lunes, 29 de abril de 2024

RAFAEL F. OTERIÑO

 


M. ÁNGELES MAESO

 


RELATO DE UN JARDINERO MAYOR 1

 BONDAD Y ESPERANZA HUMANAS

Mijail Kárlovich, el jardinero mayor, dice en la segunda página del cuento que lleva su nombre: “Si los letrados ponen más fe en el hombre que en las pruebas y los discursos…¿no es acaso, esta fe superior en sí misma a todos los cálculos humanos?…Pero esta fe esta solo al alcance de unos cuantos…, de los que son capaces de comprender y llevan a Cristo dentro de sí…”

  • Es una bella idea - dije yo. Contestó el narrador.

Al ponerme a leer el cuento de Chéjov, acababa de leer un artículo de Basilio Baltasar en el que dice lo siguiente: “Cuando llegue la hora de hacer el diagnóstico de nuestros males, cuando se quiera saber en qué momento estalló en mil pedazos la bella imagen de la Europa ilustrada, cuando se haga urgente comprender el origen del disturbio contemporáneo, la causa de los desmanes que deshacen la ilusión del progreso, no será necesario consultar a los historiadores, sociólogos, economistas o politólogos. Más pertinente será entonces encargar un dictamen al psiquiatra de guardia.” 

Es una desoladora imagen, dije al volver a leer el párrafo de Baltasar, después de haber leído el párrafo mencionado del narrador de Chéjov.


Estas lecturas de Ida y vuelta, y al revés, es un método que me aplico para superar el escollo de la siempre caliente y distorsionadora actualidad, que es desde donde todo lector trata de acceder a la intemporalidad de la lectura narrativa, por más, como es el caso, haga 130 años que Chéjov diera por concluido su “Relato del jardinero mayor.” Dicho de otra manera, es un previo ejercicio mental necesario para traer hacia donde mi mente hoy existe lo que de suyo dejó de existir como dato de actualidad hace todos aquellos años. Para ver qué tienen que ver estas dos locuciones extraídas de los párrafos anteriores, y, lo más importante, para ver qué me pasa a mí con lo que tengan que ver. Para ir con mi mente mas allá de la actualidad, pero sin dejar de tener los pies en la actualidad. Esas locuciones dicen lo siguiente:

1 “Pero esta fe está solo al alcance de unos cuantos…, de los que son capaces de comprender y llevan a Cristo dentro.”

2 “Cuando llegue la hora de hacer el diagnóstico de nuestros males, cuando se quiera saber en qué momento estalló en mil pedazos la bella imagen de la Europa ilustrada,(…) Más pertinente será entonces encargar un dictamen al psiquiatra de guardia.” 


Lo primero que quiero resaltar es que “la bella idea de Cristo” y “la bella imagen de la Europa Ilustrada” son creencias de los lectores que llevan dentro de sí. Es decir, sus propietarios, por decirlo así, están inmersos en una experiencia que no pueden trasmitirlas a los otros. Es una experiencia intransitiva. Es la diferencia que hay entre compartir la experiencia con otros y experimentar la experiencia por otros. Ser conscientes de esta diferencia es absolutamente necesaria a la hora de hablar y escuchar a otros lectores, sobre la bondad y esperanza que dan forma y sentido al relato del jardinero mayor, tal y como fue apareciendo en la tertulia que mantuvimos sobre su lectura. La bondad y esperanza que transmiten el relato del jardinero mayor, como la bondad y esperanza que el lector puede transmitir a otros lectores debido al rigor y la exigencia de su propia lectura, pueden ser compartidos por estos lectores, pero no puede ser experimentados por esos mismos lectores, pues su carácter es lo propio de lo estrictamente biográfico. Como decía antes, es básicamente intransitivo.


