martes, 29 de diciembre de 2020

ALFONSINA STORNI

 


EL AÑO DE LA PESTE

 El caso es que les he reunido con el nombre de “Mi Familia Pandémica” y quería decirles algo antes de que acabara este año, pero no encontraba la palabra cabal. Todas las que se me pasaban por el majín me parecía como mear fuera del tiesto. Con perdón. Al final, volví a leer el cuento “la carta robada”, de Edgar Allan Poe, y me di cuenta de que la palabra cabal era la que, a mi entender, he tenido delante durante todos estos meses en que hemos vivido juntos pero no revueltos bajo la férrea y amenazante compañía del virus de marras. Me refiero a la Ética. No se ustedes, yo no les puedo decir convincentemente que es la Ética, pero si he intuido estos meses de aislamiento que la mejor manera de poner sus mimbres patas arriba es colocarnos bajo la tutela de un confinamiento obligatorio. Por decirlo rápido, de repente, el bien y el mal, lo virtuoso y el encanallamiento, etc.  me han parecido que han perdido el lugar que creímos que tenían en nuestro mundo, por endeble o desdibujado que fuera. No sé ustedes, pero durante estos meses he visto como miembro de la clase media dominante en el siglo XXI a la que pertenezco, lo que antes solo intuía: que soy solo un cliente y que los clientes siempre tenemos razón. No soy, por decirlo así, un ciudadano de una polis abierto al diálogo y a la conversación responsable entre distintos, sino únicamente un consumidor de un gran supermercado que por temor al contagio a cerrado sus puertas. Por decirlo así, soy un desclasado. Lo cual me convierte en alguien volcado en la apariencia de lo gastronómico, o dicho en plan fino en alguien de proyección únicamente estética. Vamos, una mercancía mas. Fue así cuando descubrí la palabra que andaba buscando. Entonces, me dije, ¿donde ha quedado la ética en este año que acaba? Les traslado a ustedes esta pregunta porque estos meses en compañía del virus de marras yo solo he visitado carnicerías, pescaderías, cadena de supers, fruterías, farmacias, alguna cafetería, algún restaurante de comida para llevar, y a la naturaleza que no tiene propósito y es ateleológica (perdone por la pedantería), ah, y he comprado por Amazon desde libros hasta cepillos de dientes. Tanto fue así, fíjense, que cuando les preguntaba (mientras hacía cola con su distancia reglamentaria en la calle o para pagar en caja) a los clientes del supermercados, farmacias, etc. o al repartidor de Amazon por la ética que nos esperaba después del virus de marras, casi se les desencajaba la mandíbula de la risa. “Convénzase - me espetó uno de estos a la cara - lo que ha separado este virus no lo vuelve a unir ni Dios ni la Revolución.” Como lo oyen. En fin, que estoy hecho un lío. Y, para rematarlo, hoy me he enterado que la deuda pública española ha subido a 118 del pib, que tampoco se lo que significa pero me parece que debe ser algo muy gordo.  Ahí les dejo mis desasosiegos del “fin del año de la peste” por si fueran de su interés.

domingo, 20 de diciembre de 2020

W. H. AUDEN

 


MANK

 Los cuatro o cinco flashback que tiene la película Mank, de David Fincher están enteramente al servicio de la primera escena, en la que conocemos al protagonismo iniciando la creación o escritura del guion de la película ciudadano Kane, que luego firmaría  a Orson Welles con la influencia y fama por todos conocidos. En ningún caso son flashback que tengan que ver, para entendernos, con la vida del protagonista sino con ese momento puntual y, como veremos al final, decisivo  de su actividad creativa que es la escritura del guion de la película afamada.

Todo lo anterior es una apreciación de L_ que me parece muy sugerente. De hecho la estructura de los flashback tienen una evidente estructura de guion, con su lenguaje: noches exteriores días interiores etc. Prueba de todo ello es la escena hacia el final de la película donde Mank le pide a Welles ser partícipe en la autoría del guion y este en un arrebato de ira divina, ¡hasta ahí podíamos llegar!rompe las botellas de licor contra la pared, pero al final de mala gana el dios Welles acepta la autoría conjunta del guion. El humano Mank en vez de excitarse simplemente no se enfada (sabe que es imprudente además de inútil pelear con los dioses) y pone toda su atención en la escena chulesca que ha protagonizado Welles delante de sus narices, y de inmediato se pone a tomar nota de algo que le parece significativo y que seguramente incluirá en la biografía de Kane. En definitiva, lo que descubre Mank al final de su escritura del guión es el parecido que hay entre Hearst y Welles, entre personaje real y ficticio. 


Valga decir, por tanto, que Ciudadano Kane de Welles se aguanta con el esqueleto del guion de Mank. Otra vez forma y fondo, lo visible y lo invisible, lo determinado y lo indeterminado fundidos a servicio de la belleza creativa. ¿Otra forma de decir, también, que el guión de Mank es el alma de la peli de Welles?

jueves, 10 de diciembre de 2020

LORD BYRON

 


SMARTPHONE 2007

 Un conocido y eminente catedrático español de filosofía preguntó a sus alumnos, hace un par de años, cual era el hecho histórico que había marcado de forma decisiva su memoria no tanto biográfica como experiencial. La respuesta, casi unánime, fue que la llegada al mercado del primer smartphone. Haga cuentas y comprobará cómo entienden estos universitarios lo de la memoria experiencial, y si no tiene razón quien dijo que el adanismo (eso de que el mundo comenzó a rodar el día que uno nació) es la peor de las epidemias de nuestra era digital.

La llegada al mercado en 2007 del primer teléfono inteligente, lo que ha supuesto de facto la cesión de nuestra capacidad de pensar por uno mismo (no otra cosa es ser inteligente) a un dispositivo, ¿tiene que ver con el alarmante proceso de aborregamiento (que cada cual elija el calificativo mas conveniente o que más le guste) en que han caído los miembros y miembras de la nueva clase media dominante, principales consumidores de ese nuevo producto? Cabe insistir, una vez más, que estar informado de forma instantánea y abrumadora no nos hace mas inteligentes. Pensar por uno mismo sigue sujeto, hoy como en la época de las cavernas, al despertar de atributos, todos humanos y todos en propiedad de cualquier ser hablante y sensible, que nada tienen que ver con la evolución de la técnica. Pues al igual que puede acelerar el proceso de ese despertar puede envilecer su posterior desarrollo, como de hecho está ocurriendo con los teléfonos inteligentes, al igual que ya hicieron, aunque con menor impacto, sus predecesores de la era híper técnica en la que vivimos desde hace ya más de un siglo y medio; tampoco le descubro nada nuevo si le digo que sin la paulatina hipertrofia humanista de los chismes técnicos a lo largo de estos años es impensable el éxito de estos androides universitarios, bastante bien acabados por cierto, en el inicio del siglo XXI. Así lo atestiguan las alarmas que se están levantando por doquier, así como la novena ley de educación aprobada por el gobierno de turno. Pandémico está ocasión.

sábado, 5 de diciembre de 2020

EMILY BRÖNTE

 


NO LO ENTIENDO

¿Con quien estás dialogando mientras hablas? con una categoría u objeto tipo lucha de clases o de sexos, o más bien con un ser humano realmente existente que conserva toda su inteligencia y sensibilidad es decir toda su dignidad después de acabar de hablar contigo.


Cuando te dicen estate quieto no te dicen muérete te dicen estate quieto vale


Decir “No lo entiendo” no es pertinente cuando estas inmerso en el lenguaje de la experiencia o en la experiencia con el lenguaje. Así conviertes automáticamente al otro en un alumno o en un profesor de secundaria o en un ingeniero con sus lenguajes instrumentales y a ti en una mercancía más. Por tanto no es nada pertinente decir “no lo entiendo.”


jueves, 3 de diciembre de 2020

viernes, 27 de noviembre de 2020

DÁMASO ALONSO

 


ADAPTACIÓN O RESIGNACIÓN

Todo depende de nuestra relación con el futuro.

Si no tenemos ninguna relación aceptamos sin más lo que existe, entonces todo nuestro esfuerzo físico e intelectual se vuelca en tratar de entender el presente en toda su plenitud y ambigüedad. O de otra manera, en toda su esencia contradictoria, desordenada, plural, inestable, multilingüe. 


