jueves, 13 de agosto de 2020

LA HUELLA BRONTE

Desde que leyó por primera vez Cumbres borrascosas, de Emily Bronte, intuyó vagamente que el mundo que ahí se narra no tenía nada que ver con un pasado concluido sino con un presente inconcluible y, por tanto, con un futuro siempre inalcanzable. Luego vinieron, para acabar de rematar su convicción, la lectura de las biografías de las hermanas Bronte, Emily y Charlotte, a cargo de Winifred Gerin y Elisabeth Gaskell. Lo que Arozamena ha descubierto en los meses de confinamiento viral ha sido la falsedad que encubre al sistema educativo vigente y, por ende, la forma de vida de sus protagonistas que lo defienden con sus impuestos. Ha tenido que ser un agente ajeno e invisible a la realidad educativa, por decirlo así un ser ineducable, el que haya hecho una enmienda a la totalidad de los diferentes proyectos de renovación pedagógica, a cual mas progresista que el anterior, que han surgido en nuestro país durante este periodo de cuarentañismo democrático. De repente, con las tecnologías mas avanzadas al alcance de profesores, alumnos y progenitores, no sabemos, piensa Arozamena, como continuar la labor educativa que todo el mundo consideraba ejemplar, si nos atenemos al nivel de aquiescencia generalizado entre las partes, antes de la llegada del virus de marras. ¿Volver o no volver a la aulas? ¿Quedarse o no quedarse en casa? Son preguntas que los sesudos expertos del entorno gubernamental no saben como responder. Pero la cuestión fundamental nunca llega, pues no está en sus cabezas: ¿cuales son las preguntas que mejor convienen a la educación de nuestros hijos y alumnos? Únicamente insisten paranoicos (pueden ser de otra manera nuestros docentes y progenitores): el sitio y el horario y los contenidos y los objetivos. No son respuestas a tales preguntas, sino etiquetas para tranquilizar a quienes regentan las aulas y los hogares, que es por donde se pasea con toda impunidad el virus de marras. Es necesario rastrear y pensar la huella de la experiencia educativa ajena antes que ensimismarse con los papeles de los proyectos educativos propios, dice Arozamena, lector atento de la vida y obra de la familia Bronte, ademas de visitante emocionado de Haworth, pequeño pueblo de Inglaterra que fue el lugar donde ocurrieron los hechos memorables de aquellas

Cualquiera de los proyectos de renovación pedagógica actuales repudiaría públicamente, si así se lo pidiesen a sus redactores, la figura del reverendo Patrick Bronte, padre de las hermanas Charlotte, Emily y Anna. Seco, autoritario e inflexible en el cumplimiento de la moral victoriana imperante, servía, sin embargo, en bandeja de plata los diarios y revistas a las que estaba suscrito no solo para que sus hijas estuvieran bien informadas, sino, y esto es lo más importante, para que discutieran entre ellas y con él mismo  los diferentes pareceres de sus lecturas. En el mismo sentido, aunque se opuso a los colores de las botas o al uso de la seda en los vestidos de sus hijas por parecerle demasiado atrevidos, por ejemplo, nunca se opuso, mas bien lo alentó, a que sus hijas llevaran su imaginación hasta los confines que les pareciera mas oportuno en forma de escritos, cartas, cuentos, obras de representaciones de teatro, tertulias, paseos por los páramos, etc, etc. Arozamena lleva intentando reinventar el estilo del reverendo Bronte con las familias modernas de sus alumnos desde el primero día del confinamiento. Término a término a la moral victoriana se opone la amoralidad posmoderna de la clase media urbana; a la voluntad empírica  del reverendo de que sus hijas aprendan el desdén y abandono de los padres permanentemente ocupados que no saben que hacer con sus hijos, pues ahora están todo el día en casa sin poder asistir a las actividades técnicas extraescolares que hacía que solo los vieran dos horas al dia, ¡qué alivio!; a la desbordante y desconcertante imaginación comunicativa de las hermanas Bronte, la anticipada estructura robótica del carácter de sus alumnos incapaces de hablarse entre ellos cara a cara y de mirar al mundo, si no es mediante la interposición de un dispositivo a sus dedos pegado.