martes, 23 de abril de 2024

ANTONIO GAMONEDA

 EXISTÍAN TUS LABIOS



DIANE DI PALMA

 CANCIÓN REVOLUCIONARIA Nº 44



YANNICK

 Tardó lo suyo pero al final la película “Yannick”, de Quentin Dupieux, me evocó una imagen remota, que me pareció del todo convincente como espectador de la película francesa. Tiene que ver con el asalto a las Tullerias de los sans culottes parisinos, el día 14 de julio de 1789. Lo que se conoce, según todo el mundo sabe, como el inicio de la revolución francesa o también como el inicio de la Edad Moderna. Si el asalto a las Tullerias de antaño tenía que ver con el hartazgo de pasar hambre y penalidades, el asalto al escenario durante la representación de una obra de teatro de hogaño, que representa Yannick, tiene que ver con el hartazgo de sufrir la banalidad de la abundancia. Si aquel asalto inauguraba las promesas de la modernidad, este de Yannick las daba por concluido en el mejor sitio posible, sobre el patio de butacas y el escenario de un teatro. Los dos momentos se parecen en lo mismo: la apertura de la caja de los truenos frente a una situación que se ha hecho insostenible. Las Tullerías relacionada con el hambre. El teatro relacionado con la abundancia de todo. Lo que vino después del tumulto de las Tullerias fue el mundo en el que todavía existimos. Lo que vendrá después del tumulto del teatro, con Yannick a la cabeza, es imposible saberlo. Cuando azuza el hambre por escasez de alimentos sabemos lo que hay hacer. Pero cuando ahoga la abundancia por exceso de todo no tenemos ni idea. Lo único que sabemos, después de 235 años desde el asalto a las Tullerias, es que nuestro deseo es insaciable y se puede comer el planeta. Fin de la historia de la humanidad. De momento, la película de Yannick acaba con la policía punto de entrar en el teatro para poner fin a la representación y detener a Yannick.

Sin embargo, me vino a la cabeza una idea que lleva rondando desde que soy coordinador de club de lectura y de cine forum. A saber, darle al lector y al espectador el lugar y la voz que se merecen en la República de las Letras. Es bien sabido que una de las consecuencias del tumulto de las Tullerias fue la regulación de los saberes por parte de la clase emergente y luego dominante tras la Revolución Francesa. La burguesía industrial. Academias, museos, estéticas, críticos,… se ocuparán de ordenar y catalogar lo que hay que ver y leer, y lo que no. Lo que son obras maestras y lo que no. Fuera de este nuevo orden burgués industrial quedaron los miles y millones de lectores y espectadores que se iban alfabetizando y accediendo a la cultura a través de los cada vez más sofisticados medios de comunicación. La forma de pensar y de percibir del individuo espectador y lector (no la del crítico profesional) respecto a lo que ve, oye o lee ha sido silenciada totalmente. Como mucho, queda relegada a un plano marginal, el de la conversación privada. La manera de pensar y percibir de espectadores y lectores queda sepultada ante las múltiples perspectivas y ruidos mediáticos con que se acoge hoy a cualquier acontecimiento narrativo. Solo adquiere formas de dato: la audiencia o el público. Hasta hoy en que Yannick ha dicho Basta ya, como lo dijeron los sans coulottes parisinos muertos de hambre y de calamidades. Basta ya de ser consumidores de cultura sin ton ni son, y cuando a ustedes editores, productores, directores o escritores les pete y como les pete. Basta ya de estar siempre disponibles a comernos lo que a ustedes editores, productores, directores o escritores les pete y cuando les pete. Basta ya de ser meros consumidores pasivos de sus culturas, como las vacas llenan el buche en el establo el pienso que les pone el ganadero. Lo que nos echen, cuando nos lo echen y donde nos lo echen. De eso es de lo se harta Yannick pistola en mano, para subrayar a la antigua su hartura. Pero como los sans culottes parisinos, Yannick no está en condiciones de responder a las preguntas fundacionales de todo acto creativo: para qué y por qué accedo a la cultura. Cuyo epítome no es otro que para qué y por qué leo un libro o veo una película o un cuadro u oigo una sinfonía.