Si, por el contrario, creemos en la existencia de un futuro, que siempre será mejor que el presente y cuya llegada dependerá del concurso de nuestra exclusiva voluntad ideológica, entonces la no llegada de ese futuro, tal y como lo imaginamos, nos meterá de coz y hoz en la resignación más paralizante, de donde supura el resentimiento y el odio más criminales. 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

IDA VITALE

 


TARAS MENTALES

 El problema que tienen los deficientes mentales o psíquicos al entrar en un aula y compartir sus actividades con todos para que no haya ninguna diferencia y no haya agravios, es el mismo problema que tenemos los adultos con nuestros compañeros o con nuestros amigos o con los seres queridos. La diferencia estriba en que esas deficiencias psíquicas o mentales son irreparables en el caso de estos niños y de nada vale, por tanto, juntarlos en su apego, eliminando las condiciones de posibilidad de que alguno de los otros niños quiera iniciar un camino de abertura al mundo, sin embargo, en el caso de los adultos con los que convivimos pueden ser superadas si quisiéramos. El hecho empírico es que como no queremos, al final estás conviviendo con tipos de acusadas taras mentales.

Esto es que nos preocupamos de los efectos de nuestras conductas materiales sobre el cambio climático, pero damos la espalda a su correlato no visible, a saber, las taras mentales o imaginativas que hay detrás de esas conductas y que tienen su explicación en la contaminación del alma de los contaminadores del clima.

viernes, 6 de noviembre de 2020

ANTIDISTURBIOS 2

 Hay por parte del director Sorogoyen una ruptura deliberada de la unidad de espacio, tiempo y acción, que deriva la narración hacia eso que se conoce en arte contemporáneo como un artefacto conceptual al que se accede, según los entendidos, con el cerebro y nunca con el corazón. Como no hay encuentro posible en el alma (me parece que la narración no está concebida desde ahí por su autor), ese lugar común donde director y espectador pueden conversar en el mismo nivel creativo, al espectador solo le queda tratar con lo que ve como algo ajeno a su íntima experiencia, a la espera de furtivas coincidencias visuales que la genialidad (voluntad de poder) del director haya construido y que el cerebro del espectador así las acepte.

Vale decir que el director si pretende contar lo de siempre de otra manera, dentro de este género narrativo que ha elegido, lo que el espectador percibe, sin embargo, es que la nueva claridad que debería  acompañar a aquella nueva manera de contar no acaba de aparecer. Lo que si aparece es, más bien, un tipo de oscuridad ya conocida desde hace más de cien años que, al fin y a la postre, se acaba apoderando de todo el relato. Más intensa, si cabe, al servir de telón de fondo de esas escenas estelares, como la primera del desahucio, ya mencionada, y la carga contra los ultras del futbol, que aparece en el capítulo quinto.

lunes, 2 de noviembre de 2020

JOHN ASHBERY

 


LOS NERDS

 Dicen los filósofos más académicos que la Autoafirmación moderna es una respuesta al anti humanismo más despiadado y humillante que promovió el Absolutismo Teológico a partir del siglo XIV: potencia absoluta de Dios, que se desentiende de forma absoluta de su obra. Lo que provoca un mecanismo de producción de diferencias sin que ninguna tenga relación con la anterior, lo que, paradójicamente, es el precedente o matriz laica del consumismo moderno, que prescinde del Dios Creador en justa correspondencia con su abandono anterior.

Dicen por ahí que los niños y adolescentes de la era digital, es decir los nuevos nerds del cuarentañismo democrático, se han convertido en la época de pandemia en el foco de contagio principal. ¿que padre o que profesor les van a parar los pies a este enjambre vírico?


También hay quien no se calla y lo larga a los cuatro vientos, a saber, que para matar su aburrimiento generacional los nerds tienen ahora por fin un obstáculo, después de tantos años sin dificultades con todo dado en la mesa y en la tarjeta de crédito y el móvil, tienen  un nuevo divertimento, a saber, burlar al virus o contagiarse con el virus y contagiar a todos los demás. En fin, tienen un nuevo juego de rol. Gran golpe a la línea de flotación de la nueva clase media, es decir, en sus vástagos y en sus alumnos.


Me quiere usted decir que yo, que soy un nerd fundacional en la era democrática, es decir, que llevo cincuenta años autoafirmándome en cada momento y en cada lugar con cada cosa que hago y con cada persona con la que trato (amigos, mujer e hijos incluidos) para garantizar mi autoconservación en esta sociedad de intereses encontrados (por decirlo suave), me meta en ese corral en el que, dice usted, que libre de la lógica abstracta de las ideas y del postureo académico y erudito, puedo desarrollar junto con el autor en cuestión y los demás espectadores o lectores que allí comparezcan, la lógica poética, es decir, pueda dialogar de tu a tu en el mismo nivel creativo.

jueves, 29 de octubre de 2020

ANTIDISTURBIOS 1

 “Algunas veces no queda más remedio que creer que el presente es lo que hay delante de las narices, que Madrid es Madrid, que el presente es lo que hay, que las reuniones son gente que está allí reunida, que los muertos hay que contarlos. No cabe duda de que algunas veces las cosas tienen que ser así. No muchas, mejor que de tarde en tarde. Cuando hay que redactar una instancia o un currículum, por ejemplo. O cuando tratas de entenderte con un guardia de tráfico que acaba de pararte...” (pg 121 del libro Dioses contra microbios, de Alejandro Gándara). O cuando tienes que hablar con el portavoz de seis maderos que vienen a cumplir la orden judicial de desahucio del piso donde estas atrincherado. 

En fin, que este desahucio es mostrado en la serie Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen, como un encuentro entre fuerzas que se repelen, a saber, quienes no se quieren ir del inmueble y quienes llegan para echarlos por imperativo legal. Como lo es el rio que se quiere desbordar y el dique que se lo quiere impedir. Sin mas, de momento. Otra cosa es la legitimidad del asunto, pero de eso no va la escena. Los protagonistas son los maderos en acción (mas un poco antes y un poco después del núcleo central de su trabajo: desalojar). No son protagonistas los gritos, insultos y quejas los que quieren impedir el desahucio, como es la costumbre en estos casos. Esta es la segunda puesta en escena que elige el director para presentar la historia que quiere contar. La primera es donde el espectador conoce a un señorita, que ya no es adolescente pero que se comporta como tal, y que se empeña en que su padre confiese que ha hecho trampas en el juego de mesa en el que participan toda la familia. Aunque en la suma de las dos, que dan los cuarenta y pico minutos que dura el capítulo, debe estar implícito todo lo demás que es el contenido de los otros capítulos. Hay que verlos.


Lo que quiero decir es que sin contar el fondo de otra manera, la forma diferente de contar sus detalles visibles cambia la percepción de lo que siempre es lo mismo y queda oculto: hablar con un funcionario del estado es como hablar con la pared. Sea el funcionario del ministerio de interior o del ministerio de igualdad. Así concebido, la pared de repente cobra vida y significado lo que obliga al espectador a aprender a hablar con las paredes. Pues los números que son los rostros de los maderos, poco a poco, se hacen nombres sensibles ante el espectador, no ocurre así ante los atrincherados que continúan siendo números contables del bando indignado. Los treintas cinco minutos que dura la escena de los maderos en acción están filmados, y montados, desde esa aceptación de los hechos tal y como son. Fuerzas enfrentadas, sin que haya cabida  para alguna de las ideologías del mercado actual de las ideologías. 


Visto así la actitud de los que querían evitar el desahucio transmiten indiferencia, como si la vida no estuviera con ellos o los hubiese abandonado en su afán de conseguir justicia. Sin embargo el trabajo duro que realizan los policías, como si fueran mineros o soldados en el frente de guerra está lleno de una vitalidad creciente, como si se la hubiesen robado a los resistentes. Una forma de ósmosis entre fuerzas que se pelean, por inesperada no menos verdadera. Ni tan siquiera me vino la imagen de que los maderos fueran funcionarios a sueldo del estado, como de hecho lo son. Así la escena esta llena de este sentimiento vital lleno, a su vez, de miedo y desasosiego, cabalmente conducida por Osorio, el jefe de los maderos. Un armario de tres cuerpos con alma. Y esto que me parece lo más importante, se debe a la puesta en escena que imagina el director, y que edita el montador, que ya se ve que apunta no al problema de los desahucios y tal, sino a las relaciones de poder del sistema (o ministerio) al que pertenecen los maderos o antidisturbios y la señorita de la primera escena. 


lunes, 26 de octubre de 2020

DEJAR DE LEER

Telmo se lo ha dicho en repetidas ocasiones, a saber, lo importante no es lo que pasa, sino que hace cada cual con lo que pasa y que hace lo que pasa con cada cual. Pero lo que acaba prevaleciendo es la dictadura de ver únicamente  lo que pasa. Nunca la democracia que inspira hacer algo con lo que te pasa y que hace lo que pasa contigo, y ofrecerlo, a continuación, generosamente al otro y a lo otro.

