es otro que matar al enemigo y evitar que te mate. Y este es el momento en el que al espectador de hoy, pacifista y victimista, se le llena el semblante de una extraña sensación de perplejidad, pues las imágenes de la película lo han puesto delante de lo que no quiere mirar, o prefiere mirar para otro lado, no tanto como un gesto por no poder aguantar el horror como por no aguantar lo que oculta su propia voluntariosa ignorancia. Por decirlo de manera breve, ¿cómo es posible que todavía hoy sigamos moralmente como en la época de las cavernas?


lunes, 20 de marzo de 2023

ESPERANZA ORTEGA

DIARIO DE LO NO VIVIDO



CONCHA ESPINA

 LEJOS (fragmento)



MANUEL ALTOLAGUIRRE

 


ZOMBIS

Un zombi es una distopía íntima sobre la distorsión del sentido. Un zombi forma parte, ya tu sabes, de la capa de hielo que rodea la apariencia de la vida cotidiana moderna, y que en no pocas veces cala hasta el centro del corazón de sus protagonistas.

Son esos tipos que no tienen ningún interés conversacional, tipos con los que te relacionas y que no tienen, en definitiva, ningún interés comunicativo. Son como fantasmas andantes, que tienen a su espalda la mochila con todo el peso de su experiencia biográfica o vicaria, y por delante, como único horizonte, una pantalla que aumenta exponencialmente la ya de por sí realidad fantasmagórica, haciéndote creer que todo el mundo está al alcance de tu mano en un click. Contra lo que venden Elon Musk o Mark Zukerberg, es la cesión voluntaria de tu inteligencia natural a la llamada inteligencia artificial de las pantallas, que aquellos vendedores de humo te ofrecen. Esa cesión es la que te convierte en un zombi.


Zombis, en fin, con los que te relacionas cada día y que son incapaces de crear realidad. Entiéndase por realidad el tiempo que se construya entre dos personas o entre dos conciencias, que se reconocen y se conocen, es decir, se necesitan recíprocamente. Por eso son zombies, porque deambulan de aquí para allá, de evento en evento, dentro de una realidad que no existe, y con ese mismo empeño, sin embargo, no deja de estar presente.

¿En qué quedamos y dónde nos vemos? 

miércoles, 15 de marzo de 2023

JESÚS CASTRO




 

TÚ DECIDES NO ESCUCHAR

 Sabes que, de forma involuntaria, los niños no escuchan ni prestan atención a nada ni a nadie que no sean ellos mismos. Es su naturaleza, que también reúne las condiciones de posibilidad de su aprendizaje. 

En cambio, tu para ser propiamente adulto tienes que haber desarrollado tus capacidades de atención y relación. Para que tú, como adulto, no escuches ni prestes atención a nada ni a nadie, debes tomar la decisión consciente y deliberada de hacerlo, aunque semejante hábito se convierta, a la larga, en algo inconsciente, como le ocurre a los niños.


También sabes que eso es un eslabón más en la imposición de tu voluntad de poder en el mundo, antes que compartir los efectos de tu emoción creadora. Un eslabón más, en la Okupación del espacio, en detrimento de la desaparición de tu tiempo, antes de constituirte en un ser sin tiempo y conquistador del espacio. Como Elon Musk. Y sin embargo, ¿no es la memoria del pasado y la imaginación hacia el futuro las que habitan en el tiempo, no en el espacio?

¿En qué quedamos y donde nos vemos?

martes, 14 de marzo de 2023

WARSAN SHIRE

 HOME (fragmento)

Nadie se va de casa salvo

que la casa se la boca de un

tiburón 

solo corres hacia la frontera 

cuando ves a toda la ciudad 

corriendo también  


Tus vecinos corriendo más 

rápido que tu

aliento ensangrentado en sus

gargantas

el niño con el que fuiste a la 

escuela

que te beso aturdido detrás de 

la vieja fábrica de hojalata 

lleva una pistola más grande 

que su cuerpo.

Solo te vas de casa

cuando la casa no te deja 

quedarte.