La cuestión es para qué y por qué sale Yannick a la palestra pistola en mano. Los sans coulottes sabemos que hicieron lo que hicieron sin saberlo, para inventar la revolución, contra la opinión del monarca que pensaba era una rebelión más de desarrapados. Para convencerse y demostrar al mundo que el hambre es un arma cargada de futuro. Ahora parece fácil darse cuenta, pero entonces era inimaginable. ¿Puede Yannick, pistola en mano, abrir la grieta en la muralla del colosal acomodamiento actual de la clase media dominante, más torpe e inculta que aquella burguesía fundacional, para demostrar que la cultura de los mandarines de la cultura es un arma cargada de aburrimiento, indicando de paso cual es el futuro de la cultura de quienes hoy se la comen. Yo pienso, a tenor de los espectadores que lo jalearon en el teatro, que no. Yannick montó una nueva performance titulada Basta ya tíos listos, yo también puedo hacerlo. Y lo hizo, con faltas de ortografía incluidas. Hizo valer aquello tan propio del hartazgo de la abundancia: lo puedo hacer y lo hago. Pero no es eso, no es eso. Algo que nunca se les pasó por la cabeza a los sans culottes de las Tullerias.


viernes, 19 de abril de 2024

LORD BYRON

 


LAURA MONTES

 UN ALTAR CALIENTE



LA GALLINA CIEGA 13

 EL MUNDO SIGUE SIENDO INFINITAMENTE GRANDE PARA QUIEN VIAJA CONSIGO MISMO.

¿De quien es tu experiencia de exiliado? Le pregunto a Maxaub mientras bajamos las escaleras de la estación de metro de Ventas. No se esperaba la pregunta y menos su contigüidad con la visita a la plaza de toros y aledaños. Por decirlo con otras palabras, lo que se esperaba, me dijo, es que le preguntara como veía esa superposición en el mismo espacio de dos modos de entender la fiesta que obedecen, al menos por razones históricas, a dos momentos existenciales y políticos diferentes. Que los días de gloria de la tauromaquia, que el régimen franquista utilizó en beneficio propio, hubieran ocupado el mismo espacio que los días de gloria de la movida madrileña, santo y seña de la vuelta de la democracia española. Para entendernos, insistí, desde el punto de vista de la biografía de todos y cada uno de esos protagonistas, incluida la tuya propia en el exilio, son distintas entre sí y todas, a su vez, intransitivas. Es decir, incomunicadas e incomunicables. 


Ahora bien, si entiendes la primera pregunta como impulso para salir de la jaula - en que se ha convertido tu biografía de exiliado entendido solo así - y como punto de arranque de tu aprendizaje fuera de aquella, tu experiencia de exiliado es básicamente delegada. Es decir, la vivida por otros exiliados y también la vivida por los que después de la guerra se quedaron y organizaron la vida aquí. Y no cuesta nada deducir que lo que nos impresiona y percibimos de tal experiencia lo hace también por relación con nuestro aprendizaje, que tiene que ver exactamente con lo que le sucedió a los otros. Me puede impresionar lo que le ha sucedido a alguien - tu exilio, talmente, le comento a Maxaub - con más fuerza que si me hubiera sucedido a mi. Por tanto forma parte de mi todo lo que experimento. Creo entender entonces, que este paseo peripatético a mi lado, no deja de ser experiencia conjunta asumida, me contesta el exiliado mayor. 


Estamos acabando el paseo que menciona Maxaub y quería que visitásemos juntos un puñado de lugares que tienen que ver con esa combinación: testamento y herencia, que forma parte de la larga travesía existencial que ha sido, al fin y al cabo, la postguerra española. Vale que el no reclamar el testamento de ese largo periodo, vaya a cuenta del saludable olvido que nos hemos dado para poder construir juntos un futuro democrático dentro del continente europeo al que pertenecemos. Pero lo que ya es menos justificable es hacer caso omiso de la herencia recibida, que es lo mismo que admitir que no ha pasado nada. Es decir, que comenzamos con la hoja de servicios en blanco, como si el mundo y nosotros mismos empezáramos a rodar el mismo día en que se murió Franco. Punto pelota. 