🎃

Telmo recuerda con melancolía las palabras de  Elias Canetti, que dijo que “llega una etapa, acaso la última, en la que leer no significa nada. Ya no se vincula con lo existente, se escurre, ya no sedimenta ni deja huellas. Quizá aún despierte deseos de leer otras cosas, pero son deseos muy vagos, que se desvanecen antes de articularse. ¿Cómo habría que valorar esa lectura, algo tan diferente de todo lo que antes se llamaba lectura? Quizá sea un ejercicio para olvidar las palabras, su revoloteo ante el silencio”.

👎

Ellos y ellas hace tiempo que han abandonado la lectura si acaso alguna vez los acompañó. Se autoafirman (y se autoconservan) en la sociedad de los intereses materiales mediante su deber ser profesional, donde encuentran todas las certezas, a las que se agarran como lapas, que les brinda la sociedad donde pagan sus impuestos (desde la religión hasta el lenguaje, la economía, el ocio o el arte), pero esconden con estas mismas palabras su afectividad o apasionamiento por el mundo que han heredado de sus mayores, del que sienten la más mínima llamada de como dejar tal herencia a sus vástagos.

miércoles, 21 de octubre de 2020

INVISIBLES 2

 Cuando esta mañana leí el poema de Fernando Pessoa, que más abajo os adjunto, me pregunté si lo habrían leído también Elsa, Julia, Amelia y su ex amiga Mara; y los amantes de Elsa, y el marido de Julia, y el novio de Amelia y su hija adolescente, y la novia de Mara; y si lo habría leído el poste masculino que aparece sentado en un banco. Y, como no, también pensé si habrían leído el poema quienes con mas de cincuenta años, y quienes con menos, participamos en la conversación sobre la peli.
En fin, que difícil es ser consecuente y no ser sino lo visible. Ese es, a mi entender el hálito del alma, que nuestros cuerpos, imagino, de algún modo rodean lo que siempre ha sido, aunque no sepamos decir exactamente lo que es. Por eso la amistad es un misterio como alguien dijo de forma acertada en la tertulia, porque debido a las máscaras y corazas del cuerpo no dejamos de ser invisibles ante los demás. Por eso dije yo lo de los amigos y amigas del alma, y los espacios que seamos capaces de compartir para hacernos verdaderamente visibles. Y da igual donde hayamos nacido y en el año que hayamos nacido y si somos hombres o mujeres, porque ahí no hay calendario ni sexualidad que valga, pues aprendemos que seguir con miedo y a ciegas el tic tac del calendario y la determinación sexual es la peor de todas las inconsecuencias.


jueves, 15 de octubre de 2020

INVISIBLES 1

¿Qué no esperas de “Invisibles”, la película de de Gracia Querejeta? Buenos planos de tres mujeres que fueron hermosas (aunque de otra manera aún lo siguen siendo), que cada jueves caminan por un parque hablando de trivialidades derivadas de la ausencia que sufren cuando antaño fueron hermosas. Hay una algarabía de patio de comadres en esas mujeres protagonistas, que se manifiesta cuando no tienen la corrupción del poder masculino (y el propio) delante. No es tanto que Querejeta no anticipa lo que esta por ocurrir como que su mirada resulta tan inocua que surfea plácidamente en la superficie del presente wasapero, ocultando el esqueleto que lo articula. Echo en falta las palabras que esas mujeres no dicen, ni se dicen, y deberían decirse. Deberían ser dichas en el contexto en que sugiere la puesta en escena de sus vidas, que no es el de la propia vida sino el de su representación o el de la ficción. Menos mal que al final, la Gran Simplificadora, Mara, lo aclara todo: hay muchas vidas y hay que disfrutar todas las que una pueda, le viene a decir a su ex amiga Amelia. Amén.

👎

Viendo la peli es como si estuviéramos presos en un teatro y tuviéramos que seguir, nos guste o no, la obra que transcurre en el escenario; como si, nos guste o no, tuviéramos que convertirla todo el tiempo en objeto de nuestros pensamientos y palabras. ¿Por que tenemos que seguir viendo estas cosas? ¿Por qué tenemos que seguir aguantando la corrección política, venga de un lado u otro del frentismo socio político en el que nos han metido sin nuestros permiso? Porque Dios y la historia nos han hecho así, señoría.

🤢

Hay acerca de la utilización del Diálogo en la ficción narrativa (cinematográfica o literaria) dos tópicos que me gustaría resaltar. Uno de ellos consiste en pensar que, en el interior de una narración, el Diálogo trata de aligerar el espesor de lo que dice quien la cuenta, es decir, descripciones, presentaciones, reflexiones, informaciones, etc. El otro tópico estriba en la presunción de que los personajes hablan en ese estilo directo para mostrarse tal como son, decir lo que piensan, abrir su corazón, agarrar la verdad por el cuello. Pero el hablar o el manifestarse directamente no equivale a que las cosas sean como parecen, ni significa que los personajes sepan mucho de sí mismos (en este último caso el Diálogo podría ser innecesario, pues quien cree saberlo todo de algo o de todo no halla urgencia de hablar con nadie, ni consigo mismo; si toma la palabra lo hace para predicar, o hacer proselitismo, de lo mucho que sabe). Los tópicos narrativos no son ni buenos ni malos, son, a mi entender, restrictivos del campo de la mirada del espectad@r o lector@. Vendrían a producir en nuestra mirada, lo que en términos optalmológicos producen las máculas o las cataratas en nuestra vista.


viernes, 9 de octubre de 2020

MIEDO Y CEGUERA

 Es de agradecer que el valor y el coraje, esos atributos tan humanos demasiado humanos, se pongan a servicio no de la milicia, ni del mercado, ni de la familia, ni de la política de los políticos, ni de las variopintas iglesias que hoy buscan feligreses debajo de las piedras digitales, sino que en un gesto inopinado eleve el vuelo y se ponga a servicio enteramente del alma. De todo ese temeroso y tembloroso aleteo que conforma tu escrito me quedo con: “Se que mi actitud natural a la soledad (que no deja de ser miedo como dices en el libro) y mi conflicto interno con una comunidad que me cuesta encontrarla donde tú siempre la ves (puede aparentar indiferencia) pero nada más lejos de la realidad.”

*
Por fin, el nihilismo, concienzudamente labrado desde su fundación con la muerte de Dios, entrega sus verdaderas cartas y las pone a cargo de la polis. Y a ver que pasa. Donde se exhibía un individualismo sin mácula resulta que solo había miedo, el que solo se vieran masas irreflexivas sin grietas (zombis según tu brillante jerga) era culpa de la ceguera. Miedo y ceguera bien pudieran ser, al fin y a la postre, el epítome de una época que ha durado mucho, demasiado, en la historia de la humanidad,  teniendo en cuenta nuestra condición individual finita y mortal.

jueves, 8 de octubre de 2020

LEGITIMIDAD

 Existe una libertad aristotélica que nos ayuda a discernir moralmente en la búsqueda de la verdad; y existe una libertad moderna que permite al ser humano deshacerse de todo cuanto lo limita y lo molesta, exaltando las pasiones más torpes y las ambiciones más egoístas, en aras de una individualidad soberana, autónoma, independiente de todo, excepto de sí misma.

♌️

La legitimidad política no te la da el que seas socialista ecologista, conservador, feminista, comunista y demás istas. La legitimidad política en la polis te la dan los acuerdos a que puedas llegar con quienes no piensan como tú. De otra manera, la legitimidad política nunca es en sí, sino con y entre los otros. Por eso la desactivación de la conexión o vinculación entre la legitimidad política y la confesión religiosa o política.

㊗️

Igualmente la legitimidad lectora no te la da el que seas profesor de instituto, ingeniero de canales y puertos, abogado, etc, la legitimidad lectora te la da, primero, el pacto de responsabilidad que hagas o construyas con el narrador de la historia en el momento de lectura. Y luego, con los lectores con quienes quieras compartir tu experiencia lectora.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

DISTANCIA CELESTIAL

 Epidemias ha habido siempre, lo que ha ido cambiando ha sido la distancia entre los humanos y los dioses que había en cada momento. Por ejemplo, en la de 1348, que diezmó al continente europeo, Dios estaba hasta en el último pelo. La de 1831 en Berlín se llevó a Hegel, pero el gran pensador ya había puesto a Dios en un sitio menos atosigante, más acorde con los tiempos de la posibilidad revolucionaria de los humanos. En la era digital los dioses han desaparecido y con su ausencia la capacidad de imaginación de los seres humanos. Nunca se debe tratar así a los dioses, porque somos los humanos los que al final salimos perdiendo. Es por eso que, dejada solo en manos de los expertos digitales (los tipos con menos imaginación del planeta), la pandemia actual es ininteligible e inmanejable. Con la desaparición de los dioses ha desparecido la práctica de la distancia, que es lo propio del alma, y lo más saludable para el cuerpo. Cuando los seres humanos quieren suplantar la figura de los dioses, rompiendo esa distancia, empiezan los problemas de amontonamiento corporal en la ciudad. No sabemos quedarnos en casa, como dijo Pascal. Las urbanizaciones de la clase media de extrarradio fue el primer síntoma de que ese amontonamiento era imparable. En caso de alarma pandémica, ya no se pudo leer nunca más en la ciudad la oración fúnebre de Pericles, pues no existen los muertos. Solo quedaba huir de la ciudad. Sin los ideales irrealizables del alma, la ciudad no es habitable, pues solo queda el empirismo recurrente del cuerpo, que más pronto que tarde se convierte en la ventana de entrada de la tristeza del mundo, se expongan como se expongan los trampantojos de la alegría publicitaria y propagandística.