WALT WHITMAN

 PARA TÍ, OH DEMOCRACIA

Yo quiero hacer inseparables a las ciudades, cada una pasando
su brazo alrededor del cuello de la otra,
Por el amor de los camaradas,
Por el amor viril de los camaradas,

Para ti este canto mío, ¡oh, Democracia!, para servirte,
ma femme!

Para ti, para ti yo he trinado estos cantos.

lunes, 13 de marzo de 2023

SERES SIN TIEMPO

 Al nacer nos dan una vida en propiedad y un mundo en herencia.Todo ser humano tiene la obligación de buscar su lugar en el mundo, que le permita tratar con la vida recibida y traspasar el legado heredado a la siguiente generación, sea todo por el bien de la humanidad a la que pertenecemos como individuos. Si quieres salvar el legado cultural de la humanidad, te convertirás en un académico (profesor, maestro, archivero, bibliotecario,…). Si quieres salvar vidas humanas, te convertirás en un soldado (policía, médico, bombero,…) Si quieres  traspasar el legado de tu vida al alma del mundo para que lo herede la siguiente generación, te convertirá en un monje creador (poeta, pintor, músico, …) En la época teologal el académico, el guerrero y el monje creador coincidieron al mismo tiempo y en un mismo lugar: los monasterios. La razón ilustrada acabó con la visión medieval de la vida y del mundo, lo que dio lugar a que el académico, el guerrero y el monje creador se fueran cada uno por su lado. Todo a beneficio del sujeto moderno, que dicta sus leyes a la Naturaleza porque se constituye en el legislador único de su propio código moral y estético: su autonomía rechaza toda instancia exterior a la conciencia individual, así como la repetición o reiteración imitativa, incompatible con la intuición de un sujeto esencialmente libre.Este cambio colosal de época a quien más ha afectado ha sido a la figura del monje creador, que se encuadra en una situación precaria al diluirse su antigua actividad entre el ruido, intencionalmente confuso y difuso a la vez, de las audiencias dominantes. El sujeto moderno no siente la necesidad de traspasar el legado de su vida al alma del mundo ni a la siguiente generación, ya que es autosuficiente y autorreferencial en un presente de actualidad continúa, cabalgando sin cesar sobre un sin fin de eventos consecutivos. En el mundo de hoy la experiencia de la temporalidad de los seres humanos ha sufrido una mutación notable, hasta el punto de que podría hablarse del ocaso de la misma. Hemos perdido la experiencia de la duración, de la demora, que ha sido sustituida por la sucesión ininterrumpida de intensidades puntuales. Nos hemos convertido en seres sin tiempo, que solo ocupan de forma intermitente el espacio. Todo el espacio. Y luego nos quejamos del cambio climático, buscando afuera culpables por doquier, sin atrevernos a mirar adentro de nosotros mismos

miércoles, 8 de marzo de 2023

FENG ZHI

 




 


INFIERNO EN LAS REDES

 Ahora sí, ahora mejor que cuando Sartre lo sentenció se entiende, redes sociales mediante, que el verdadero infierno son los otros.

Sea por ello que crees controlar el espacio mediante el desparpajo con que utilizas lo digital para alcanzar el don de la ubicuidad en tus desplazamientos (por favor, no lo llames viajes), con un “amigo”(mejor que con un amor) en cada puerto; así crees que estas dando el primer paso hacia la divinidad de tu ego.


Y como tú vanidad no descansa nunca, vas y entonces piensas que controlado el espacio absoluto, con el mismo impulso controlarás el tiempo absoluto como dictó Isaac Newton. Al fin, Dios en la tierra. Pero no dices también que esperas como agua de mayo la salida al mercado del ordenador cuántico. 