Vayamos por partes. Si nos metemos en el caserón que ocupa hoy la Fundación Ortega y Gasset-Marañon nos hablará de actualidad. Pero si le metemos imaginación al asunto, comprobaremos que en ese mismo caserón estuvo, antes de que todo se fuera al garete, el primer centro de estudios universitarios para señoritas, y que el significado de esas mismas piedras que dan forma al edificio y el excelente jardín que lo rodea se hace nuestra herencia ante la mirada del visitante más despistado. En la órbita de la Institución Libre de Enseñanza la Residencia para señoritas tuvo como primera directora a María de Maeztu. Estuvo funcionado hasta 1939.Tras la minuciosa depuración de funcionarios y profesionales de la educación fieles a la República la Residencia inició de nuevo su actividad el 15 de febrero de 1940 y bajo la dirección de la antigua residente Matilde Marquina García.


Cerca de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón está la sede de la Fundación Giner de los Ríos, que custodia el legado de la Institución Libre de Enseñanza. De repente, en un kilómetro a la redonda se le ha echado encima al exiliado mayor el testamento no escrito del gran proyecto educativo de la segunda República. La joya de la corona de laurel que no pudo llevarse cabo por razones conocidas. Me doy cuenta que Maxaub pone mohines en su cara. Y esta vez no tengo nada para salirle al paso y mitigar su nostalgia resentida. La imaginación que desplegó sobre el erial español educativo la Institución Libre de Enseñanza, a finales del siglo XIX, no se ha cumplido todavía, casi cincuenta años después del inicio de la vida democrática, en pleno siglo XXI. En ese sentido, le digo con gesto de humildad cómplice, somos todos exiliados de los saberes que hacen a los seres verdaderamente humanos.


Dejé para el final del paseo peripatético el barrio de Lavapies por dos motivos, que me parecían de interés para mi querido exiliado mayor pudiera volver sobre sus pasos con la sensación del deber cumplido y la honra y el honor recuperados. Uno es que el barrio de Lavapies es una representación popular de lo que la ONU representa a nivel del aristocratismo político y económico en Nueva York, lo cual dice mucho de lo que ha cambiado la España republicana que Maxaub abandonó después de la guerra. Y dos, que dentro del término del barrio hay testimonios y ruinas de esas dos Españas que nunca se ponen de acuerdo, pero que hoy conviven en ese espacio, dando ejemplo de lo que debe ser una ciudad en paz. El edificio que mejor representa esta síntesis son las ruinas que produjeron los bombardeos de la guerra civil de las antiguas Escuelas Pías, una parte de las cuales ha sido habilitada como sede social de la Biblioteca de la UNED. Ruinas de un pasado ominoso del que emergen, como en el olmo viejo hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluviosa de la nueva democracia algunas hojas verdes le han salido. Cerca de aquí la estatua de Agustin Lara, el flaco, compositor mejicano del chotis en honor a Madrid y de la canción Granada en honor a Franco, pone al contrapunto o la correspondencia a las ruinas y las hojas verdes. Con parecida significación cumplen su papel de estar donde hoy están la taberna de Antonio Sánchez, la más antigua de Madrid sin remodelar de la que eran clientes asiduos el pintor Zuloaga y el rey Alfonso XIII; igualmente la casa donde fueron vecinos durante unos años Pepe Isbert y Picasso. Al final todo lo que hay más quienes habitan el barrio apuntalan la unidad de sentido de la diversidad y heterogeneidad que hoy caracteriza la personalidad de la capital. 


martes, 16 de abril de 2024

DISTROFIA INTELECTUAL

 Desde que se proscribió el concepto del alma, y de Dios como ente no humano, vivimos en un mundo cada vez más deshumanizado, ya que solo pensamos en ser como dioses desalmados. O dicho de otro modo: un mundo donde la razón instrumental, siempre con una perspectiva de corto alcance es indiferente al sentido último de las cosas, ha eclipsado a las razones sensibles del corazón, olvidando la vieja advertencia de Pascal, según el cual la verdad no es un dato empírico, sino un acto de recíproca comprensión asociado a la esperanza. Entre los otros y con los otros.