Lo importante no es lo que está sucediendo (la actualidad de los expertos y sus seguidores), sino lo que nos está sucediendo con lo que nos dicen que sucede. Esto está alojado en el alma de cada cual, pero el alma occidental es un concepto que pertenece a la tradición de la religión vaticana, no a la filosófica existencial. Dicho de otra manera, para tratar hoy con el alma hay que creer pasivamente en Dios, no como la posibilidad de pensar activamente para ver el mundo desde otro lugar que el que lo hacen los expertos. Donde ocurren los hechos está el cuerpo, pero para pensar sobre ello hay que coger distancia, hay que echarle imaginación. Hay que tener alma. Se puede decir de muchas maneras. No otro es el mensaje del ataque definitivo del virus de marras, vivimos muy apelotonados, vivimos sin alma y a expensas de los expertos. Mal negocio y pero conversación.  Ahí nace la fuente de nuestra incertidumbre y desasosiego. En todo caso, lo que si es imaginable es que el ser humano moderno y digital vive dentro de la resaca posterior a la ebriedad del Dios medieval. No en otra fiesta mejor inventada por los expertos, como nos pretenden hacer creer sus palmeros.

Nos movemos, es decir, existimos entre el límite de lo propio y la existencia de lo que rebasa lo propio. El alma es un espacio y un tiempo intermedio entre que lo que sabemos y lo que no podremos saber nunca. Es ese lugar y ese tiempo que nos pone en relación con lo infinito, desde nuestra propia finitud. Tampoco es tan complicado, si uno acepta su propia finitud, claro está, sin autoengaños y subterfugios. Y el problema está aquí, no en la supuesta supremacía de los expertos y sus imitadores, que no es otra cosa que la impostura que practican e imponen a los otros al no querer relacionarse abiertamente con su propia finitud.

¿Cómo nos persuadimos de todo esto? Si se diera la oportunidad, ¿cómo estaríamos dispuestos a persuadir a los otros de aquella pérdida de Dios y de nuestra 

viernes, 4 de septiembre de 2020

jueves, 3 de septiembre de 2020

ABISMO CELESTIAL

Me dice K que la muerte colocada en el centro de la polis aumenta la banalidad de las redes sociales en proporción geométrica a la voluntad de ocultarla. Frente a esta aparición imprevista e inopinada, los rostros y ademanes de sus habitantes, el nosotros, se hacen cada vez mas inimpresionables, o también, mas resistentes a la estupefacción o al asombro frente a lo que nos se sabe y no se sabrá nunca. Aunque, incomprensiblemente, su proyecto de vida ferozmente individualista se deja seducir por los cantos de sirena de los ejércitos de grupos ideológicos que le anuncian su pertenencia jurídica a proyectos de sociedad de supervivencia local. Contra el otro que llega, o el otro que lleva entre el nosotros mas tiempo que muchos de los que están ocultos ahí dentro. Es el espíritu de Ropocop. Según k el androide mejor acabado de toda la historia de la distopía (la cara oculta de cualquier utopía), que empeñada en dibujar un futuro totalmente inahabitable está consiguiendo el efecto contrario, a saber, hacer vivible como sea el presente actual. Pues los personajes que crean los narradores distópicos son quiénes nos han de acompañar en nuestro camino desde el centro de la polis hacia el abismo. A veces da gusto ir hacia esas profundidades de la mano de tipos tan grotescos y esperpénticos, ironiza K.


La cultura digital se ha apropiado completamente de la actitud estoica de antaño, que inculcaba la negación de la admiración ante cualquier acontecimiento de la vida. Hoy es bastante habitual estar rodeado de amigos y familiares, los seres queridos dice K, de los que no te acuerdas cual fue su última manifestación de asombro, cuando tuvo lugar y cual fue el motivo que la provocó. El intercambio constante de selfies y twits entre esos robocops, que forman las pandillas de jóvenes adultos actuales, son parte de esa munición distópica que se ha mencionado, que hace equiparar al cielo con el abismo dando como resultado una nueva relación innovadora con el infinito. 


No en balde, piensa K, la matriz teologal de lo digital, como no podía ser de otra manera en todo lo que provenga de la ciencia y de la política en la polis, hace que sus feligreses desarrollen una nueva manera de entender la beatitud, que se opone, término a término, a la grave normalización de la fuente original que practicó durante todo el siglo XIX la beatitud victoriana, por decirlo así. Lo digital mata la vida a la velocidad de la luz, una y otra vez, sencillamente porque los feligreses digitales no quieren tener experiencia de la vida ni arraigo en sus imperfecciones e infructuosidades. Si a esa velocidad todo es suficientemente fácil e intercambiable, nada es merecedor de tu asombro y de tu capacidad de impresionabilidad. Así K llega a la conclusión de que el nosotros digital de la polis es una zona libre de estupefacción, aunque no de sonrisas almibaradas.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

JORGE LUIS BORGES

 


MUDANZA

Dice K que hoy ha dormido mejor, después del primer día de este tiempo de mudanza que ha comenzado al final del verano. Espera que será largo y no exento de sobresaltos, hasta después de navidad según sus cálculos mas optimistas. El por qué de la mudanza, como la presión arterial, obedece siempre a causas diversas. Toda mudanza es material pero, sobre todo, es espiritual. Frente a los que se mudan de vez en cuando, están los que no se mudan nunca y llevan viviendo en la misma casa desde que nacieron exhibiendo la fotos de esa movilidad inmóvil. Están orgullosos del lema en casa como en ningún sitio. Frente a que los se mudan saltando de ciudad en ciudad, están quienes se mudan saltando de barrio en barrio de la misma ciudad. Su lema favorito es nada a largo plazo. El que tenga problemas de sueño, piensa K que se debe a esa deslocalización material y espiritual que se avecina durante este tiempo de mudanza. La ciudad de acogida, en la que lleva viviendo mas de diez años, hace dos que se ha convertido en una extraña, así en lo material como en lo espiritual. Este paralelismo entre lo primero y lo segundo desmiente que uno se va de la ciudad porque, pongamos, no aguanta sus ruidos o esta muy sucia y cosas así. Dice K que la extrañeza que siente respecto a la ciudad que lo acogió hace mas de una década, y que se ha ido apoderando irreversiblemente de su ánimo, esta envuelta por la confusión antes que por la claridad. Si no fuera así su sentimiento sería claro y diáfano, no seria, en cualquier caso y situación, un sentimiento de extrañeza. Puesto a seguir alguna pista, a K le parece oportuno vincular levemente la sensación de extrañeza a lo que se acaba y ésta al origen de por qué vino a la ciudad hace mas de diez años. ¿Que hay de los culpables?, se pegunta K a la busca de consuelo. De igual manera que una ciudad te acoge, piensa K, también llegado un momento la misma ciudad te expulsa. Sus murallas invisibles protegen al “nosotros” que de forma oculta gobierna en toda ciudad. Toda ciudad es así. Tiene algo de Chicago y otro algo de Nueva York. Los señores de la ciudad se reparten sus barrios con implacable impiedad. La pregunta sobre los culpables, por tanto, es impertinente dice K, no los hay ni se los espera. Aunque haberlos los hay, sin duda, y su culpa es diferente dependiendo el lugar que ocupen en la jerarquía que presiden los señores de la ciudad. Podría decirse que hay culpables criminales y culpables de un orden político y moral. Pero eso no tienen importancia mientras la ciudad siga siendo, con la propaganda en las pantallas, una ciudad acogedora. Mientras vivir sea solo igual a sobrevivir, no hay culpables ni juicio moral que valga. Todos somos nosotros y cabemos en su ciudad amurallada.

martes, 1 de septiembre de 2020

ANTONIO GAMONEDA


 

