jueves, 30 de agosto de 2012

CRÓNICAS RENANAS 1




LOS COMIENZOS
Cuando me quedaba parado, observando desde las orillas al gran río alemán, me venía una extraña sensación de difícil explicación lógica, Mi madre la calificaba como destino. Es el destino, respondía siempre ante cualquier acontecimiento que, sin haberlo presentido, o sospechado antes, se nos echaba encima. El Rin es un río que tiene destino. Y no me refiero al geográfico, el mar del Norte, sino en la unión del continente europeo. Sus orillas son testigos silenciosos de los acontecimientos mas sangrantes de la historia moderna europea. El Rin es, tal vez, la mayor cicatriz de aquellas enormes heridas, que todavía supura calladamente bajo el discurrir constante de sus aguas. Cualquiera lo diría, convertido hoy en un vergel para disfrute de caminantes, ciclistas y amantes de los cruceros.

Salimos de Karlsruhe, ciudad que pertenece al estado de Baden Württemberg. Allí lo habíamos dejado el viaje anterior, procedentes de Schaffhausen, ciudad suiza fronteriza con Alemania. El tramo, digamos, del curso alto, corre desde las montañas escarpadas de Los Grisones (Suiza) hasta desaguar, de forma tan estrepitosa como espectacular, en el lago Constanza. Un tramo abrumadoramente hermoso desde el punto de vista paisajístico, pero menor, desde lo que me interesa contar respecto a su significación histórica y cultural.

Teniendo en cuenta que nos desplazábamos en bicicleta, el viaje se presentaba un tanto aparatoso, no por las dificultades orográficas, siempre rio abajo ya me dirá que complicaciones podíamos encontrar, sino por ser un recorrido con bastantes ciudades de mas cien mil habitantes, lo que en términos cicloturistas supone un handicap importante a la hora de buscar alojamiento. Me refiero a que así como en los pueblos o ciudades pequeñas cuando llegas tienes ducha y tálamo, en las grandes ciudades, si no lo has reservado antes y aunque parezca increíble, corres el riesgo de dormir a la intemperie, o seguir dándole al pedal hasta el anochecer. No suele suceder, pero el temor está fundamentado desde el día en que me ocurrió una vez.  La disminución de la oferta en aquellos es de menor riesgo, para un cicloturista, que el aumento de los imponderables en éstas. Además, las visitas a tantas ciudades importantes requería una plan organizativo mas meticuloso a la hora de decidir los kilométros a realizar por etapa.