¿En que quedamos y donde nos vemos?

lunes, 6 de marzo de 2023

ADOLFO G. ORTEGA

 DESCRIPCIÓN DE LOS CONEJOS (fragmento)



AS BESTAS

 “Está usted detenido” 

Cuando Rodrigo S recibió esta notificación telefónica por parte de una voz acusmática no supo que decir y colgó. Acababa de llegar a su domicilio después de haber recibido los máximos honores de la suprema Entidad Cinematográfica española  - incomprensiblemente llamados Goya - cuando sonó su móvil. Hubiera sido más acertado que fuese la entidad Arco 2023 quien le diera al detenido Rodrigo S el reconocimiento, se lo mereciese o no, pues a la feria madrileña de arte contemporáneo le da lo mismo si “As Bestas” es ficción, auto ficción, para ficción o un largo anuncio publicitario como comentaré más adelante. El caso fue que al poco tiempo volvió a sonar el smartphone de Rodrigo S y la voz acusmática volvió también a repetir: “Está usted detenido” Y luego continuó leyendo lo que tenia pinta de ser un oficio administrativo, sin vinculación aparente con alguna de las entidades de justicia o policiales legalmente autorizadas para tales menesteres. Era una voz que parecía bastarse así misma y, al mismo tiempo, su sintaxis y eufonía la hacían completamente heterónoma de algo desconocido.

¿Cual sería su mejor historia si tuviera que salvar a la patria?- continuó hablando la voz acusmática - Solo os prometo sangre sudor y lágrimas, dijo Winston Churchill en el discurso de investidura de 1940, como primer ministro de su majestad. 

¿Cual seria su mejor historia cuando hay que construir al Führer que va a salvar a la patria?, le pidió Adolf Hitler a Leni Riefenstahl. 

¿Cual es su mejor historia cuando no hay que salvar nada ni ensalzar a nadie, cuando el malestar general mental - llámese estupidez si quiere - está garantizado en un época de bienestar general material también generalizado? Simplemente contar su mejor historia no debería estar vinculado a los usos del presente como cuando el enfoque de la vida fue salvar a la patria inglesa o construir la figura de un Führer que iba a salvar a la patria alemana. Dentro de los usos del presente en la vida democrática española del siglo XXI, no hay que salvar a nada ni a nadie porque nunca pasa nada relevante. Solo la llamada rutinaria del lechero de la SER o de la COPE o la de los Predicadores Agonistas de las Redes Sociales, sin miedo alguno a que lo haga la gestapo o la stasi. Todo está consentido, todo empieza por primera vez, usted mismo es un ejemplo de ese adanismo dominante. Sin embargo - enfatizó su tono la voz acusmática - yo le llamo porque usted lleva años “ante la ley de la creatividad” - verdadera ley del espíritu de las democracia española contra el totalitarismo materialista de la actualidad del espectáculo - para que pueda contar su mejor historia, pero no sabe o no quiere entrar. Prefiere pedir subvenciones y que le den el Goya. Esa ley, que lleva vigente desde Cervantes, da cuenta hoy de un presente donde aparentemente nunca pasa nada, pues ese presente se alimenta solo del pasado (memoria) y del futuro (imaginación).

Si se fija, lo contrario del enfoque vital de la época de Churchill y Hitler donde había que salvar el presente con propaganda, mucha propaganda y publicidad, pues las bombas convertían todo en un presente como elemental acto de supervivencia. Como en la selva  talmente. Solo bombas y aniquilación a mansalva en tiempo real. Es una ley - la que ampara el enfoque vital del siglo XXI - de apariencias o percepciones, que interesan al alma, no de obviedades o exactitudes, que dan satisfacción al deseo insaciable del cuerpo y del bolsillo. Por eso usted siempre enfoca su cámara como en la época de Churchill y Hitler, para saldar cuentas con el bombardeo continuo de su smartphone y el de las redes sociales, donde nunca pasa nada digno de ser contado mediante artificios narrativos, sino mediante el chequeado, como si fuera un billete en el aeropuerto, ante el Yo Espectador que, acomodado en la butaca de su casa, legisla soberanamente sobre lo real: este es mi espacio y mi tiempo absolutos, porque así lo pone en mi billete. Despeguen cuando quieran.


