jueves, 23 de noviembre de 2017

EL MISTERIO COMO NOSTALGIA

Cuando ayer hablaba de mercado de desguace, más bien tenía como finalidad ponerle una imagen a esos momentos de derrumbe que Duarte y yo habíamos sentido en más de una ocasión, en el día y medio que llevamos en Kassel paseando por las calles de Documenta. Creo que fue Pablo Picasso quien dijo que después de Altamira, todo el arte es decadencia. Un cita que corre paralela, en los cenáculos donde se intercambian sus preocupaciones los filósofos y demás teóricos del pensamiento, a aquella que alguien de cuyo nombre no logró acordarme dijo en su momento, a saber, toda la historia de la filosofía y el pensamiento no son nada más que notas a pie de pagina a los diálogos de Platón. Hay una verdad irrefutable en ambas locuciones que es lo que al mismo tiempo las cubre de misterio: hubo una primera e irrepetible vez en la que los hombres vieron el mundo tal y como era. Y también hubo una primera e irrepetible vez que ante tan turbadora e inquietante visión les surgió la necesidad de representarlo para tratar de comprenderlo. Esa decisión de comprenderlo alejó definitivamente al mundo de nuestro lado a través de la distancia - de la que ya he hablado en una entrada anterior - que impuso la voluntad de comprenderlo mediante su representación con las imágenes y las palabras. Por lo tanto, lo que heredaron los que vinieron a continuación - hasta hoy e día - de esos que vieron el mundo por primera vez tal y como era y que decidieron representarlo, ya no fue el mundo tal y como era, que no es otra cosa que su misterio, sino la representación ordenada de ese misterio que cubría el mundo. Lo que quiero decir es que si hubiéramos heredado el misterio del mundo, tal vez continuaríamos haciendo lo que los pintores de Altamira o Chauvet y planteando las mismas preguntas que Sócrates se hace en los diálogos de Platón. Pues el misterio del mundo no progresa, es siempre. Pero al hacernos cargo únicamente de la representación y su orden nos entró el veneno del cambio, histérico a partir de las vanguardias: que las cosas siempre se pueden hacer de otra manera, que nada es a largo plazo, y tal y tal. En fin, en lugar del misterio nos cubrió la férrea convicción o creencia de que el mundo se puede representar de forma radicalmente distinta, hasta el punto de que la representación en cuestión haga desaparecer ante los sentidos del espectador la presencia del mundo, que queda así bajo la competencia única de las ideas o los conceptos, de donde ha desaparecido a su vez el misterio primigenio a que me vengo aludiendo. Lo cual nos mete de coz y hoz en la dimensión propia del mercado del desguace, si uno se encuentra en estado de derrumbe, pero que puede convertirse en un mercado de segunda mano o de reciclaje de aquellos residuos si uno se encuentra en fase de despegue hacia la recuperación. Por ejemplo, a mi me reconcilió con Documenta 14 una idea que había estado expuesta en la anterior edición de hacía cinco años y que Vila-Matas menciona en su relato. Se refiere al momento en que narrador, que ha llegado Kassel con el encargo de convertirse él en una instalación, se encuentra bajo la influencia inclemente del derrumbe sin ver ninguna salida o instalación hacia la recuperación; cuando se encuentra con la ayudante de una de las organizadoras le espeta enfadada que como no conseguía ver la asociación que sugería una de las instalaciones entre un frasco de perfume ario y el arte de vanguardia. Sin duda, la lectura de la anécdota de Documenta 13 fue motivo de mi recuperación en mi visita a Documenta 14, pero también sabía que era el inicio del próximo derrumbe. 

Mientras leía el diario de Duarte, que con estilo notarial - probablemente el más acertado para el momento - daba cuenta de ese trajín entre derrumbe y recuperación, y vuelta a empezar, en que nos encontrábamos al llegar al ecuador de la visita a Kassel, sentí una nostalgia envolvente, no me atrevo a decir que del todo indescriptible, por ese primer asombro de mis antepasados frente al mundo tal y como era, y por ese primer brote de su voluntad para representarlo. Lo sentí de una manera, eso sí puedo decirlo con honestidad, que no quería que me abandonase en lo que me quedaba por ver de Documenta, y, por extensión, que no me abandonase nunca. Pensé que si el derrumbe y la recuperación, al que estaba fatalmente destinado, lo combinaba en mis experiencias vitales y estéticas con esta nostalgia de lo que no he vivido nunca y no podré vivir jamás, todo en mi existencia iría más acompasado y sonaría con mejores acordes.  Duarte lo expresó así, justo antes de salir de la Neu Neu Galeri (Nueva central de correos):

Más allá en el suelo sacos blancos llenos de caramelos de hierro fundido, que tienen un gran peso, pero que no podemos sopesar, su áspero roce responde a lo que su color evoca. Al lado esta Criollo, el caballo que posa y nos mira y posa y vuelve a mirar, parece que quisiera saber que hay detrás de la cámara que le apunta. Y al final camina, pero como muchas de las instalaciones visuales no sabemos a dónde, se pierde en la negrura de la pantalla. Al otro lado varías pequeñas obras, o lo que queda de ellas,  allí nos muestran los restos quemados de madera de lo que algo fuera y se dice caballo de Troya, una pequeñas fotografías pegadas a una columna, que después tendrán continuación arriba en el siguiente piso, son de Algirdas Seskus de Vilnius. Subimos y al entrar, una moqueta rosa, esa es la obra que espera a nuestros pies y los sonidos que de las cuatro esquinas salen por los altavoces a nuestros oídos,  la vista no puede porque la performance de danza no toca hoy, hay que venir preparado, con el horario en la mano y en la cabeza. Al final de toda la sala 6 o 7 vídeos de diferentes amputaciones  y sus movimientos, de vuelta unas cartas con letras mayúsculas, por orden alfabético pero no todas. Más arriba una sala preparada para desfiles y a la izquierda una estafeta de correos, peculiar, no hay nadie esperando y detrás del mostrador solo se escucha una amable azafata, don’t touch. Las cajas que han llegado con números escritos contienen zapatos, la 37 y 38 que pudiera ver, el resto no sé”.