...y mensajes sencillos repetidos hasta la saciedad. ¿Eso es todo? Sí, eso es todo, y tú todavía no te has enterado aunque llevas bajo la influencia de la perspectiva del aula un puñado de años. Incluso cuando intentas defender de los abusos que cometen las autorizarse educativas a tus compañeros, no ves que a lo único que estos aspiran es a comprar y vender apariencias y mensajes sencillos repetidos hasta la saciedad. Ser justo con ellos sería darles lo antes posible lo que piden. Pero tu lo que quieres ser es justiciero. Entonces, ¿que es el miedo?, me preguntaste el otro día cuando al fin me llamaste por teléfono después de la reunión que tuviste sobre el asesinato del instituto. El miedo hoy es no tener para poder comprar apariencias y mensajes sencillos, te respondí un tanto campanudo ¿Has calculado cuántas horas tienen que comprar al día tus alumnos mirando la televisión o el móvil para ir mansamente cada día a clase? Y la capacidad de esa mirada, ¿cuanto asienta su estilo de vida? Eso es el miedo, que no son datos, es el vacío que hay detrás de tantas horas sin cambiar de mirada. Lo de despertar conciencias o cambiar conciencias o dejarlas igual de dormidas que siempre, uff. Mejor que digas, dejarlas más dormidas que nunca. ¿Para eso sirve la educación? Definirte como progresista en estos asuntos, como en todo lo demás, ya no tiene sentido, pero ¿puede volver a tenerlo? Sí, pero no olvides que somos inferiores a nuestros sueños, te lo suelto antes de que te dé un arrebato de los tuyos y me cuelgues. Estarás de acuerdo conmigo que al día de hoy nadie sabe con claridad que es eso de la educación, que es lo que hace que un profesor como tú y un puñado de alumnos como los tuyos se convoquen cada mañana en el aula. Probablemente no lo hemos sabido nunca desde que la educación pasó a ser algo que había que tomarse en serio. Esta especie de tablas a las que han llegado la razón necesaria y la razón suficiente sobre el asunto de la educación me recuerda mucho a una fotografía que publicaron en los periódicos, que ilustraba los desastres que causó el huracán Katrina en el estado de Texas. En ella se ve a cinco mulas que, aupadas sobre un promontorio de tierra que está rodeado de agua por todas partes, esperan pacientes a que alguien las rescate. Todo en la imagen invita a pensar en una reacción de la vida, pero, al mismo tiempo, según como evolucione en las horas siguientes a la que se tomó la fotografía el apabullante caudal del río Missouri, no es descabellado pensar en un triunfo absoluto de la muerte. Lo que quiero decir con ello es que las tablas no es un estancia propiamente de la vida, se gana o se pierde. Sin embargo, en el caso de la vida humana, la lucha permanente entre querer ser y querer vivir que le es inherente, invita a pensar que las tablas son la única realidad posible. En tu caso llamémosle provisionalmente IDE, ideal democrático educativo. ¿Hay alguna posibilidad de ser profesor y alumno sin tener que padecer esa amargura y anomia que os acompaña a la cita de cada mañana en el aula? ¿Son eso las tablas? Esa realidad que se cocina allí dentro, que es uno de los secretos mejor guardados por sus protagonistas, ¿es verdadera? O a tenor de lo que dicen y comentan los profesores y los alumnos cuando salen de clase, ¿es el ejercicio mejor acabado de compra venta de apariencias? Yo hago que te enseño y tú, a cambio, haces como que no aprendes. Y al revés. Bien mirando, si la educación es un tiempo y en espacio de preparación para la vida en general, el diseño curricular no va del todo descaminado. Lo que ocurre es que si le pegáis el ojo con atención a esta ceremonia diaria de enseñar y aprender os daréis cuenta - los que seguís defendiendo el estrado seguro, aunque menos los que han tirado la toalla a la espera de la jubilación anticipada - que es una realidad falsa en el sentido de que tapa algo esencialmente humano de forma intencionada. Es, por así decirlo, una realidad espectral, que está formada por ausencias y por la letra pequeña con lo que sus protagonistas no dejan de construir e imaginar todo lo que queda al otro lado del velo de la apariencia comprada y vendida en el mercado del aula. En el libro Paideia, al que vengo haciendo alusión tratando de construir un itinerario paralelo entre el ideal griego educativo y esa búsqueda necesaria de nuestro actual IDE en el ámbito del continente europeo, su autor Werner Jaeger dice, cuando se refiere a la Ilíada y a sus diferentes lecturas a lo largo del tiempo,“En la forma actual del poema la figura del educador se halla en íntima conexión con los otros dos mensajeros. Como hemos indicado, en su ideal educador, Áyax personifica la acción, Odiseo la palabra. Sólo se unen ambas en Aquiles, que realiza en sí la verdadera armonía del más alto vigor espiritual y activo.” Traduciendo, Aquiles vendría a significar las tablas que he mencionado antes. Pero, como ya hemos hablado en otras conversaciones, la heroicidad de Aquiles está ligada a la decisión que tomó al abandonar el gineceo materno, para aprender a ser mortal peleando en la guerra de Troya. Luego, podríamos deducir los lectores modernos, que las tablas entre acción y palabra sirven para aprender poco a poco a ser mortales en la “guerra” de la vida humana. ¿Es esta la verdadera ocultación de la compraventa de apariencias en el aula? ¿Hablasteis en estos términos cuando el otro día os reunisteis las autoridades educativas competentes, para redactar y comunicar a la opinión pública la versión oficial del asesinato en el aula del instituto donde trabajas? ¿Lo sabían la víctima y el verdugo de semejante suceso?