COSIFICAR

Ya estan diagnosticando que la nueva frontera del individualismo es la mascarilla. También ahí capturamos imágenes sin parar, y sin demora las encajamos en un molde técnico que satisface y da consuelo a nuestra inaplazable necesidad de entender aquí y ahora, y a solas. A saber, ante esto que te ocurre haz aquello que ofrecen, para esto que te duele tómate o lee eso que han publicado en los medios, me duele la rodilla no has esto otro. No te pares nunca, entrénate duro y conseguirás lo que te propongas. Cosificar no es otra cosa que recortar la realidad técnicamente (aprovechándose hoy de los éxitos digitales), es encapsular o dogmatizar el fluir propio del pensamiento científico y, a su vez, es una manera de ocultar sus limitaciones, es decir, que el horizonte del pensamiento científico moderno de estirpe únicamente matemática y física, en su última versión cuántica que está detrás del éxito tecno cínico, tiene su último destino en el ámbito de la antológico del ser, es decir en el ámbito de la filosofía. Su propia manera de pensar ha producido su consumación o acabamiento, lo que lo remite, como todo lo consumado, a la forma de pensar original de la ciencia.

lunes, 31 de agosto de 2020

NO-IMPRESIONABLES

Los Serafin están catalogados, dentro de la comunidad educativa que se ha formado alrededor del instituto donde trabaja Arozamena, como una familia alfa. La forman el padre, ingeniero aeroespacial, la madre, directora de una galería de arte y dos vástagos de trece, la niña, y de quince años, el niño. La clasificación forma parte de una herramienta interna que los profesores manejan entre ellos para poder distinguir las diferentes conductas con las que tienen que tratar en su labor diaria. Por supuesto, son mas  las familias beta y las familias omega. Esta taxonomía etólogica, adecuada para saber de las forma de convivencia y socialización de los primates y los caninos, es útil, al entender de los compañeros de Arozamena, en momentos de excepcionalidad docente y discente, como es el caso de la aparición del virus de marras en las vidas de sus protagonistas, progenitores, profesores e hijos-alumnos. Aunque pudiera parecer que sigue la traza del distanciamiento aristocrático, Arozamena piensa que, muy al contrario, inaugura una forma no aristocrática de estar juntos sin estar, por decirlo así, apelmazados, que es un calificativo provisional que se le ocurrió a Teresa, profesora de filosofía de Arozamena, para evitar el de no aristocrático, que denota, como todos los calificativos posmodernos, una severa falta de imaginación a la hora de nombrar las nuevas grietas de sensibilidad que se están abriendo como consecuencia de la llegada imprevista del virus de marras. 

Los Serafin son la única familia del instituto del barrio que reivindica, exige desde sus postulados alfa, la vuelta incondicional a las aulas en el curso que esta a punto de comenzar. Arozamena los ha colocado en su clasificación secreta en la carpeta de los estoicos no impresionables, que son un tipo de secta que ha conseguido con orgullo llevar la práctica lo que la escuela de la antigüedad solo recomendaba a sus acólitos, a saber, un ideal para tener siempre en el horizonte de lo no realizable en su absoluta plenitud. Valga decir, aclara Arozamena, que de lo que los Serafin no muestran ningún asombro es de que un virus de medio pelo, construido artificialmente en un laboratorio (en este sentido los Ibáñez son conspiranoicos) haya invadido sus vidas obligándolos a tener que modificarlas de arriba a abajo. 


Escribe Peter Sloterdijk que el cinismo es la falsa conciencia ilustrada. Es la moderna conciencia infeliz sobre la que la Ilustración ha trabajado tanto con éxito como en vano. No son ya el nihilismo en ascenso, la conversión de la razón en un nuevo mito o el inclemente dominio de la razón instrumental lo que Sloterdijk describe y denuncia con una prolijidad y un afán de exhaustividad acaso excesivos, sino el cinismo difuso de nuestras fatigadas sociedades. Ese "nuevo cinismo" que actúa con una negatividad madura que apenas proporciona esperanza alguna, apenas a lo sumo un poco de ironía y de compasión. Todavía no estamos en condiciones de mirar más allá de la pandemia actual. Muchos esperan con ansias la vuelta a la 'normalidad', es decir, a sus preocupaciones primarias, a la cotidiana frivolidad o banalidad del modo de vida consumista. Talmente, este es el caso de los Serafin, piensan Arozamena y sus compañeros de claustro. Pero cree que esta crisis llevará con el tiempo a una transformación de la conciencia colectiva dentro del individualismo, destaca Sloterdijk.


Por otro laso, muchos años antes de que pudiéramos imaginar crisis como la del virus de marras en nuestras sociedad del bienestar blindando, el sociólogo Jesús Ibáñez afirmaba en “Mas allá de la sociología”, que el peor artefacto lingüístico de la modernidad ha sido la cosificación, también llamada reificación o nominalización. Consiste en convertir procesos en cosas. La frase: «Tengo una depresión» haría referencia a ello. Ya que convierte un proceso biográfico, activo, cambiante y anclado a la realidad, en un objeto congelado y, en consecuencia, cosificado. Esto detiene el proceso de investigación de la persona y dificulta su capacidad de acción.

domingo, 30 de agosto de 2020

viernes, 28 de agosto de 2020

PHILIP LARKIN

 


ESCUELA O EDUCACIÓN

 Una cosa es escolarizar y otra cosa educar. Una cosa es tener estabulados a los vástagos y otra muy distinta pensar cual es la paideia que mejor corresponde a la comunidad política y social donde viven con sus progenitores. Cuarenta años después del cuarentañismo franquista gran parte de la clase media que sustenta la democracia vigente ignora algo tan elemental. Con todo, lo peor es la máscara de banalidad con que ocultan su asombro y impresionabilidad o lo que lo sociólogos llaman la resistencia ante la estupefacción, a saber, “he mejorado mi bienestar material, incluso en exceso, a costa de un creciente raquitismo espiritual, en el que se detectan los primeros síntomas de su irreversibilidad.” Así entregan a sus vástagos a los dispositivos digitales con la creencia de que ahí está toda la realidad, dándose cuenta, mediante disimulo interpuesto de aquella mascara, de que los dispositivos están perfectamente diseñados para recortar la realidad (como los pistoleros recortan sus escopetas) con la única intención de producir un efecto mas inmediato y sonoro en la distribución del daño informativo contra las tribus morales enemigas. Que en este baile de las redes sociales, donde unos y otros zascandilean hasta el amanecer, es fundamentalmente a lo que se dedican.

Aunque se trata con insistencia cansina en ensayos americanos, italianos y franceses (que Arozamena lee con asiduidad y atención) de describir el desarrollo del estado y de la sociedad moderna, así como de su ciencia como el hijo predilecto, también de su arte y su literatura, de su religión y su filosofía, son pocos los que han intentado exponer, sin que le hayamos hecho ningún caso reconoce Arozamena, la acción recíproca e íntima entre el proceso histórico mediante el cual se ha llegado a la formación del hombre moderno y el proceso espiritual mediante el cual hemos llegado a la consumación o acabamiento de esa forma de la modernidad para la humanidad toda. Dicho con otras palabras, esa forma de modernidad ha reflejado, como en un espejo, la impotencia del ser humano que ha tratado de llevarla a cabo. Lo cual, como todo lo consumado, acontece en el tumultuoso presente pero recae, sin que todavía nos demos cuenta de ello, en el tiempo original o primigenio. La consumación o acabamiento no es algo sólido y manejable, así interpreta Arozamena sus lecturas. Muy al contrario, la consumación o acabamiento hace que lo mas novedoso, véase por ejemplo las vidas que llevan sus alumnos, y los progenitores que los subvencionan, aparezcan ya con un aspecto de ruina. Y es que setenta y cinco años después de aquella consumación o acabamiento (holocausto nazi, gulag soviético y bombas atómicas norteamericanas) seguimos creyendo de forma ciega, la tecnología digital imperante es la mejor puesta al día de la “Parábola de los ciegos” de Mateo, que tales grandes catástrofes no dejaron de ser un inmenso susto dentro de las coordenadas históricas y generacionales en que tuvieron lugar. Fuera de ahí, nos autosugestionamos ante la pantalla, la vida ha continuado como si no hubiera pasado nada o como si hubiera pasado en la época de Carlomagno, por decirlo así. Lo verdaderamente importante para la humanidad esta por venir, de nuevo la apabullante autosugestión digital, y en su horizonte de inteligibilidad aparecemos quienes sobre aquellas ruinas hemos ido construyendo con una conciencia del todo autosuficiente, y con toda la fanfarria y colorido de que hemos sido capaces, el mundo adanista en el que vivimos con absoluto merecimiento.


