martes, 3 de abril de 2018

LOS PENSADORRS TEMERARIOS

Cuando me ha llegado tu último escrito sobre el libro de Donatella di Cesare respecto a los Cuadernos Negros de Heidegger, andaba detrás de las palabras de Maestro Eckhart, uno de los autores del seminario sobre el alma en el que estoy metido, en las que se atisban ya las palabras que, muchos siglos después, saldrían de la colosal inteligencia de Martin Heidegger. El teólogo dominico alemán dice así:
“La chispa del fuego y el ser del fuego son totalmente diferentes y muy separados la una del otro en la naturaleza, a pesar de que en el tiempo y el espacio sean tan próximos. La mirada de Dios y la nuestra son totalmente diferentes y lejanas entre sí. Por eso dice Nuestro Señor, con razón, que “un hombre noble marchó a un país lejano para adquirir un reino y regresó”. Pues el hombre tiene que ser uno en sí mismo y tiene que intentarlo en sí mismo y en el uno y comprenderlo en el uno, es decir, contemplar a Dios solo; y regresar, es decir, saber y conocer que se conoce y sabe de Dios”.

Parece claro que ser un hombre o una mujer nobles y tener una deslumbrante inteligencia, como la chispa del fuego y el ser fuego, son dos atributos distintos. Los dos atributos son humanos, pero apuntan en direcciones no necesariamente coincidentes, más aún en nuestra época contemporánea en la que la idea y la función de Dios como impulso y meta de un viaje de ida y vuelta, en el que se cifre la nobleza humana, ha desaparecido. O dicho de otra manera, el sujeto moderno al liberar todas las potencialidades de su mente pone en peligro el ennoblecimiento de su alma, pues no distingue ya que su voluntad de afirmación ególatra se lo impide, la una de la otra. Más bien las confunde mecánicamente, y en esa confusión reside el huevo de la serpiente del totalitarismo del pensamiento moderno.


Que el pensamiento de Heidegger esté vinculado a las barbaridades del Nazismo, tal y como anotas en tu escrito - “Lo que resulta apasionante del viaje que nos propone la autora es la indagación en el fondo del pensamiento del filósofo para averiguar si pensando con él y como él acabamos todos por ser antisemitas” - lo asemeja al pensamiento del segundo Sartre que lo está a las barbaridades del Comunismo Estalinista o al de Foucault justificando las del régimen de los ayatolás de Irán o al de los científicos democráticos americanos, Oppenheimer, etc, que están detrás o en el origen del peligro de desarrollar la energía nuclear fundamento de las bombas atómicas que abrasaron a miles de japoneses. La tentación totalitaria de la Razón del Hombre Moderno no admite límites, “Pues lo que reivindica, en el fondo, Donatella es que la barbarie es racional y no su antítesis, como defienden los bienpensantes”. Ahora bien, que se condene más en los libros o en los periódicos, o en los medios de desinformación de masas, al alemán que a los franceses o que a los americanos es debido, como ya sabes, a que la Historia con mayúsculas la escriben siempre los vencedores. Este es el mundo que hemos heredado (no ebrio de Dios como el de Eckhart, sino solo humano inauténticamente humano) después de las grandes catástrofes de 1945 que lo fundaron y cuyo pecado original, por tanto, es que todos somos sospechosos de ser a imagen y semejanza de esos grandes pensadores, que abrieron caminos nunca antes transitados sin destino ni acompañamiento divino. Talmente Heidegger, Sartre, Foucault o los científicos democráticos americanos, y una larga nómina de pensadores temerarios que no ha dejado de crecer desde entonces. No somos sospechosos, claro está, de tener su deslumbrante inteligencia, sino del abandono, ya sea a nivel íntimo o social, del ennoblecimiento de nuestra alma. A ese mundo heredado también se le llama democracia representativa. La justa medida política y social donde mejor encaja nuestra actual naturaleza humana, ya nada fiable por estar carente de nobleza. Eso es todo. Y lo demás no vendrá de aquella, sino, paradójicamente, de ésta.