viernes, 24 de julio de 2020

MINORIA DE EDAD 4

Es que te roban, ergo te vas, sin decir si el alma o la cartera o las dos cosas a la vez. Fuera ya de donde estabas, quieres mucha seguridad, toda la seguridad, tampoco dices a cuenta de qué. Lo que si parece que necesitas, aunque no lo digas, es tener cerca de donde vives ahora (que es, vaya casualidad, el mismo sitio donde vivías antes) un supermercado surtido de identidades, pongamos, tal y como lo entiende Yvan Attal en su película “Están por todas partes”. La minoría de edad viene de la experiencia adulta de no entenderte con los demás. Ese fracaso inevitable, pero no ininteligible, te lleva, sin embargo, primero a encerrarte caprichosamente en el infantil “no te ajunto”, lo que hace aumentar la incompetencia conversacional con los demás, que en un horizonte de ofuscación no lejano te acabara poniéndote a dialogar, ahora si estás convencido, con alguna de las mascotas que, en nombre de la causa de los animales, sacas a pasear tres veces al día.
(...)
Has bajado un escalón o dos (no hay forma de medirlo) en la escala evolutiva de las especies sin que tu conciencia, convidada de piedra de la misma teoría evolutiva que defiende desde hace siglo y medio aquella escala, se preocupe por ello. Es la tragedia de la especie humana: ser consciente de que eres el ser mejor acabado desde el punto de vista de la evolución material, lo que no te impide tener conciencia de tu propio fracaso en el hecho de no poder entenderte espiritualmente con los demás. 
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Un robot se puede indignar. No como emoción concreta sentida por algo concreto, pero si lo puede hacer si le introduces algoritmicamente, es decir conceptualmente, los datos de la indignación. No otra cosa esta pasando con los primeros humanos robotizados de la actualidad, esos que se indignan no por que tengan causas emocionales o afectivas concretas para hacerlo (de hecho, con su suntuosa forma de vida, son los que sostienen el sistema contra el que se indignan), sino simplemente porque lo pueden hacer aplicándose el concepto abstracto de la indignación. De otra manera, como diría Robocop, están programados para indignarse.