viernes, 31 de marzo de 2017

ES CHÁCHARA O DIÁLOGO LO QUE MANTIENEN QUIJOTE Y PANZA

Nueva tertulia sobre el Quijote. Lo digo sin demora, las razones por las que los hijos actuales de don Quijote deberíamos estar decididos a creer a Quijote y a Panza, no tienen nada que ver con las posibilidades documentales o la apabullante cantidad de estudios eruditos que ha propiciado. Ni tampoco porque sea más fácil creer que no creer, como les ha ocurrido durante tantos siglos a los lectores de la Biblia. Sino que debería tener que ver, más bien, con la perspectiva que ofrezca al lector su manera de interrogar al relato. Dicho de otra manera, desde donde decida escuchar el lector la gran conversación a cuatro bandas (Narrador, Quijote, Panza y el Lector mismo) en que consiste hoy, a mi entender, la Lectura de este enorme relato. Libro constitucional del género Novela, del que muchos de los relatos que posteriormente ha inspirado son, por decirlo así, brillantes enmiendas.  

¿Es cháchara o diálogo lo que mantienen a mandíbula batiente Quijote y Panza? ¿Es un despreocupado el narrador, o un inconsciente el autor que lo ha creado, al dejar conversar y conversar a dos tipos tan antitéticos, en lugar de ser el que cuente y lleve el mando del relato? ¿En qué medida su conversación, que ocupa la mayor cantidad de páginas de los capítulos hasta ahora leídos, los aguantan y elevan por un lado, y, por otro, a ellos los hacen fiables en lo que dicen y en lo que se dicen? La formulación de estas y otras preguntas, y de sus imposibles o provisionales respuestas, si las hubiere, requiere el acompañamiento necesario e inaplazable de un trabajo por parte del lector que siempre tiene como resultado un mayor grado de autoconocimiento y de conocimiento del mundo, una mayor capacidad crítica ante la obra de Cervantes y, sobre todo, la formación de una mirada distinta sobre las cosas y las personas que por ella pululan, que es la mirada de quien necesita desvelar y desvelarse las zonas aún difusas de la realidad desde la que lee, dándoles forma a través de la palabra y la estructura literaria de lo que está leyendo. Es un trabajo que implica, en definitiva, crear. Pues no otra cosa es lo que subyace en la expresión que tantas veces he repetido, y que es el santo y seña de todo lector activo o creativo : "lo importante no es lo leo sino que hago con lo que leo, y que hace lo que leo conmigo". Es en ese "que hago con lo que leo y que hace lo que leo conmigo" donde se encuentra toda la potencia creativa de este tipo de lector, que lo diferencia - también lo he repetido muchas veces - del lector pasivo o argumental (lo importante es sólo lo que leo) y del lector de la autoayuda (que sólo busca soluciones o respuestas inmediatas y exactas en lo que lee).

Repasando mis apuntes, tengo subrayado con diferentes colores que el Diálogo es un Estilo Dramático de Primer Orden, en el que:
El Narrador (en su zona de exposición) se detiene, porque no puede saber y quiere saber, en un silencio atento. Dando la palabra para ello a los personajes. 
Los Personajes hablan para saber de sí mismos o que alguien sepa de ellos mismos lo que quizá ni ellos mismos conozcan. De la misma manera que el Narrador les escucha se escuchan.
El Lector escucha el silencio del Narrador que no sabe y quiere saber, y la voz de los personajes que tampoco saben. Y todo ese silencio del No Saber (que es lo que realmente se escucha con voz o sin ella) hace que la narración se mueva y que se ordene alrededor de todo lo que falta. No otra cosa es la vida. Y en justa correspondencia e importancia, la lectura y la escritura. 

Quiere ello decir que Eso que escucha, o ese escuchar del Lector, es lo que a Él le hace su Lectura, que es de lo que debe compartir con los otros lectores de la tertulia, que es, una vez que lo haya pensado (escrito), el resultado de *lo que Él hace con lo que Aquella le hace.

Volviendo sobre el relato, y al hilo de esas anotaciones, el lector debería preguntase desde donde se haya colocado, ¿por qué el narrador decide dar la voz a los protagonistas, Quijote y Panza, cuando lo hace? ¿Para qué lo hace? ¿Es para que mantengan una conversación convencional, intrascendente, de acuerdo con los usos sociales de la época? ¿Puede ser el resultado equiparable a las conversaciones que mantenemos en la nuestra? ¿O es un intercambio verbal significativo en el que Quijote y Panza ponen en juego y arriesgan lo que son, haciendo sus discursos dependientes y necesarios? ¿Es decir, se escuchan y comparten el espacio del habla, y salen reforzados en su inteligencia y sensibilidad? ¿O lo que el lector escucha es que Quijote y Panza se dejan sitio para su intervención, diciéndose de esta manera, que están ahí en la narración para dejarse un sitio a sus respectivos monólogos? ¿O, todavía peor, intentan pisarse el turno de palabra tratando de anularse mutuamente? Vamos, como seguimos haciendo hoy con eso que llamamos campanudamente diálogo