miércoles, 10 de abril de 2024

WILLIAM CARLOS WILLIAMS

 CANCIÓN 



ROBERTO CONTRERAS

 PEDAZOS DE AGUA



LA GALLINA CIEGA 12

LA PRÓRROGA DE AQUELLA FIESTA HA IDO REBAJANDO LA COMUNICACIÓN SOCIAL Y LA CULTURA POPULAR A NIVEL DE DESPERDICIO

La fiesta no puede ser otra que la que vino después de la muerte de Franco, para celebrar precisamente su desaparición física definitiva. En términos generales a ese acontecimiento se lo conoce como La Movida. A Maxaub le parece que toda esa fanfarria está durando más de lo necesario, todavía. Esta bien celebrar que el dictador pasase al lado oscuro del infierno, dice con sorna nuestro exiliado mayor, pero lo que había que celebrar de verdad era la oportunidad de poner en marcha la vida democrática de todos los ciudadanos que le sobrevivieron. La razón instrumental que impuso aquella fiesta, siempre con una perspectiva de corto alcance saltando de sarao en sarao, fue indiferente al sentido último de esa oportunidad que afectaba a las personas y las cosas, no tanto a los fragmentos sobre los que postulaban sus intereses las ideologías e iglesias que acudieron a la cita de la fiesta. Eclipsando las razones del corazón y olvidando la vieja advertencia de Pascal, insiste Maxaub, según el cual podemos decir que la verdad democrática no es un dato empírico, sino un acto de recíproca comprensión asociado a la esperanza de vivir en paz juntos. 


Del barrio de San Blas nos encaminamos hacia la plaza de las Ventas y aledaños. Quizá, le dije a Maxaub, una visita a la “catedral” de la otra fiesta, que también dura y dura, nos podría ayudar a entender mejor estos efectos de conquista y duración festiva que se han apoderado de la vida cotidiana de los individuos, que forman parte de la sociedad española desde hace ya casi 50 años desde que se murió el gran dictador. Lo que no hay duda es que hoy la metafísica del asunto, por así decirlo, no la podemos encontrar en las universidades, respondió el exiliado mayor, sino en la superficie banal de las ciudades, tal y como voy viendo, y tal vez sea aquí donde haya que venir, como hacía Sócrates en su deambular por Atenas. 


Si te fijas, le dije a Maxaub, cuando apareció en el horizonte el coso taurino, hay una relación no solo espacial, sino temporal entre, pongamos, las ferias de las Ventas y los festivales de la Movida. Espacial porque la plaza de toros fue lugar de encuentro de no pocos de los conciertos más reconocidos de la Movida madrileña. El albero de la plaza no hacía mohines al recibir a Bruning o a Manzanares, por poner dos ejemplos del quehacer musical o taurino de aquellos años. Por la tarde o por la noche, con la cárcel de mujeres enfrente todavía en pie o ya desaparecida, las Ventas se nos aparece con toda la fuerza de su estampa de estilo neomudéjar en ladrillo visto sobre una estructura metálica. La decoración se realizó a base de azulejo cerámico, obras del ceramista Alfonso Romero Mesa, en el que figuran los escudos de todas las provincias españolas y otros motivos ornamentales. Vale decir, si nos atenemos a los alrededores, que las Ventas es también un símbolo de universal y plena humanidad. Aquí se dan cita la vida y la muerte sin aspavientos. El monumento al doctor Fleming, que le han dedicado las asociaciones taurinas agradeciéndole el descubrimiento de la penicilina, testimonia ese carácter genuinamente humano que tiene todo lo que allí dentro se manifiesta. Humano demasiado humano, valdría decir con Nietzsche, si tenemos en cuenta que la muerte es parte inseparable de esa viva humanidad que se dirime cada tarde que haya feria. Y, por qué no decirlo, cada noche que hay festival.

viernes, 5 de abril de 2024

ELIZABETH BISHOP

 EL ICEBERG IMAGINARIO (fragmento)



DENISE DUHAMEL


 

