jueves, 27 de agosto de 2020

RAFAEL SANZIO

Los ojos del pintor de Urbino solo reparan en la belleza del mundo. Su pincel destaca la delicadeza y el equilibrio, desdeñando lo asimétrico y deforme. Su obra es una primavera ininterrumpida. Se ha intentado rebajar el genio de Rafael a un idealismo relamido, pero la humanidad de sus retratos, que revelan una aguda penetración psicológica, y la grandeza de sus grandes composiciones, auténticos prodigios de color y armonía, evidencian la inconsistencia de ese argumento malicioso. Desde el siglo XIX, el ascenso del pesimismo ha proscrito las manifestaciones de alegría en el arte y en Rafael -¡ay!- fluye una alegría desbordante. Aunque a veces se adentra en la penumbra del espíritu humano, la nota final siempre es una exaltación de la vida. Demasiada impertinencia para un mundo que rinde culto a lo trágico y absurdo.“