viernes, 5 de enero de 2018

BAD MERGENTHEIM

¿Cómo referirme a este viaje guiándome solo por el mapa que tengo entre las manos, que está representado únicamente por convenciones conceptuales? Me doy cuenta de que tengo las mismas dificultades que he tenido para referirme a la feria de arte contemporáneo de Documenta 14, en la que las obras expuestas parecían servir más a los intereses comerciales y personales de los comisarios organizadores que a la inutilidad intrínseca de lo propiamente creativo que se supone debería  acompañar a los llamados artistas. Hay algo en la palabra comisario artístico que me espanta. Es entonces cuando, por asociación, me vienen a la memoria las palabras de la recepcionista que llame aburrida. ¿Qué había de romántico en la actitud de esta mujer joven a que me referí en el escrito anterior? ¿Qué había para romantizar, siguiendo lo que en su día dijo Novalis, en el Kurt Park de Bad Mergentheim, destino final de esta segunda etapa? Lo que dijo Novalis, a saber, que lo ordinario, conocido y finito cobren un alto y nuevo sentido, sigue teniendo a mi entender plena vigencia a la hora de poetizar la geografía por donde discurre todo viaje en la actualidad, tan dada, como todo el mundo sabe, a constituirse, un fin de semana tras otro un periodo de vacaciones tras el siguiente, a base, como dicen los informativos de la Dirección General de Tráfico, con los miles y millones de desplazamientos que, de un lado hacia otro de la geografía nacional o continental o planetaria, llevan a cabo los miles y millones de turistas. Fueron lo románticos alemanes de 1800 los que inventaron el dinamismo de la historia, a partir de su consigna, Tormenta e Ímpetu. Desde entonces la geografía, aupada en los medios de comunicación cada vez más sofisticados, se ha creído en la obligación de facilitar ese mandato de su hermana gemela achicando las distancias hasta convertir al planeta en una aldea. Lo que ha conseguido con ello, ¿no es caricaturizar aquel mandato original de la historia en marcha, al eliminar la épica imaginativa con que los primeros románticos llenaron páginas y páginas de sus escritos? ¿Elegir un destino es únicamente poner el dedo índice sobre el mapa, contar los kilómetros y llamar a la oficina de turismo para reservar una habitación donde pasar la noche? No habrá épica en esa elección, como no la hay en la geografía aldeana en que nos movemos, pero las expectativas, ¿siguen estando del lado de la historia en marcha? ¿Se puede afirmar que si la geografía del planeta se aldeanizado, su historia ha adquirido la forma de una taberna donde bebemos la cerveza cada día los aldeanos en que nos hemos convertido, quienes, eso sí, no dejamos de zascandilear como unos saltimbanquis de una lado para otro, aparentando la misma fuerza y fe de aquellos que pronunciaron por primera vez: tormenta e ímpetu. Una vez más, contra el mandato de toda vanguardia histórica en marcha que se precie, imitando a la naturaleza nos hemos constituido en red, aunque, siguiendo ese mismo mandato, nuestro carácter como individuos no se define por las relaciones que ahí mantengamos, sino por la omnipresencia y la salvaguarda de nuestras cualidades personales, caiga quien caiga. Esta esquizofrenia en la que vivimos esclavizados por una historia en marcha que ya no sabe donde ir, si ese desplazamiento supone ir hacia adelante de forma tumultuosa y con ímpetu siempre renovado, dentro de una geografía aldeanizada, explique tal vez el enfado o la decepción de la joven recepcionista del día anterior. Y de tantos viajeros organizados sin épica pero repletos de expectativas. Al llegar a Bad Mergentheim puede comprobar que este binomio es una de las características del nuevo romanticismo alemán, que trata de exportar al resto del continente como la mejor forma de impulsar la industria turística y, por ende, a la economía en general, verdaderos motores realmente existentes de la historia quieta del presente. Kurt Park es el nombre de un gran espacio con apariencia de bosque, donde tenía lugar lo que en la guía eran nada más que nombres y conceptos, como he dicho anteriormente. Situado detrás o a continuación, según se mirara,  de la plaza mayor y el castillo medieval que la presidía como su principal monumento, Kurt Park es lo que hoy se conoce como un parque temático. Zona de balneario, de audiciones, de juegos, todo ello rematado con un jardín japonés al fondo. 


No conviene olvidar que eso que parece afectar únicamente a los nacidos a finales del siglo XX, muchas expectativas a un ausencia total de épica pegadas  - que evoca desencanto y precariedad, aburrimiento y cansancio - fue también el lema fundacional de esta ruta romántica a principios de los años cincuenta - que entonces evocaba de forma  única vacaciones - construida después de los desastres habidos cinco años antes, que aniquilaron para siempre el romanticismo de 1800, inspirado justamente en lo contrario, mucha épica volcada sobre  un mundo caracterizado por sus escasas expectativas. O dicho de otra manera, una Historia con mayúsculas en marcha encima de una geografía todavía muy quieta por desconocida.