LA GALLINA CIEGA 11

 YO NO QUIERO QUE ME COJA EL HOMBRE ROTO. SIEMPRE CREÍ QUE ESA FRASE ME DABA TODO EL PODER

Ya nos lo advirtió Goethe hace más de 100 años: “el mayor arte de la vida teórica y práctica consiste en suplantar un problema por un postulado.” Ahora que me traes a tu barrio de infancia, me dice el exiliado mayor, me doy cuenta por primera vez de la verdad profunda de la cita del escritor alemán y que ha organizado toda la mía. Uno de los pilares en que se fundamentaron los primeros años de la postguerra fue el de dar un techo a quien no lo tenía. La situación después de la contienda era realmente inaceptable, incluso para las autoridades bombardeadoras y vencedoras, que empezaron a imaginar como solucionarla. Los corredores de infraviviendas iban sitiando la almendra de la ciudad de Madrid, a punto de asalto en cualquier momento. A modo de caballo de troya algunos de estos campamentos de refugiados del hambre y de la miseria se establecieron peligrosamente al otro lado del Manza, el río de Madrid, aspirante eterno a ser el Sena de Paris. Me estoy refiriendo al barrio de las Injuirias. Véalo usted mismo, entre en internet y fíjese con atención en las fotos que allí aparecen. Cualquier rico del barrio de Salamanca, o cualquier rico a medias del barrio de los Autrias empezó a género por su seguridad. Cundió por la ciudad, le dije al exiliado mayor, la idea de que un fantasma espera su oportunidad en los arrabales matritenses, el hombre roto, sí, no el hombre del saco. Los niños y niñas de la época adquierieron pronto la nueva imagen del miedo. Un hombre roto es más peligroso que un hombre del saco. Efectivamente la,propaganda del régimen supo con persuasión utilizar la nueva imagen popular en beneficio de los intereses de su cruzada. El hombre roto es aquel que todavía resiste de forma oculta en las cloacas de la ciudad. O en barrios de infraviviendas como el mencionado de las Injurias. Los vencidos en la contienda civil le llamaban el Maquis. 


Sea como fuere, el caso fue que las autoridades vencedoras empezaron a otear el municipio aupados en las almenas de las. destruidas murallas de la ciudad, para ver cuál era el terreno de que disponían para acometer la empresa de construir nuevas viviendas que dieran la nueva imagen al país de la victoria. Y al mismo tiempo ir desmantelando las infraviviendas que amenazaban el bienestar de los barrios de mayor poder económico. Uno de estos nuevos barrios se llamó el Gran San Blas, le digo a Maxaub, y está situado en lado este de la ciudad, entre los antiguos pueblos de Canillejas y Vicálvaro. Allí recaló mi familia en el año de 1959, el mismo año que visitó Madrid Ike Eisenhower para dar la bendición definitiva al régimen de Franco. Antes, como ya he dicho en otras entradas, hicieron lo propio la Santa Sede y la ONU.


La llegada de mi familia al Gran San Blas lo experimenté, esto me lo explique mas tarde claro está, inscrito dentro de la época de los grandes pioneros del Far West, que tanto han estimulado mi imaginación a lo largo de mi vida juvenil y adulta. Llegamos a principios de septiembre de 1960 a una casa a la que accedimos entre montones de escombros flanqueando la entrada, pues el barrio de absorción, así lo llamaron las autoridades vencedoras, estaba todavía en obras. Mi padre no tuvo la suficiente paciencia de esperars a su terminación Dentro de la casa corría el agua, pero no la luz, y el fin del verano era inminente. Así vivimos hasta el día de la lotería de ese mismos año, 22 de diciembre, en el que las autoridades tuvieron a bien que nos tocara la luz como premio a nuestro tesón y nuestras fe en su capacidad de levantar al país de las ruinas. No se si amañaron los bombos, pero lo si fue cierto que esa noche pudimos meter las velas en un armario y vernos las caras por primera vez alrededor de la mesa de la cocina, gracias a una bombilla de 60 watios. La felicidad entró en nuestra a casa y, con sus altos y bajos, ya no nos abandonó nunca. Palabra de niño feliz. Hoy el barrio del Gran San Blas es como lo ves, le señalé con la mano al exiliado mayor. No ha perdido su carácter menestral original, de lo cual me siento orgulloso, lo cual no le impedido dejarse acariciar  por todas las mejoras que fue incorporando el desarrollismo franquista primero, y la llegada de la democracia y la entrada en Europa después. Aquí lo tienes. Me parece un buen barrio. Al igual que este han crecido a lo largo de los años en distintos puntos de la geografía municipal. Destacan por su importancia equivalente a éste, el barrio de Usera y el barrio de Moratalaz.


