Aunque las autoridades turísticas francesas lo anuncian o publicitan de manera impecable, el acceso desde el lado español, a lo que fue el espacio donde tuvieron lugar los diferentes enfrentamientos de la cruzada contra los cataros, requiere por parte del visitante un esfuerzo añadido. No es, por decirlo así, como la visita a los monumentos de una ciudad, que se encuentran mas menos dentro de la trama urbana actual. La orografía del territorio cátaro es muy abrupta y a veces de complicados accesos, lo cual disuade la disposición de quien pasa por los alrededores una y otra vez. Tal ha sido mi experiencia. Al acceder desde el lado español el visitante se encuentra con el lado sur de aquel cuadrilátero irregular dentro del cual, y en los aledaños próximos, tuvieron lugar los enfrentamientos y la resistencia de la cruzada cátara. Este lado sur estaría hoy ocupado, mas o menos, por la carretera dapartamental 118 que une las ciudades de Perpiñan y Foix. Te recuerdo que el lado norte estaría hoy ocupado, también mas o menos, por la autovía 61 que nace en su encuentro con la autovía 9 - que une a su vez Perpiñan con Beziers, (lado oriental del cuadrilátero cátaro)- y acaba en Tolosa de Languedoc, que se une con Foix mediante otra carretera departamental (lado occidental del cuadrilátero cátaro). Insisto en remarcar de forma geométrica el ámbito geográfico de la cruzada cátara, porque es donde tuvieron lugar las situaciones límite que vivieron sus protagonistas y que las hacen fuente y foco de interés para el visitante del siglo XXI.
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El concepto de las situaciones limite es importante en la filosofía existencial del siglo XX (Karl Jaspers) durante el cual no en balde cristalizaron, como nunca antes en la Historia de la humanidad, un buen número de situaciones de este tipo, que a través de las reflexiones del filósofo alemán proyectan su luz sobre el pasado mas remoto, como es el caso de la cruzada albigense. El hombre, dice Jaspers, siempre está dentro de una situación; si sale de una es para entrar en otra; puede modificarlas, puede crear nuevas situaciones. Pero hay situaciones que no se modifican nunca esencialmente, sino en su manera de presentarse. Tienen un carácter definitivo, último. No podemos mirar mas allá de ellas; son como un muro contra el cual tropezamos. No podemos modificarlas, ni desvirtuarlas, ni explicarlas. Tales situaciones son: que tengo que vivir forzosamente en una situación, que no puedo vivir sin lucha ni sufrimiento, que tengo que morir. Son una misma cosa con nuestra existencia empírica. Para eludirlas no puedo hacer mas que ignorarlas (no querer saber o querer saberlo todo), cerrar los ojos y los oídos, puesto que no hay manera de superarlas; se resisten al conocimiento y solo podemos sentirlas existencialmente. Hacer la experiencia de las situaciones límites y existir son una sola y la misma cosa, dice Jaspers. O dicho de otro modo, el ser humano como existente no llega a sí mismo mas que en las situaciones límite.
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El espíritu de la cristiandad del siglo XII, bajo los auspicios del papa Inocencio III que se encontraba al mando del Vaticano, les debió parecer a los avanzados del catarismo, instalados por aquella época en Occitania, que se encontraba ya en un estado muy mortecino. Para ellos, el gnosticismo que practicaban como forma de llegar a Dios era superior a la fe que predicaban e imponían desde la ciudad romana. Pensaron, para entendernos, que la cristiandad vaticana, debido a sus abusos y corrupciones, estaba en una situación limite de la que no ya no podría salir. Lo mejor era, por tanto, abandonarla y entrar en la situación creada por las creencias cátaras. Todo aparece indicar que los rebeldes cátaros o albigenses erraron gravemente en su cálculo.