martes, 29 de diciembre de 2020

ALFONSINA STORNI

 


EL AÑO DE LA PESTE

 El caso es que les he reunido con el nombre de “Mi Familia Pandémica” y quería decirles algo antes de que acabara este año, pero no encontraba la palabra cabal. Todas las que se me pasaban por el majín me parecía como mear fuera del tiesto. Con perdón. Al final, volví a leer el cuento “la carta robada”, de Edgar Allan Poe, y me di cuenta de que la palabra cabal era la que, a mi entender, he tenido delante durante todos estos meses en que hemos vivido juntos pero no revueltos bajo la férrea y amenazante compañía del virus de marras. Me refiero a la Ética. No se ustedes, yo no les puedo decir convincentemente que es la Ética, pero si he intuido estos meses de aislamiento que la mejor manera de poner sus mimbres patas arriba es colocarnos bajo la tutela de un confinamiento obligatorio. Por decirlo rápido, de repente, el bien y el mal, lo virtuoso y el encanallamiento, etc.  me han parecido que han perdido el lugar que creímos que tenían en nuestro mundo, por endeble o desdibujado que fuera. No sé ustedes, pero durante estos meses he visto como miembro de la clase media dominante en el siglo XXI a la que pertenezco, lo que antes solo intuía: que soy solo un cliente y que los clientes siempre tenemos razón. No soy, por decirlo así, un ciudadano de una polis abierto al diálogo y a la conversación responsable entre distintos, sino únicamente un consumidor de un gran supermercado que por temor al contagio a cerrado sus puertas. Por decirlo así, soy un desclasado. Lo cual me convierte en alguien volcado en la apariencia de lo gastronómico, o dicho en plan fino en alguien de proyección únicamente estética. Vamos, una mercancía mas. Fue así cuando descubrí la palabra que andaba buscando. Entonces, me dije, ¿donde ha quedado la ética en este año que acaba? Les traslado a ustedes esta pregunta porque estos meses en compañía del virus de marras yo solo he visitado carnicerías, pescaderías, cadena de supers, fruterías, farmacias, alguna cafetería, algún restaurante de comida para llevar, y a la naturaleza que no tiene propósito y es ateleológica (perdone por la pedantería), ah, y he comprado por Amazon desde libros hasta cepillos de dientes. Tanto fue así, fíjense, que cuando les preguntaba (mientras hacía cola con su distancia reglamentaria en la calle o para pagar en caja) a los clientes del supermercados, farmacias, etc. o al repartidor de Amazon por la ética que nos esperaba después del virus de marras, casi se les desencajaba la mandíbula de la risa. “Convénzase - me espetó uno de estos a la cara - lo que ha separado este virus no lo vuelve a unir ni Dios ni la Revolución.” Como lo oyen. En fin, que estoy hecho un lío. Y, para rematarlo, hoy me he enterado que la deuda pública española ha subido a 118 del pib, que tampoco se lo que significa pero me parece que debe ser algo muy gordo.  Ahí les dejo mis desasosiegos del “fin del año de la peste” por si fueran de su interés.

domingo, 20 de diciembre de 2020

W. H. AUDEN

 


MANK

 Los cuatro o cinco flashback que tiene la película Mank, de David Fincher están enteramente al servicio de la primera escena, en la que conocemos al protagonismo iniciando la creación o escritura del guion de la película ciudadano Kane, que luego firmaría  a Orson Welles con la influencia y fama por todos conocidos. En ningún caso son flashback que tengan que ver, para entendernos, con la vida del protagonista sino con ese momento puntual y, como veremos al final, decisivo  de su actividad creativa que es la escritura del guion de la película afamada.