¿Cabe decepcionarnos antes de tiempo?, se pregunta Arozamena ante la incertidumbre que emerge como una hidra ante el horizonte profesional de los docentes y en el familiar de los progenitores con sus vástagos? No, responde ante sus compañeros de instituto, aprovechando una reunión del claustro de profesores convocada para organizar la vuelta a las aulas. No, siempre que esta pandemia nos haga modificar la mirada sobre el lugar que ocupamos en el mundo. Pues ahora también nos podían decir, quienes nos esten observando desde el futuro, que esta crisis sanitaria y política, la peor desde hace setenta y cinco años, cuando las grandes catástrofes, fue un asunto enmarcado en las coordenadas históricas y generacionales de propias del esplendor y triunfo de la era digital. Si imaginamos que los hijos de nuestros vástagos, y los hijos de los hijos de nuestros vástagos, nos puedan recordar con tales palabras, ya os digo concluyó Arozamena su intervención ante el claustro, que si hay motivo para decepcionarse antes de tiempo, pues no hemos aprendido nada. Lo cual no quiere decir otra cosa que ya estamos metidos de lleno en el nihilismo y la incredulidad. Y si los progenitores de nuestros alumnos, a estas alturas de la pandemia, creen mas en el continente que en el contenido, en el aula que en lo se dice a sus hijos y en que medida eso les afecta a ellos también y de forma inaplazable, si no saben distinguir la diferencia que hay entre escolarizar y educar a sus hijos, todos estamos en condiciones de empezar a imaginar las creencias mas absurdas.


Y es que esta forma de modernidad, iniciada hace mas de doscientos años con el terror revolucionario francés, no ha sido dada a dejar miguitas en los rincones y veredas por si tenía que volver sobre el camino andado. Solo entendió el recorrido como una carrera contra el reloj cada vez mas acelerada, sin ninguna piedad para quienes se quedaban en la cuneta por falta de convicción o distracción o de aliento. En fin, nunca hemos concebido en nuestra forma de ser modernos la posibilidad de extraviarnos o perdernos. Ha tenido que ser el virus de marras, un ser invisible por microscópico, un ser indiferente e inapreciable, como tantos de los que se han quedado en la cuneta, quien haya venido a recodárnoslo.

jueves, 27 de agosto de 2020

EMILY DICKINSON


 

RAFAEL SANZIO

Los ojos del pintor de Urbino solo reparan en la belleza del mundo. Su pincel destaca la delicadeza y el equilibrio, desdeñando lo asimétrico y deforme. Su obra es una primavera ininterrumpida. Se ha intentado rebajar el genio de Rafael a un idealismo relamido, pero la humanidad de sus retratos, que revelan una aguda penetración psicológica, y la grandeza de sus grandes composiciones, auténticos prodigios de color y armonía, evidencian la inconsistencia de ese argumento malicioso. Desde el siglo XIX, el ascenso del pesimismo ha proscrito las manifestaciones de alegría en el arte y en Rafael -¡ay!- fluye una alegría desbordante. Aunque a veces se adentra en la penumbra del espíritu humano, la nota final siempre es una exaltación de la vida. Demasiada impertinencia para un mundo que rinde culto a lo trágico y absurdo.“

miércoles, 26 de agosto de 2020

DISTANCIA DIGITAL

Lo que no se podían imaginar profesores y progenitores, que junto a sus alumnos y vástagos forman la generación mejor acabada del adanismo (un neologismo acuñado por el filósofo Emilio Lledó para salir al paso de esta avalancha de creyentes que están convencidos que el mundo empezó el mismo día que ellos nacieron), es que le pudieran llegar a llamar, al estilo socrático, corruptores de menores. 

Arozamena está muy preocupado con la vuelta a las aulas porque piensa que progenitores y profesores, más los alumnos que están en edad de entender, no se dan cuenta que debido a ese extremo al que han llevado las cosas convierten en ceniza todo lo que hasta ahora han construido. Como jefe de estudios de un instituto y padre de dos hijos Arozamena aboga por seguir dando clase desde la casa en conversación digital de los unos con los otros. Hoy, a diferencia de las pandemia analógicas, eso es posible sin menoscabo de los docentes ni de los discentes y sin merma de la dignidad de los progenitores, pero todo en beneficio de la educación, que por fin tiene la oportunidad de ocupar el verdadero lugar que le corresponde en el mundo. Es decir, como entendían los griegos, un punto de partida para recorrer un camino juntos y no una carrera contra el reloj con una meta y un punto de llegada previamente establecido por los que no corren. 


Ir a clase de forma obligatoria todos los días parece que no da mas de sí en el cumplimiento de lo segundo que es para lo que fue pensado, pero tampoco deja que se ponga en marcha la experiencia de lo primero que es la única esperanza educativa. Toda una paradoja que como se ha dicho puede destruir una obra y el horizonte de inteligibilidad de quienes la han estado poniendo en marcha. De todos es conocido, escribe Arozamena en la última carta que ha dirigido a los padres del instituto, el descrédito que ha ido adquiriendo el absolutismo de la educación presencial a medida que la libertad digital se ha ido imponiendo en los hábitos y costumbres de los alumnos y profesores, también de los progenitores.


Escribe Jesus Ferrero:

“Amemos el seno hirviente de la vida con todas sus con­secuencias, pero sepamos qué somos, cómo nos han hecho y cómo nos hacemos. Amemos la existencia, pero no ignoremos sus abis­mos ni los elementos que la constituyen. Amémonos a nosotros mismos y amemos a los otros, pero sepamos qué tejidos inestables conforman nuestra materia y las sustancias que se mezclan, funden y con­funden con la nuestra. Amemos nuestros sueños, pero no ignoremos el flui­do volátil y resbaladizo del que están hechos.”


De momento, mejor entre pantallas que cara cara emboscados en el aula mediante el embozo de la mascara. Para recobrar así el tiempo interior que es el desafío de nuestro tiempo, tanto a nivel individual como a nivel social. 

martes, 25 de agosto de 2020

LA TRINIDAD DIGITAL

Una gran parte del confinamiento por el ataque inesperado del virus de marras se lo ha pasado Arozamena leyendo las biografías autorizadas, publicadas en un solo volumen, de Bill Gates, Jeff Bezos y Mark Zukerberg, así por orden riguroso de nacimiento, titulado la Trinidad Digital. El monto de sus millones les otorga pleno derecho para formar parte del grupo conocido con el nombre de los CienMilMillonarios. Pero los biógrafos han preferido eludir este dato poco imaginativo y adentrarse mas bien en la senda que abre la pregunta no de los millones que tienen, sino que hacen con tanto dinero y que hace tanto dinero con sus vidas y las de sus familiares y amigos, que están bajo semejante influencia. De las tres biografías Arozamena, que como jefe de estudios del instituto donde trabaja lleva pensando en la vuelta a las aulas en el próximo curso desde el primer día del arresto domiciliario, es la de Bill Gates la que mas le ha interesado, no en balde es le padre de la Trinidad Digital, dejando Zuckerberg el papel del hijo y a Bezos el de espíritu amazónico o raraavis del triángulo. El interés hacia la vida de Gates se debe, sin embargo, a la opinión que de él tiene su mujer. En uno de los capítulos de la biografía, el autor reproduce las palabras de aquella a la pregunta que le hizo con anterioridad sobre como creía que pensaba su marido. Para ella el cerebro de Bill Gates es un multiprocesador de datos, es decir, una compleja red neuronal que tiene la extraña virtud de dar respuestas sencillas la complejidad del mundo en que vivimos. Define al hombre con quien ha compartido su vida como un tipo optimista, pues, como no podía ser de otra manera, dice la señora de Gates, es un facilitador de la sencillez del mundo. 

(...)

Arozamena piensa que aceptar que el mundo es simple y que el dinero guarda una relación de justicia con la inteligencia es fruto de un procesador más bien elemental. Y esa es, en buena medida, la manera de pensar de la comunidad educativa a la hora de enfrentarse a la vuelta a las aulas en el curso que viene. Por mas que ha repetido, una y otra vez, a progenitores y profesores y a los alumnos en edad de entender, desde que comenzó la pandemia (o como se quiera llamar a la enfermedad planetaria que vivimos), piensa Arozamena que la tarea de volver a las aulas no puede ser aceptada a la ligera. Pues de la misma manera que la Auténtica Ciencia Universal (no la que divulga la camarilla tecnócrata de Silicon Valley y aledaños) está ligada a la estructura, históricamente condicionada, de un alma profunda, también lo estuvo en su época la Auténtica Teología Universal. Para entendernos, Tomas de Aquino es a los beatos con las cuentas del rosario como Erwin Schrödinger (no Bill Gates) es a los usuarios con las teclas de los teléfonos móviles.