Desde que “internet convocó en el presente a todos los idiotas” (Umberto Eco), se dejó de oír la voz premoderna de los sabios más viejos de la tribu, “los mayores peligros que corremos los humanos son sucumbir a lo que rompe nuestra humanidad y nos enfrenta cruelmente a los demás” (Fernando Savater). En la modernidad del siglo XXI, el sujeto idiota es el que “dicta sus leyes a la Naturaleza porque se constituye en el legislador único de su propio código moral y estético: su autonomía rechaza toda instancia exterior a la conciencia individual, así como la repetición o reiteración imitativa, incompatible con la intuición de un sujeto esencialmente libre y creador.” (Javier Gomá). Señor Rodrigo S. tómese estos entrecomillados - es que soy un burócrata algo leído y viajado, ya ve - como una explicación de su detención, aunque yo sólo soy quien le comunica el hecho no el por qué de la detención, soy algo leído y viajado pero ante de todo soy un burócrata obediente. Le repito, por tanto: está usted detenido, aunque ni usted ni yo sepamos por qué.


Lo que sí me parece explícito - continuó la voz acusmática - según consta en el oficio de la detención que le he anunciado es que, cito, “as Bestas” es un largo anuncio publicitario, dividido en las dicotomías estériles por irresolubles que son las más acuciantes de ser publicitadas según la urgencia ideológica de quien le paga, que no tiene porque coincidir con la suya” , fin de la cita. Nada más. Ya le adelanto que el primer artículo de la ley de la creatividad mencionada - ante la que usted, le repito, no quiere entrar, tozudez que es el motivo de su detención - dice, cito, “la tipología de las dicotomías irresolubles entre las identidades humanas no es infinita, sino limitada y reiterativa”, fin de la cita. Le muestro de forma resumida los cuatro paneles publicitarios que usted junta uno detrás de otro, con el desparpajo de quien desde las actividades extraescolares le han consentido hacer lo que le peta. de tal manera que el todo aparece impropio de sí mismo y de sus partes, por lo que el resultado final acaba siendo en vano.


1*El estilo de vida autóctono del ruralismo cañí de la España vaciada contra el estilo de vida forastero del ruralismo ilustrado de la España okupada. 

2*El sí a las energías renovables contra que su ubicación no sea cerca de mi casa.

3*Los adultos contra los jóvenes 

4*Los hombres contra las mujeres 


Cada panel usted lo justifica con una escena construida con estilo publicitario, como no podía ser de otra manera, dejando al final claro que producto debemos comprar.

Los paneles 1 y 2: el enfrentamiento entre los franceses ilustrados y los hermanos rusticones, a los que le dedica bastantes minutos, son los paneles eje del anuncio publicitario, por decirlo así. No en balde enfrenta, con resultado de asesinato anunciado, lo autóctono contra lo forastero, lo cañí contra lo ilustrado, lo vaciado contra lo okupado.

El panel 3: el dueño de una lavandería en la ciudad, y también vecino ocasional del pueblo, trata de convencer a los ilustrados de que no se opongan a la instalación de los molinos que quieren los rusticones.

El panel 4: la llegada al pueblo de la hija de los ilustrados, para decirle a su madre que es una pringada pues siempre ha estado sometida a su padre difunto, por eso ella es madre soltera y no se tiene que someter a nadie y así acostarse con quien le dé la gana.

El panel 5: la viuda ilustrada le dice a la viuda rusticona que ahora que sus hijos van a ir a la cárcel, por haber asesinado a su marido, ellas, las mujeres, deben estar unidas.


Para finalizar, solo recordarle que es usted quien no ha querido entrar en “la ley de la creatividad”, a sabiendas de que es una ley creada especialmente para usted

viernes, 3 de marzo de 2023

ANÍBAL NÚÑEZ


 

JUAN CARLOS SUÑÉN

 UNO SE QUEDA SOLO



CLARA JANÉS

 OYES ESTA MÚSICA (fragmento)



SU MEJOR HISTORIA

 La guerra no atenta contra la vida, sino que es más bien una de sus formas. Forma parte de nuestro adn como la supervivencia, sin la cual la especie humana desaparecería. Pero la guerra, como la supervivencia, también son aspectos de nuestra imaginación, vale decir, de nuestra cultura. Destructiva, dolorosa, sí,  pero la guerra es una de las formas que adquiere esa cultura. Dicho de otra manera, la guerra con sus dosis superlativas de tragedia y muerte no puede ser superior a la vida, es la vida misma descarrilada, si se quiere ser compasivo, ya  que únicamente en el ámbito de la vida acontece la tragedia, el dolor y la muerte. También el drama, la comedia, el placer,…, claro está.

