No es posible justificar todo lo que te pasa, a no ser que abandones los parámetros de tiempo y sentido en los que habitas, y el sentido sea absorbido por la eternidad. Así con la idea de Dios en el cielo, y su sustituto en la tierra, el Progreso, y con la indiferencia de ambos a todo lo que no los justifique, que es lo mismo que decir que para ellos como individuo no existes. Por tanto, lo sagrado que está en el origen de la lectura y la escritura atenta contra la idea de Progreso en tanto en cuanto no ocurre siglo a siglo, ni lo leído y escrito en el siglo anterior tiene que ser peor que lo leído y escrito en el posterior, pongamos, el XV peor que el XVI, o el XIX peor que el XX, pero mejor que el XVIII, y en este plan, sino que lo que lees y escribes es algo que sucede desde siempre. No progresa. Como sabes muy bien cuando te enfrentas a la voz Narradora de una relato. ¿Quién es y qué quiere de mí?
Leer y escribir no son experiencias acumulativas, hay que empezar siempre de nuevo. Leer y escribir se dan en el tiempo sincrónico e intensivo, a diferencia del Progreso que se da en el tiempo diacrónico y extensivo. Lo que ocurre es que el tiempo extensivo del progreso se ha convertido en la única y excluyente idea del tiempo en la existencia humana, al igual que la racionalidad científico positiva, que lo sustenta, en la única y excluyente racionalidad posible del pensamiento humano. En definitiva, los progresistas del Progreso pretenden superar la dificultad de leer y escribir, la dificultad de aprender, las contrariedades que ello conlleva mediante una solución final y finalista. A la que todo se somete y bajo lo que todo se subsume. Una solución final y finalista que resuelve de un plumazo las contrariedades y controversias, inacabables e inacabadas, que acompañan al tiempo y al sentido de todo relato, haciendo desaparecer el sentido del relato en el tiempo dominador del Progreso. Más en general, doblegando los intereses que tienen los diferentes sentidos y tiempos de la racionalidad poética a los del único sentido y tiempo de la racionalidad científico positivista. El sentido recto del Progreso rechaza de plano, por molestos e incompatibles, los sentidos figurados de la lectura y la escritura.