(...)

Arozamena piensa que el macroprocesador cerebral de Bill Gates, y a través de su influencia el cerebro del todos los adictos a la tecnología digital, confunde la simplicidad del mundo con la búsqueda de la comodidad en la forma de estar en él. No es lo mismo, aunque llevemos muchos años auto engañados. Los progenitores siempre han visto en el sistema educativo vigente, en el que hay que incluir el subsistema de las actividades extraescolares, la manera más cómoda de traer hijos al mundo. Ítem mas, sin un sistema como el actual muchos progenitores reconocen públicamente que preferirían no hacerlo. Para entendernos, dice Arozamena, solo aceptan un sistema educativo y sus subsistemas de pago correspondientes que les faciliten ver a sus hijos dos horas al día como máximo. La explicación de la necesidad inaplazable de la vuelta a las aulas, que corre como la pólvora en la maraña de las redes sociales, la justifican sus divulgadores diciendo que sus hijos echan en falta a sus amiguitos de la escuela, lo que esta haciendo que hayan dejado de hablar. 

(...)

Como es fácil deducir en esto Gates también tiene su influencia. Pues el cerebro del jefe de Microsoft piensa en términos de opuestos contradictorios, como si esa fuera la única manera de hacerlo. es decir, en plan dinero-inteligencia opuesto a pobreza-falta de recursos intelectuales. Gates cree que es rico porque es listo y considera que existe además una proporción en los términos. Por tanto, al igual que su alto profeta digital, sin olvidar, claro está, a sus compañeros de biografía,  los progenitores de la era educativa digitalizada piensan que entre la inteligencia y el dinero hay una relación de causa y efecto, que se vincula de forma oculta y profunda (esto último no lo dicen así, constata Arozamena) con el escaso tiempo tiempo de que disponen para dedicarlo a la educación de sus hijos, ya que tienen que ganar dinero para que sus vástagos puedan ser inteligentes en el mundo del mañana. A eso, dice Arozamena, lo llaman tener éxito en la vida, o lo que es lo mismo poner en práctica actitudes y dar la imagen propias del éxito. O dicho de otra manera, a eso lo llaman su manera de estar en el mundo.

viernes, 14 de agosto de 2020

EMMANUEL LÉVINAS

Lévinas habla De Dios, pero rompiendo con la tradición metafísica que lo presenta como un ente al que se puede conocer y adorar. En ese sentido, coincide con Jacques Derrida, según el cual “es necesario pensar la huella antes que el ente”. Hay algo más allá de lo que se da, de lo que está a la vista: “Solo un ser que trasciende el mundo puede dejar una huella”. Lévinas habla de una “trascendencia irreversible” que nos impide callar ante un rostro herido. Una trascendencia que se manifiesta de forma indirecta, conservando su condición de enigma. La huella nos impele a buscar un sentido, pero sin caer en el antagonismo entre lo trascendente y lo inmanente. El enigma “es una tercera persona que no se define por el Sí-mismo”. Esa tercera persona es lo que Lévinas llama Dios o “Illeidad”. Dios no es presencia, sino exposición, apertura. Es incognoscible, pues no podemos re-conocerlo, hacerlo presente, pero es lo que nos empuja hacia el Bien. El tiempo no es una caída, sino una subida hacia el Infinito. “Lejos de significar la corruptibilidad del ser –escribe Lévinas–, el tiempo significaría la ascensión hacia Dios, el des-inter-és, el paso al más allá del ser, la salida del es”. La huella de Dios es “un deseo que no se identifica con la necesidad. Un deseo sin hambre y sin fin”. Lévinas se rebela contra la onto-teo-logía, que reduce a Dios al orden de los seres: “La palabra Dios es única, porque es la única palabra que no extingue o no ahoga o no absorbe su Decir. No es más que una palabra, pero revoluciona la semántica. La gloria se encierra en una palabra, se hace ser, pero al mismo tiempo destruye esa morada”.

jueves, 13 de agosto de 2020

LA HUELLA BRONTE

Desde que leyó por primera vez Cumbres borrascosas, de Emily Bronte, intuyó vagamente que el mundo que ahí se narra no tenía nada que ver con un pasado concluido sino con un presente inconcluible y, por tanto, con un futuro siempre inalcanzable. Luego vinieron, para acabar de rematar su convicción, la lectura de las biografías de las hermanas Bronte, Emily y Charlotte, a cargo de Winifred Gerin y Elisabeth Gaskell. Lo que Arozamena ha descubierto en los meses de confinamiento viral ha sido la falsedad que encubre al sistema educativo vigente y, por ende, la forma de vida de sus protagonistas que lo defienden con sus impuestos. Ha tenido que ser un agente ajeno e invisible a la realidad educativa, por decirlo así un ser ineducable, el que haya hecho una enmienda a la totalidad de los diferentes proyectos de renovación pedagógica, a cual mas progresista que el anterior, que han surgido en nuestro país durante este periodo de cuarentañismo democrático. De repente, con las tecnologías mas avanzadas al alcance de profesores, alumnos y progenitores, no sabemos, piensa Arozamena, como continuar la labor educativa que todo el mundo consideraba ejemplar, si nos atenemos al nivel de aquiescencia generalizado entre las partes, antes de la llegada del virus de marras. ¿Volver o no volver a la aulas? ¿Quedarse o no quedarse en casa? Son preguntas que los sesudos expertos del entorno gubernamental no saben como responder. Pero la cuestión fundamental nunca llega, pues no está en sus cabezas: ¿cuales son las preguntas que mejor convienen a la educación de nuestros hijos y alumnos? Únicamente insisten paranoicos (pueden ser de otra manera nuestros docentes y progenitores): el sitio y el horario y los contenidos y los objetivos. No son respuestas a tales preguntas, sino etiquetas para tranquilizar a quienes regentan las aulas y los hogares, que es por donde se pasea con toda impunidad el virus de marras. Es necesario rastrear y pensar la huella de la experiencia educativa ajena antes que ensimismarse con los papeles de los proyectos educativos propios, dice Arozamena, lector atento de la vida y obra de la familia Bronte, ademas de visitante emocionado de Haworth, pequeño pueblo de Inglaterra que fue el lugar donde ocurrieron los hechos memorables de aquellas

Cualquiera de los proyectos de renovación pedagógica actuales repudiaría públicamente, si así se lo pidiesen a sus redactores, la figura del reverendo Patrick Bronte, padre de las hermanas Charlotte, Emily y Anna. Seco, autoritario e inflexible en el cumplimiento de la moral victoriana imperante, servía, sin embargo, en bandeja de plata los diarios y revistas a las que estaba suscrito no solo para que sus hijas estuvieran bien informadas, sino, y esto es lo más importante, para que discutieran entre ellas y con él mismo  los diferentes pareceres de sus lecturas. En el mismo sentido, aunque se opuso a los colores de las botas o al uso de la seda en los vestidos de sus hijas por parecerle demasiado atrevidos, por ejemplo, nunca se opuso, mas bien lo alentó, a que sus hijas llevaran su imaginación hasta los confines que les pareciera mas oportuno en forma de escritos, cartas, cuentos, obras de representaciones de teatro, tertulias, paseos por los páramos, etc, etc. Arozamena lleva intentando reinventar el estilo del reverendo Bronte con las familias modernas de sus alumnos desde el primero día del confinamiento. Término a término a la moral victoriana se opone la amoralidad posmoderna de la clase media urbana; a la voluntad empírica  del reverendo de que sus hijas aprendan el desdén y abandono de los padres permanentemente ocupados que no saben que hacer con sus hijos, pues ahora están todo el día en casa sin poder asistir a las actividades técnicas extraescolares que hacía que solo los vieran dos horas al dia, ¡qué alivio!; a la desbordante y desconcertante imaginación comunicativa de las hermanas Bronte, la anticipada estructura robótica del carácter de sus alumnos incapaces de hablarse entre ellos cara a cara y de mirar al mundo, si no es mediante la interposición de un dispositivo a sus dedos pegado. 

miércoles, 12 de agosto de 2020

PRIVILEGIADOS

 Una vez que te metes en el aula ocurren tantas cosas imprevistas como encerrados en casa. Daniel Oliart y Andrea Caparrós, padres de tres hijos entre 6 y 13 años, es de esos matrimonios que miran para otro lado cuando alguien trata de indagar que esta pasando en los dominios privados de la familia que regentan. Y el caso es que sus amigos lo ven todo bien, cuando se comunican a través del grupo digital que comparten. Arozamena, que es el tutor en el instituto del mayor de los vástagos de Daniel y Andrea,  lo ha intentado en las reuniones ordinarias que ha tenido con ellos, pero ha sido inútil, no quieren ver. Arozamena piensa que Ignacio, así se llama el vástago en cuestión, esta fuera del campo de acción de la mirada individual y conjunta de sus padres, si es que fuera posible esa sutil distinción. Quedar fuera de la mirada de los otros es lo mas habitual tanto dentro del aula como encerrado en casa. Lo que ocurre es que un adolescente como Ignacio, a pesar de estar él mismo ensimismado con su móvil, a veces necesita que le hagan caso, pues todavía no se ha robotizado lo suficiente al decir de Sherry Turkle, autora del libro “En defensa de la conversación.” Arozamena ha tratado de explicárselo a sus padres siguiendo el protocolo laico que inspira la deontología del instituto, pero siempre se ha topado con una conducta ajena a esa deontología, mediante la que Daniel y Andrea ademas de servirles de escondrijo parecen vivir totalmente reconfortados, no hay ansiedad ni nada parecido en sus palabras. Arozamena lo califica como la felicidad del saltamontes encima del ordenador.