Es alrededor de estas disquisiciones donde me parece más oportuno situar el foco de atención del espectador de la película “Su mejor historia”, de la directora danesa Lone Scherfig. Sea debido a que no vivimos en un ambiente bélico cercano desde hace casi ochenta años, sea debido al confort extremo con que hemos decorado nuestra vida en este largo periodo de de paz, lo cierto es que tendemos a pensar sobre la guerra como algo ajeno a la vida, donde solo prevalece la muerte. Sin embargo, sino nos fijamos con atención en los periodos que llamamos de paz, la muerte, como cabría suponer según el razonamiento anterior, debería estar totalmente ausente, pero lo que comprobamos cada día es que no deja de hacer valer su particular guadaña para llevarse por delante a quien se cruce en su camino. Y eso que los pacifistas hacen todo lo posible para que no se vea o, aún peor, no exista. La muerte. Y la guerra.


Aclarado que la vida está por encima de las vicisitudes en que la puedan meter la conciencia de los seres humanos, por la misma razón la única forma de acceder a sus misterios no se puede hacer frontalmente sino dando un extraño rodeo al que llamamos ficción. De eso va en esencia la película. De cómo se construye ese rodeo hasta hacer que se parezca a una escalera que nos permita abordar con esfuerzo pero con sentido eso que llamamos realidad, que no es otra cosa que un juego de comunicación entre dos percepciones íntimas y previas sobre lo que se nos aparece fuera. Una escalera que no tiramos cuando llegamos arriba, sino que la utilizamos para bajar abajo y contar lo que hemos visto. Esa es la estructura del rodeo, eso es narrar con sentido. Estoy hablando del equipo de guionistas que se encargan de hacer el mejor guión, que haga posible que el director filme la mejor historia para salvar a la patria inglesa de la invasión nazi. Estoy hablando de cómo se construye la ficción que va a permitir hacer entender al pueblo británico la primera y única consigna del recién nombrado primer ministro de su Majestad, Winston Churchill: solo os puedo prometer sangre, sudor, y lágrimas (no hay mención a ella en la película, pero el espectador atento sabe que está detrás del encargo al equipo de guionistas por parte de las autoridades británicas). Un equipo de guionistas del que forma parte una mujer, Catrin, que tiene la oportunidad de poner a servicio de una causa justa, la mayor imaginable en esos momentos históricos, todo el potencial narrativo que lleva dentro. Como tantas mujeres los hicieron en otros campos en esos momentos históricos.


A parte de las peripecias de los miembros del equipo de guionistas, desenamoramientos, enamoramientos, situaciones cómicas y tragedias, más bien sugeridas o no del todo incluidas, lo más destacable para un espectador del siglo XXI, a mi entender, reside en el vínculo que se produce en la mente de los creadores hasta formar, a su vez, el mejor equipo de guionistas para el momento: imaginar la mejor historia para la mejor causa posible, que no es otra que salvar a la patria inglesa de la invasión nazi. Digo esto, porque hoy la mejor historia de cualquier equipo de guionistas no tiene enfrente de una forma tan nítida la mejor causa posible. Y si hoy falta la mejor causa posible, que no sea la del propio sujeto moderno, falta el trabajo en equipo, que es uno de los ejemplos perdurables que nos trasmite la película de Scherfig a los espectadores de los tiempos actuales. Un sujeto moderno que según Javier Gomá, “dicta sus leyes a la Naturaleza porque se constituye en el legislador único de su propio código moral y estético: su autonomía rechaza toda instancia exterior a la conciencia individual, así como la repetición o reiteración imitativa, incompatible con la intuición de un sujeto esencialmente libre y creador.