Ni que decir tiene que la figura del Hombre Roto se fue diluyendo en mi imaginación y en la de toda la sociedad que, al igual que los nuevos barrios, iba creciendo sin el espantajo de esa amenaza, pues los corredores de las infraviviendas que sitiaban a la ciudad y la amenazaban con una invasión inminente, iban desapareciendo poco a poco. La figura del Hombre Roto, sin embargo, se renovó y acabó alojándose en el rencor y el resentimiento de quienes no aceptaban como iban evolucionando las cosas, le digo a Maxaub. Y eso, por lo que observo, no ha dejado de crecer desde que se instauró la democracia, me contesta el exiliado mayor. El Hombre Roto de hoy, a diferencia del de la guerra y la post guerra, lo está entre un presente que dice que no es el suyo y un pasado que desea encarnar a toda costa por ideas tan peregrinas, pongamos, como tener un abuelo republicano que luchó y murió en la batalla del Ebro. Y no hay plan de olvido y concordia que lo haga desistir de la misión que se autoimpuesto de encarnar, como un gesto de transustantación, el legado de su antepasado. Aunque sea a costa del recuerdo obsesivo y de vuelta al enfrentamiento guerra civilista, ochenta años después. Por más que se le diga que el pasado se puede estudiar, analizar y recordar, pero nunca se puede volver a vivir y experimentar. Y menos ochenta años después Hombre Roto. Entiéndelo de una vez por todas, no eres ningún dios que pueda hacer milagros con la ocupación y el uso del tiempo. Eres solo un Hombre Roto que puede romper todo lo que toque o se le acerque.


miércoles, 3 de abril de 2024

ITZIAR MÍNGUEZ ARNAIZ

 


VLADIMIR NOLAN


 

SPOTLIGHT

 Puestos a averiguar de qué va la peli “Spotlight”, del director Thomas McCarthy, cual es su tema, lo primero que yo diría es que es una película sobre el oficio de los periodistas, no tanto sobre el vicio de los pederastas (Es como querer ver en “Todos los hombres del presidente” la megalomanía psicótica de Richard Nixon). Por más que el buen hacer del oficio de aquellos dejen con el culo al aire, nunca mejor dicho, a los abusos del vicio de estos. Por más que las víctimas fueran menores de edad en la época en que se cometieron los delitos. En fin, por más que casi todo el mundo miró para otro lado en el momento en que se produjeron los hechos. Si el argumento de la peli va sobre el oficio de los periodistas, el tema, como no podía ser de otra manera, va de la búsqueda incondicional de la verdad, caiga quien caiga, aunque sea éste el cardenal de la archidiócesis de Boston. Una búsqueda que es condición de posibilidad de ponerse a investigar, de ponerse a pensar. Es comienzo y a priori. Insisto en la búsqueda incondicional de la verdad, porque algunos espectadores de la tertulia en la que conversamos sobre la peli confundieron la verdad con la búsqueda de la verdad (al igual que confundimos habitualmente el movimiento con la medición del movimiento), por lo que las lineas de fuerza de la peli las desplazaron hacia los verdugos y las víctimas de los abusos sexuales perpetrados impunemente durante aquellos años. Hacia el hecho morboso de la pederastia. 

