¿En qué medida el Parlamento de los cuerpos es significativo, es decir, en qué medida busca una explicación del mundo actual, o, por el contrario, es un mero objeto decorativo fruto de la ocurrencia de su autor? Una explicación del mundo que trate de poner orden en el caos exterior que nos amenaza. O una acción decorativa que haga de su bienestar algo más bonito o glamouroso o menos aburrido, si ello es posible, al menos, en esta edición de Documenta, vista así como una pasarela de los grandes encuentros anuales de la moda, ya sea en Paris, Milán, Nueva York, etc, o como un evento excepcional dentro del calendario de eventos que programan cada año los estados y sus aliados económicos culturales. El dilema aparece de nuevo, mejor dicho, se hace más evidente en su hiriente encarnadura, porque irse no se ha ido nunca, pues me acompaña siempre. ¿Estoy frente a un nuevo capricho de lo moderno, en su afán estéril por vencer a la muerte, o, por el contrario, estoy, delante de ese parlamento de los cuerpos, que pudiera sugerir un parlamento donde están ausente las almas? De otra manera, ¿estoy ante un parlamento inane, lo más parecido a un rebaño de cabras o una manada de lobos, si me dejo llevar por lo que esconden cada cuerpo que observo, ahí tumbados sobre esos escaños como tumbonas o hamacas, con una satisfacción similar a la que exhiben los grandes depredadores después de una jornada de caza? O que, tal vez, transitar por Documenta sea eso, experimentar que el mundo, al menos el occidental, no tiene arreglo desde el punto de vista de su tradición, pues hace tiempo, al menos hace ya ciento setenta años (fecha de publicación del manifiesto comunista de Karl Marx) desde que los hombres, las mujeres se apuntarían más tarde, decidieron ser los protagonistas absolutos de la Historia, rompiendo así con la tradición aristotélica al respecto. El estagirita dejó claro en sus escritos que la circunstancia de que los hechos se produjeran uno detrás de otro, es decir, tuvieran contigüidad, no quería decir que fueran consecuentes, es decir, que el posterior fuera la causa del anterior que se convertía así en su efecto inevitable. Fueran las que fueran ese tipo de relaciones, no eran fijas ni predeterminadas, ya que se daban siempre en el ámbito de la ficción o de la imaginación de cada individuo, no en el de los fenómenos o hechos. Lo que hizo Marx, bajando la filosofía del espíritu de Hegel a la tierra, fue decretar que esos hechos o fenómenos ocurrían siempre en el ámbito de lo real y a eso le puso un nombre, un gran nombre propio y con mayúsculas: HISTORIA. Así el que domina la historia, no solo se convierte en su principal protagonista, sino que de paso domina el MUNDO, también con todas las mayúsculas, que deja de esta manera de ser un mundo heredado y particular para convertirse en un mundo de propiedad colectiva. En esas estamos. Es un mundo en el que conviven la realidad y la ficción, las propias historias se confunden con la HISTORIA, y las noticias falsas con las verdaderas, en el que lo pequeño o irrelevante se equipara a lo más grande en su total relevancia, o en el que la vida humana contingente se cree con derecho de superponerse a lo permanente y eterno del mundo, en fin, un mundo en el que a la hora de su representación el arte se confunde con el artificio.
A pocos kilómetros de Kassel, la bienal de Venecia incidía sobre lo mismo con la propuesta del británico Damien Hirst. Lo cuenta así un cronista, Alejandro Gándara, que se ha dado una vuelta por la ciudad de los canales. “La historia de la exposición va de un barco cargado con todos los tesoros de un rey que, camino de un nuevo reino, se fue a pique. La exposición muestra todos los tesoros recuperados tras años de investigación y de inmersión en el mar. Bien, uno acaba descubriendo que es todo falso. Ni existió el rey, ni el barco, ni los tesoros, ni el naufragio. Pero allí están las piezas, gigantescas, preciosas, delicadas y en definitiva asombrosas. El asunto ha costado 70 millones de libras. Dicho de otro modo: Hirst ha recolectado esa enorme cantidad de dinero para demostrar lo fácil que es persuadir de una historia falsa y, ya de paso, poner en la picota a una narrativa, la de la Historia, que quiere hacerse pasar por ciencia, cuando en realidad es mitología. De hecho, en cuanto tal relato es lo que sustituye cronológicamente al mito.”
Volviendo a Kassel y a Documenta 14, ¿el parlamento de los cuerpos era una advertencia contra la actual desidia con que se vive en Europa la democracia representativa? ¿O era más bien una representación de su acabamiento, siendo los cuerpos que oKupaban (con K mayúscula) de forma masiva los escaños tumbona, una avanzadilla y una representación del nuevo populismo twit de las redes sociales, que se postula así como la alternativa indiscutible al roñoso y anquilosado parlamentarismo elitista? El hombre del relativismo no parecía tener preocupación alguna respecto a estas disquisiciones, más bien disfrutaba de su escaño tumbona sumergido en lo que estuviera oyendo a través de sus auriculares. Duarte, afectada por el choque o desconcierto que aquellos cuerpos y aquellos escaños le producían, si lo comparaba con la impresión que acababa de tener con el templo de alambre, más que conmoverse con la instalación, se movía de forma inquieta entre los diferentes escaños tumbonas, a ver si las distintas formas que adoptaba su cuerpo al sentarse en ellos, repercutían con alguna sensación desconocida en algún pliegue de su alma. Viéndola moverse así, no se me ocurrió otra cosa que decirle, como medida de urgencia para calmar la incipiente ansiedad que observé reflejada en su rostro, que, ante el estado de las instalaciones que nos ofrece Documenta, menos mal que nosotros los españoles tenemos en nuestra tradición narrativa a dos personajes fundamentales - dos instalaciones en sí mismas, según el lenguaje de la muestra de Kassel - que en su momento dejaron sus experiencias por escrito. Me refiero, le dije, a Don Quijote y a Max Estrella. Si lo piensas bien, insistí, es un alivio y una ventaja, para seguir nuestro itinerario por los caminos a donde nos quiera llevar Documenta 14.