Frente a la escasez o la rareza o la estulticia de los amigos sociales o familiares habituales: los amigos literarios. Una nueva forma de amistad para tiempos de cansancio. Del cansancio de pertenecer a una sociedad obligatoriamente positiva y optimista. Y, como no, estresantemente amable y amistosa.
Los amigos literarios trataríamos de entender, mediante nuestras lecturas y escrituras compartidas, la creciente complejidad del mundo humano. Comprobando la irreductible ambigüedad que afecta a las respuestas pretenciosamente simples e innecesariamente dogmáticas, que demasiadas veces tenemos que padecer cuando nos encontramos escuchando a aquellos otros amigos.
Nuestro deseo común sería, al fin, aprender a volar a nuestro aire en una atmósfera de libertad, sin dejarnos vencer por el miedo ni por la supuesta obligación de seguir rutas perfectamente marcadas, y a confiar en que, aunque no podamos encontrar respuestas definitivas para casi ninguna de las preguntas que más nos interesan, podamos seguir confiando en las palabras honestas de quien nos cuenta lo que lee, mejor dicho, lo que siente y hace con lo que lee. Lo que le parece el mundo. Si conseguimos acercarnos a esto, también podemos decir que vendrán días felices.