Todo lo anterior es una apreciación de L_ que me parece muy sugerente. De hecho la estructura de los flashback tienen una evidente estructura de guion, con su lenguaje: noches exteriores días interiores etc. Prueba de todo ello es la escena hacia el final de la película donde Mank le pide a Welles ser partícipe en la autoría del guion y este en un arrebato de ira divina, ¡hasta ahí podíamos llegar!rompe las botellas de licor contra la pared, pero al final de mala gana el dios Welles acepta la autoría conjunta del guion. El humano Mank en vez de excitarse simplemente no se enfada (sabe que es imprudente además de inútil pelear con los dioses) y pone toda su atención en la escena chulesca que ha protagonizado Welles delante de sus narices, y de inmediato se pone a tomar nota de algo que le parece significativo y que seguramente incluirá en la biografía de Kane. En definitiva, lo que descubre Mank al final de su escritura del guión es el parecido que hay entre Hearst y Welles, entre personaje real y ficticio. 


Valga decir, por tanto, que Ciudadano Kane de Welles se aguanta con el esqueleto del guion de Mank. Otra vez forma y fondo, lo visible y lo invisible, lo determinado y lo indeterminado fundidos a servicio de la belleza creativa. ¿Otra forma de decir, también, que el guión de Mank es el alma de la peli de Welles?

jueves, 10 de diciembre de 2020

LORD BYRON

 


SMARTPHONE 2007

 Un conocido y eminente catedrático español de filosofía preguntó a sus alumnos, hace un par de años, cual era el hecho histórico que había marcado de forma decisiva su memoria no tanto biográfica como experiencial. La respuesta, casi unánime, fue que la llegada al mercado del primer smartphone. Haga cuentas y comprobará cómo entienden estos universitarios lo de la memoria experiencial, y si no tiene razón quien dijo que el adanismo (eso de que el mundo comenzó a rodar el día que uno nació) es la peor de las epidemias de nuestra era digital.

La llegada al mercado en 2007 del primer teléfono inteligente, lo que ha supuesto de facto la cesión de nuestra capacidad de pensar por uno mismo (no otra cosa es ser inteligente) a un dispositivo, ¿tiene que ver con el alarmante proceso de aborregamiento (que cada cual elija el calificativo mas conveniente o que más le guste) en que han caído los miembros y miembras de la nueva clase media dominante, principales consumidores de ese nuevo producto? Cabe insistir, una vez más, que estar informado de forma instantánea y abrumadora no nos hace mas inteligentes. Pensar por uno mismo sigue sujeto, hoy como en la época de las cavernas, al despertar de atributos, todos humanos y todos en propiedad de cualquier ser hablante y sensible, que nada tienen que ver con la evolución de la técnica. Pues al igual que puede acelerar el proceso de ese despertar puede envilecer su posterior desarrollo, como de hecho está ocurriendo con los teléfonos inteligentes, al igual que ya hicieron, aunque con menor impacto, sus predecesores de la era híper técnica en la que vivimos desde hace ya más de un siglo y medio; tampoco le descubro nada nuevo si le digo que sin la paulatina hipertrofia humanista de los chismes técnicos a lo largo de estos años es impensable el éxito de estos androides universitarios, bastante bien acabados por cierto, en el inicio del siglo XXI. Así lo atestiguan las alarmas que se están levantando por doquier, así como la novena ley de educación aprobada por el gobierno de turno. Pandémico está ocasión.

sábado, 5 de diciembre de 2020

EMILY BRÖNTE

 


NO LO ENTIENDO

¿Con quien estás dialogando mientras hablas? con una categoría u objeto tipo lucha de clases o de sexos, o más bien con un ser humano realmente existente que conserva toda su inteligencia y sensibilidad es decir toda su dignidad después de acabar de hablar contigo.


Cuando te dicen estate quieto no te dicen muérete te dicen estate quieto vale


Decir “No lo entiendo” no es pertinente cuando estas inmerso en el lenguaje de la experiencia o en la experiencia con el lenguaje. Así conviertes automáticamente al otro en un alumno o en un profesor de secundaria o en un ingeniero con sus lenguajes instrumentales y a ti en una mercancía más. Por tanto no es nada pertinente decir “no lo entiendo.”


jueves, 3 de diciembre de 2020