martes, 25 de agosto de 2020

LA TRINIDAD DIGITAL

Una gran parte del confinamiento por el ataque inesperado del virus de marras se lo ha pasado Arozamena leyendo las biografías autorizadas, publicadas en un solo volumen, de Bill Gates, Jeff Bezos y Mark Zukerberg, así por orden riguroso de nacimiento, titulado la Trinidad Digital. El monto de sus millones les otorga pleno derecho para formar parte del grupo conocido con el nombre de los CienMilMillonarios. Pero los biógrafos han preferido eludir este dato poco imaginativo y adentrarse mas bien en la senda que abre la pregunta no de los millones que tienen, sino que hacen con tanto dinero y que hace tanto dinero con sus vidas y las de sus familiares y amigos, que están bajo semejante influencia. De las tres biografías Arozamena, que como jefe de estudios del instituto donde trabaja lleva pensando en la vuelta a las aulas en el próximo curso desde el primer día del arresto domiciliario, es la de Bill Gates la que mas le ha interesado, no en balde es le padre de la Trinidad Digital, dejando Zuckerberg el papel del hijo y a Bezos el de espíritu amazónico o raraavis del triángulo. El interés hacia la vida de Gates se debe, sin embargo, a la opinión que de él tiene su mujer. En uno de los capítulos de la biografía, el autor reproduce las palabras de aquella a la pregunta que le hizo con anterioridad sobre como creía que pensaba su marido. Para ella el cerebro de Bill Gates es un multiprocesador de datos, es decir, una compleja red neuronal que tiene la extraña virtud de dar respuestas sencillas la complejidad del mundo en que vivimos. Define al hombre con quien ha compartido su vida como un tipo optimista, pues, como no podía ser de otra manera, dice la señora de Gates, es un facilitador de la sencillez del mundo. 

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Arozamena piensa que aceptar que el mundo es simple y que el dinero guarda una relación de justicia con la inteligencia es fruto de un procesador más bien elemental. Y esa es, en buena medida, la manera de pensar de la comunidad educativa a la hora de enfrentarse a la vuelta a las aulas en el curso que viene. Por mas que ha repetido, una y otra vez, a progenitores y profesores y a los alumnos en edad de entender, desde que comenzó la pandemia (o como se quiera llamar a la enfermedad planetaria que vivimos), piensa Arozamena que la tarea de volver a las aulas no puede ser aceptada a la ligera. Pues de la misma manera que la Auténtica Ciencia Universal (no la que divulga la camarilla tecnócrata de Silicon Valley y aledaños) está ligada a la estructura, históricamente condicionada, de un alma profunda, también lo estuvo en su época la Auténtica Teología Universal. Para entendernos, Tomas de Aquino es a los beatos con las cuentas del rosario como Erwin Schrödinger (no Bill Gates) es a los usuarios con las teclas de los teléfonos móviles.

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Arozamena piensa que el macroprocesador cerebral de Bill Gates, y a través de su influencia el cerebro del todos los adictos a la tecnología digital, confunde la simplicidad del mundo con la búsqueda de la comodidad en la forma de estar en él. No es lo mismo, aunque llevemos muchos años auto engañados. Los progenitores siempre han visto en el sistema educativo vigente, en el que hay que incluir el subsistema de las actividades extraescolares, la manera más cómoda de traer hijos al mundo. Ítem mas, sin un sistema como el actual muchos progenitores reconocen públicamente que preferirían no hacerlo. Para entendernos, dice Arozamena, solo aceptan un sistema educativo y sus subsistemas de pago correspondientes que les faciliten ver a sus hijos dos horas al día como máximo. La explicación de la necesidad inaplazable de la vuelta a las aulas, que corre como la pólvora en la maraña de las redes sociales, la justifican sus divulgadores diciendo que sus hijos echan en falta a sus amiguitos de la escuela, lo que esta haciendo que hayan dejado de hablar. 

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Como es fácil deducir en esto Gates también tiene su influencia. Pues el cerebro del jefe de Microsoft piensa en términos de opuestos contradictorios, como si esa fuera la única manera de hacerlo. es decir, en plan dinero-inteligencia opuesto a pobreza-falta de recursos intelectuales. Gates cree que es rico porque es listo y considera que existe además una proporción en los términos. Por tanto, al igual que su alto profeta digital, sin olvidar, claro está, a sus compañeros de biografía,  los progenitores de la era educativa digitalizada piensan que entre la inteligencia y el dinero hay una relación de causa y efecto, que se vincula de forma oculta y profunda (esto último no lo dicen así, constata Arozamena) con el escaso tiempo tiempo de que disponen para dedicarlo a la educación de sus hijos, ya que tienen que ganar dinero para que sus vástagos puedan ser inteligentes en el mundo del mañana. A eso, dice Arozamena, lo llaman tener éxito en la vida, o lo que es lo mismo poner en práctica actitudes y dar la imagen propias del éxito. O dicho de otra manera, a eso lo llaman su manera de estar en el mundo.