lunes, 27 de julio de 2020

EL MAS ALLÁ

“Hoy utilizamos números cuando queremos concentrarnos en determinado tema y obtener la máxima precisión en nuestras deliberaciones. Los antiguos europeos preferían un enfoque más amplio y se conformaban con la imprecisión porque tenían la esperanza de abarcar tanto como fuera posible de lo que podía ser importante. A menudo lo que pretendían no era comprender la realidad material, sino encontrar una pista acerca de lo que había más allá de la cortina de la realidad. Eran tan poéticos en relación con los números como en relación con las palabras.” (Pág.48) 
La medida de la realidad, de Alfred W. Crosby

He releído la pregunta que te hicieron en la entrevista de trabajo, a saber, ¿usted cree en el mas allá?, y sigo sin entender porque contestaste solo negativamente con un gesto de la cabeza, sin que tuvieras la necesidad de esclarecer la pregunta con palabras, pues todos sabemos, el entrevistador también, que ese movimiento, sin mas, vale lo mismo para un roto que para un descosido. Lo que tus palabras deberían haber esclarecido es el alcance del significado de la misma locución “el mas allá”. A poco que hubieras prestado toda tu atención a la pregunta, por otro lado envenenada, del entrevistador, te habrías dado cuenta que el mas allá tiene un doble alcance en su perspectiva. Uno, el mas allá de la vida. Dos, el mas allá de lo visible. Empíricamente viene a ser lo mismo. Contestar que no, apoyado en el énfasis propio del supremacismo del ateo que no ha revisado, o hecho un escáner o una iTV, su ateísmo desde cuando entonces, es dar por un hecho irrefutable que solo el hecho biológico de la muerte te hace mortal, pero que hasta que no se produzca ese instante eterno sigues siendo inmortal en el sentido que lo puedes ver todo en cualquier tiempo y lugar, y con cualquier sentido o perspectiva. Dicho con otras palabras, decir así solo con la cabeza, que no crees en el mas allá es como decir que no te has muerto nunca durante toda tu vida. Que esta ha sido, y es, un continuo sin fisuras ni discontinuidades, sin rupturas ni abismos, sin darte cuenta, o sí vete tu saber, que es el tipo de vida donde se encarna la rutina y el aburrimiento de los dioses inmortales.
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La respuesta correcta debería haber sido, por tanto, afirmativa. En “el mas allá” está todo lo que, a partir de lo que percibes en el mas acá, intuyes puede existir sin tener que haber dado por acabado tu ciclo biológico. Siendo como era una entrevista de trabajo, la pregunta iba directamente dirigida a escudriñar el estado de tus dotes imaginativas, como no podía ser de otra manera, en el mas acá, es decir en lo temporal visible. Estableciendo así el límite propio de tu oficio, donde tu tendrías la última palabra, y la existencia de lo que rebasa lo propio de ese oficio, es decir, el mas allá. Vamos, lo que el entrevistador quería saber era como entiendes el horizonte de tu inteligibilidad. Quien habita ese horizonte y por qué. Aunque te parezca increible, la competitividad empresarial bien entendida necesita manejar con confianza estos datos humanos.
(...)
El entrevistador no quería que llegaras a donde el que quería llevarte montado en un coche descapotable, y que te diera el aire fresco de la mañana en la cara (se ve en la estrategia que ha elegido que no es un experto, sino un sabio, cosa poco habitual en el mundo empresarial). Quería que llegaras andando por el camino empinado, que discurre casi en paralelo a la carretera por donde circulan los coches. No quería, para entendernos, que al hacerte la pregunta sobre si crees en el mas allá, derivaras la respuesta, después de tu previsible gesto negativo con la cabeza y ante el vacío emergente, hacia algo parecido a que eres muy amigo de tus amigos pues te gusta hablar con ellos y salir de excursión al campo, ademas de leer y escuchar música. Y todo eso. El mas allá a que se refería el entrevistador dibuja un camino que empieza fuera de ti (a partir del límite de lo que te es propio, como ya te he dicho), y que sin tener que nombrarla para no asustarte, poder averiguar mientras te adentras en aquel tu capacidad de transcendencia y, por así decirlo, también tu capacidad de estar religado a ella. En fin, lo que quería averiguar el entrevistador, como todos los trabajadores del departamento de recurso humanos de cualquier empresa, era saber si eras útil para el empleo que te ofrecían. Por lo que cuantas en tu carta compruebo que no. Bueno, otra vez será.