viernes, 10 de julio de 2020

PREGUNTAS

Como es bien sabido la Historia Oficial la escriben los vencedores, mientras que los perdedores solo existen, a partir de la derrota, como teloneros mal pagados y peor vistos. Este lugar común se hace cruel realidad en el caso de la herejía albigense o cátara. Como en otras ocasiones durante la edad medieval o premoderna una crisis de fe provocó el despertar de todas las venalidades que parecían estar muertas. Todo lo cual provocó un enfrentamiento político militar que afectó a los cuatro puntos cardinales del foco donde estalló el volcán, afectando a un amplio radio de acción que implicaron a fuerzas y estamentos que acudieron desde lejos, ciegos al olor de la ceniza, para poner la red entre lo que qante y entre las ruinas. En el caso que nos ocupa, como ya se ha dicho, fueron la dinastía de los Capeto y la del Vaticano, Paris y Roma, quienes firmaron la victoria sin condiciones contra la enmienda a la totalidad que los cátaros lanzaron contra el dominio absoluto de la cristiandad por parte del Papa del Vaticano. Consumada la derrota de la herejía cátara o albigense, todo el mundo que representaba pasó a formar parte, por decirlo así, de la prehistoria (me parece mas adecuada que intrahistoria) de la que solo nos quedan hoy las ruinas y los restos materiales de su existencia, pero nada o casi nada del espíritu o el alma que lo alumbró y lo llevó a tan colosal epopeya contra unos poderes mucho mas fuertes y poderosos.
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Es por ello que, delante de las ruinas de los castillos y fortalezas cataros, las preguntas que hoy se les podía formular a sus antiguos moradores, si pudiéramos tenerlos delante, podrían ser las siguientes:
¿Cuáles son los motivos elementales del hombre y la mujer cátara? ¿Cuáles de ellos son los mismos ayer como hoy y cuales se han modificado? ¿Podrían ser discutidos todavía en la actualidad de las redes sociales? ¿Aquellos principios cátaros permanecen en el alma de los ciudadanos modernos, pero están totalmente encubiertos? ¿Fueron frenados esos impulsos por el imperativo de la historia oficial de los vencedores franceses y vaticanos, o ya lo habían sido por el orden interno de la propia rebelión cátara? ¿Su ejemplo irrumpe, desgarrando el velo con que los vencedores pretenden cubrirlos para hacerlos inexistentes, de tiempo en tiempo o en ciertas situaciones mas concretas? ¿Cómo y cuando ha ocurrido esto? ¿Puede decirse que la disidencia albigense fue el prólogo del cisma temporal de Aviñón y de la ruptura definitiva de Lutero con el poder totalitario del Vaticano sobre toda la cristiandad? ¿Estos estallidos posteriores, más fuertes y vigorosos, actuaron sobre las grietas abiertas por los cátaros, que los vencedores trataron de ocultar o mimetizar con la naturaleza mediante el abandono de sus bastiones de defensa hasta convertirlos en piedras propias de aquella?
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Lo que si parece constatable es la crueldad y la impiedad que Simon de Monfort, legado del papa en el Languedoc francés, no tuvo empacho en utilizar contra la población civil de los castillos y alrededores como escarmiento por dar protección a los herejes cátaros. Desde el asalto a la ciudad de Beziers en 1209, fecha oficial del comienzo de la cruzada contra la iglesia cátara y primera gran carnicería contra sus feligreses, hasta su propia muerte en el sitio de Tolosa de Languedoc en 1218, como consecuencia de una pedrada en la cabeza disparada con una catapulta tuneada, se diría hoy, por unas mujeres defensoras de la ciudad, el señor de Monfort ha pasado a las páginas de la historia de los vencedores como un ejemplo de lo que luego se ha conocido como un mercenario de élite a servicio del mejor postor.