sábado, 5 de agosto de 2017

LA DOCUMENTA 14 DE KASSEL

El arte contemporáneo nace como una respuesta agónica a una doble estupefacción, que el ser humano moderno descubre en su ansia de progreso infinito hasta ocupar, después de derrocar la figura milenaria del Creador, la cúspide de su colosal obra imperfecta. Una hacia el exterior, la toma de conciencia irreversible de que es tiempo y lo que ello significa, a saber, que el tiempo pasa y que un día se acaba para siempre, incluso también para el ser humano moderno. Dos hacia nuestra intimidad, en la que lo primordial de esa forma de sentir es una soledad interior de la misma magnitud que el universo en que estamos sumergidos y perdidos, una soledad que da las verdaderas dimensiones de cuanto existe fuera de ella.

La Documenta de Kassel representa como ningún otro evento actual esta doble estupefacción que aludo. Es como llegar a los límites del mundo teniéndolo todo, y pedirle al mundo lo que te falta y nunca te podrá dar: quiero ser inmortal. La Documenta de Kassel también representa la corrosiva melancolía que a partir de esa decepción se extiende por el mundo. Sin que ni de la decepción ni de la melancolía nadie parezca hacerse cargo. Y son ya catorce las ediciones que lo intentan con verdadero éxito.