La búsqueda de la verdad por parte de los periodistas del Boston Globe es lo que hace a la película universal y perdurable, mientras que la verdad de los pederastas y sus víctimas es algo contingente y gremial. Lo primero tiene que ver con el arte. Lo segundo con la justicia. La búsqueda de la verdad y, como no, su cómplice mayor, a saber, la pusilanimidad con la que el ser humano de toda laya y condición afronta eso de la verdad, no evita que sigue estando ahí fuera, esperando a que alguien la cuente. ¿Cuántas veces, deliberadamente, no hacemos caso a los atisbos que de esa verdad surgen dentro de uno mismo? Para no tener que ir muy lejos en esa investigación. Lo dice Walter “Robby” Robinson sin pelos en la lengua y con un primer plano de su rostro que dice más que sus palabras inculpatorias, casi al final de la peli y ante sus colegas del Boston Globe, después de la reunión en el colegio donde aquel había estudiado de joven: “Es como si todo el mundo supiese ya la noticia menos nosotros que trabajamos aquí enfrente.” Se da la circunstancia de que el Boston Globe está, en la actualidad de la película, frente por frente del antiguo colegio de Robby. Valga decir, pensando en los formalistas, que también es una película sobre la importancia de la prensa libre y responsable para que sea viable una sociedad democrática. Y todo lo demás. 


Vayamos a la puesta en escena que ha elegido McCarthy para construir su película y que, al fin y a la postre, justifica todo lo que he dicho anteriormente. Hay dos pilares fundamentales sobre los que levanta la arquitectura de aquella puesta en escena. Por un lado los pasillos y despachos de la redacción del Boston Globe y, por otro, el callejeo de los periodistas buscando la localización y confesión de sus fuentes, como se llama en su argot profesional. Que quede claro, no son víctimas y verdugos, para los periodistas son fuentes. Ambos espacios, pasillos y calles, son la metáfora cabal de esa búsqueda de la verdad, que se encarnan en una construcción del tiempo a tientas y en la oscuridad, llena de atisbos, titubeos y tartamudeos,  como dice en una reunión con su equipo el nuevo director editor del Boston Globe, Martin Baron. En esos pasillos y en esas calles cada periodista del grupo de investigación Spotlight tiene su ritmo y dibuja una línea de investigación con sus movimientos que lo acercan a los rincones oscuros donde creen se esconde la verdad que buscan. En su conjunto dan un dinamismo a la puesta en escena que trasmite toda la verosimilitud que acapara la misma: estos tipos, piensa el espectador más bien incrédulo, saben lo que se traen entre manos, y saben también, aupados sobre su olfato de sabuesos experimentados, donde se encuentra lo que buscan con tanto empeño. Con una mezcla de intuición y deducción, heredada de sus buenas lecturas de su pareja de maestros, Holmes y el doctor Watson, y el espíritu de “la carta robada” guiando en todo momentos sus pasos y pesquisas: “lo hemos tenido delante y no le hemos visto, ¿cómo hemos,podido llegar hasta aquí?”


Llamo la atención de los espectadores mas propensos a desplegar sus prejuicios tipo Domund o aledaños. Pues haberlos los hubo y no pudieron evitar dejar oír su voz prejuiciosa en la tertulia arriba mencionada (ponga un niño abusado por un cura pederasta en su pantalla, o queremos más emoción que es lo mismo que decir: más madera). Observen los susodichos, digo, que las escenas en que aparecen los antiguos niños acosados, hoy adultos hechos y un poco torcidos y retorcidos, lo hacen a beneficio de la investigación del periodista que los entrevista y de la forma de la verdad que busca, no tanto para hablar de sus lesiones íntimas o para estimular las emociones básicas, lagrimeo incluido, de aquellos espectadores y sus prejuicios siempre fácilmente escandalizables. Observen con detalle esas escenas y las comparen, por ejemplo, con las de los primeros planos de Robbyn, como he dicho antes, y las de los rostros de los otros miembros del equipo de investigación Spotlight y del equipo directivo del Boston Globe, a medida que la verdad del asunto va adquiriendo la forma que le va otorgando sentido a la mirada atenta de todos estos periodistas, que siguen creyendo en la validez de su profesión. Es esta Fe - conviene hacer un énfasis especial en ello, dado el panorama actual gobernado por las falsas noticias y la mugre que se acumulando día a día en las redes sociales - un tesoro que no debería perderse nunca, si queremos conservar en nuestra especie ese humanismo singular que la ha caracterizado hasta ahora, frente al maquinismo androide que pugna por quedarse con el mayor trozo de la tarta. O con todo si lo dejan.