(...)

Lo descubrió un día que había decidido pasar el fin de semana en una casa de campo de esas que hacen turismo rural para nones. Tenía que corregir muchos exámenes y pensó que era la mejor manera de afrontar el hastío que imaginó se le iba a echar encima. Cuando llevaba leído veinte de los ochenta exámenes que tenía previsto corregir esa tarde, notó que un saltamontes se había posado encima de las teclas del ordenador. Lo desconcertante para Arozamena fue que observó en el insecto, por decirlo así, una determinación estrábica en su mirada. O dicho con otras palabras, con un ojo miraba lo que Arozamena escribía en la pantalla del ordenador y con el otro lo miraba a él fijamente. Se dio cuenta que con cualquiera de los ojos no veía nada, ni a nadie, en el sentido que Ignacio reclamaba de la mirada de sus padres, el saltamontes, como Daniel y Andrea, miraba para otro. El insecto, si se quiere, con una conciencia menos sofisticada que los padres de Ignacio. Un otro que, sea quien sea para el insecto o para los padres de Ignacio, está, a su vez, ciego. Con esta prueba empírica tan pegada a lo natural entendió Arozamena que no hay mejor narcotizante para el que no quiere ver o para quien mira par otro lado, como es el caso de Daniel y Andrea y tantos progenitores de hoy en día, que auparse sobre la creencia de que al igual que ellos y el saltamontes los demás también están ciegos, porque sus miradas se dirigen a alguien que todo lo ve. Lo que no reconocen es que eso es lo mismo que decir que no ve nada ni a nadie. 

(...)

Arozamena los denomina los nuevos privilegiados, cuya ideología es el placer culpable, según ha leído en una revista de psicopedagogía especializada en este tipo de trastornos familiares. Arozamena le gritó al saltamontes que se apartara del ordenador (como cuando le dices a una mosca que deje de ser tan pesada revoloteando sobre el acido sudor de tu cabeza) pero no lo oyó, al igual que Daniel y Andrea no oyen las súplicas de su hijo Ignacio para que le hagan caso. Sin embargo, con toda seguridad, piensa Arozamena, que, al igual que el saltamontes si detecta la humedad de una babosa en el campo, los padres de Ignacio si captan que su hijo necesita cien pavos para pasar el fin de semana con sus amigotes. Y en seguida se llevan las manos a la cartera y se los ponen encima de la cama de su habitación. No se los dan cara a cara, pues a su entender lo podría interpretar como un gesto humillante, y porque no quieren un determinación tan explícita entre las necesidades monetarias de su hijo y su disposición a cubrirlas sin pedir justificante a cambio. De esto último, por lo que Arozamena les ha escuchado en las reuniones de la tutoría, Daniel y Andrea sí son muy conscientes. 

martes, 11 de agosto de 2020

EN EL BARRO

 Arozamena lleva pensando, desde que empezaron las vacaciones del verano viral, en cómo será la vuelta al virus de marras en setiembre. Se despidió de sus compañeros de instituto el mismo día que las autoridades gubernativas dieron por finalizado el estado del alarma, y la vuelta a la aulas, dijo Arozamena dirigiéndose al claustro de profesores com jefe de estudios saliente, coincidirá con la nueva proclamación oficiosa de una nueva etapa para estar alarmados, al menos hasta después del invierno, y que también será nueva a mi entender para saber que hemos hecho mal para llegar hasta aquí. Al acabar su discurso se rió de manera oficial y alzó la copa para brindar de manera que todo apareciera inverosímil, así entendió que la farsa que estaban viviendo era la manera mas adecuada para conjurarse contra los peores presagios reales.

Arozamena se había dado cuenta, al poco tiempo de empezar su nómada y discontinua carrera de profesor de educación secundaria, que el proceso histórico que había llevado a la construcción de la figura del docente y de los progenitores modernos tenia una peligrosa naturaleza viral, que se había hecho patente con la emergencia y participación de la sociedad de masas en los asuntos de la enseñanza de subvención estatal durante los últimos cuarenta años. Y que no es exagerado afirmar que es el correlato civil de la emergencia del terror nuclear militar, la amenaza que sustituyó a la cólera de Dios después de la época de los grandes desastres que acompañaron a la Segunda Guerra Mundial. A este proceso histórico individual le ha acompañado, también al entender de Arozamena, un proceso de ceguera espiritual colectiva (el no querer ver o el mirar para otro lado) que ha desembocado en la construcción de una ideal material de la humanidad donde docentes, progenitores y alumnos han conseguido  acomodarse a los aspectos mas queridos de aquel ideal, es decir, aquellos que les han permitido repetir curso tras curso, así sea en el aula como en el hogar familiar, como si fueran los únicos privilegiados que hubieran alcanzado la meta. Es decir, como si ya estuviera aprendido o todo el pescado estuviera vendido y únicamente bastaba con entregarse a la ma explicita de las banalidades. La inteligencia había optado por el camino de la estupidez. Sin embargo, reconoce Arozamena y así se lo hizo saber también al claustro de profesores, la llegada del virus de marras ha dejado ver a las claras la falsedad que ha acompañado tanto a la construcción del docente, el progenitor y el alumnos modernos como al ideal de humanidad en donde todas esas figuras han acabado reflejándose y acomodándose.


La prueba de ello, les dijo Arozamena a sus compañeros, es que teniendo todos nosotros los medios tecnológicos y sociales a nuestra disposición, a saber, todos, docentes, progenitores y alumnos estamos conectados entres nosotros y lo estamos las veinticuatro horas del día, nos estamos enfrentando al virus de marras como si formáramos parte emocional y racional de una sociedad medieval. Toda sociedad viral esta formada en íntima compenetración por quienes contagian y los contagiados. La nuestra no es una excepción y sucede tanto con las redes sociales en intima compenetración con el virus de marras. No hay diferencia entre ellos, pues las relaciones víricas de las unas llevan a las cepas del otro, y viceversa. Bien es verdad que no de una forma mecánica y visible, pero es aquí donde está el peligro, enfatizó Arozamena en ese momento de su discurso, en una sociedad apegada con celo irrefutable a la vida material como la nuestra. Acomodados en nuestros nichos materiales, los protagonistas de la vida educativa sitiada por el virus de marras, o sea, nosotros, mas los alumnos y sus padres que no están aquí, permítanme que los llame cariñosa y activamente los felices ausentes, no nos hemos dado cuenta todavía que esos nichos donde vivimos empiezan a adquirir una cierta forma sepulcral definitiva.


Fíjense que he dicho acomodo material, no vida humana mejor, también pensado en los niños pobres de Brasil, a propósito de algo que leí el otro día mientras preparaba estas palabras que les estoy trasmitiendo. Como ustedes deben saber, me estoy refiriendo a los tristemente famosos meninos da rua, los niños de la calle. Estos niños son los que viven en las alcantarillas, y suelen salir al exterior por la noche para acercarse a comer a los cubos de basura. Pero esto no es lo importante. La noticia que atrajo mi atención la leí el otro día en un breve del periódico, por eso la traigo a este claustro de fin de curso, no fue por su forma de vida sino porque, al parecer, estos niños se drogan con barro. El símbolo material de la creación bíblica. El barro, que esta por todos los sitios y ni siquiera se tienen que levantar a cogerlo, evitando así ser atrapados por los traficantes de niños, tienen unos efectos narcotizantes que les permiten olvidar durante algunos minutos la realidad donde viven. Lo que les quiero decir para acabar, es que la esperanza espiritual se pierde en las situaciones extremas de la vida material, entonces solo queda el embotamiento. Unos en la cima y otros volviendo al origen. Felices vacaciones.