martes, 12 de enero de 2016

CARTA ABIERTA A UN HABITANTE DE LA CIUDAD SITIADA POR LO EVIDENTE

Parafraseando a Peter Sloterdijk, en su libro "El desprecio de las masas":
Hasta ahora los filósofos, los políticos y comunicadores de distinto pelaje se han dedicado únicamente ha adular de manera diferente a la masa social, según el infantil estilo del flautista de Hamelin, y a voz en grito: "sígueme que te llevo al paraíso". Nunca han hecho pedagogía individual sobre la responsabilidad adulta que cada ciudadano tiene respecto a los problemas de la sociedad democrática común a la que dice pertenecer. Nunca lo han hecho porque siempre han imaginado una humanidad ideal y eterna, sin seres humanos imperfectos y finitos dentro. Ha llegado la hora, por tanto, de señalar con el dedo a ese individuo real, mayor de edad de jure, aunque hecho masa en la práctica, oculto y protegido como un niño detrás de las murallas de la ciudad sitiada por lo Evidente. Ha llegado la hora de decirle, susurrándole suavemente al oído, con respeto pero con determinación:

"No hay nada más irritante que verlo sentado en el trono de Lo Evidente. Cuando alguien tiene la valentía de acercarse a usted con sus dudas, con sus preguntas insensatas, usted pareces saberlo todo. Esa forma de saber que apuntala lo que ya sabe, que nunca se adentra en lo que ignora. Hay días que mueve alguna pestaña, o que su rostro parece sentir algún tipo de interés por las dudas de los otros, incluso puede llegar a decir que es interesante, que ya le gustaría a usted tener tiempo para poder pensar sobre eso, pero rápidamente me doy cuenta que nada de eso tiene hacia usted la más mínima capacidad persuasiva. Puede mejorar su comedia hasta el punto de decir que está de acuerdo con lo que le dicen, aunque compruebo en ello su verdadera impotencia, que no es otra que no sentir la experiencia con las palabras que dice. En ese momento es cuando mejor detecto la importancia que tiene para usted la fortaleza de Lo Evidente donde vive. Desde ahí dentro puede decir que lo que oye es muy interesante, aunque enseguida detecto que es un tipo de interés que no le afecta más allá del protocolo de la conversación misma. Son palabras que si le atravesaran harían tambalear los cimientos de Lo Evidente donde se refugia, hasta el punto de que si consiguiera que se alojasen dentro de usted debería de abandonar la fortaleza por la puerta de servicio. Teniendo que reconocer, a continuación, como ha podido perseverar en lo mismo durante tanto tiempo.
Sepa usted, aunque le parezca increíble, que aquello que experimenta al vivir ahí dentro no pertenece al mundo de su fortaleza. Una cosa es lo que hace y dice, y otra muy distinta que le hace a usted lo que hace y lo que dice. Todo lo cual constituye otro mundo, que responde a otras formas de orden y de desorden. Es un mundo de potencialidades, que ninguna obra empírica que usted se proponga poner en marcha ahí dentro podrá llevar a cabo. No es el mundo de Lo Evidente, pues entre sus cuatros paredes no puede haber experiencia propiamente dicha, sino sumisión al dictado de sus leyes. Las experiencias de la vida (y de la lectura) tienden a ser irrepetibles y únicas, y, por tanto, no evidentes. Evidentemente usted mantiene una imagen bastante estable ante los demás. Es el personaje que se ha creado para vivir en sociedad. Pero dese cuenta que lo que lo sostiene a usted en vilo - solo visible extramuros de la ciudad sitiada de Lo Evidente - es una turbulencia constante de sensaciones y sentimientos a punto de desbordarse, que desmienten tozudamente ese arrobamiento que manifiesta con su vida para que sea tal y como la disfraza. Justo lo contrario de esas estatuas de personajes conocidos, que usted me dice aparecen en su deambular turístico por las ciudades que visita. Fíjese bien, frente a la nula significación de los viandantes que se encuentra, esas formas de piedra o bronce la tienen toda. Paradójicamente, la piedra o el bronce "inanimado" son el efecto de la ficción sobre una humanidad, que deshumanizada por el cerco de Lo Evidente ha desaparecido, hecha rebaño andante y parlante, de la vida que pasa a su lado.
Por lo demás, ante este año recién estrenado, que se prevé lleno de turbulencias varias, le deseo de corazón que sea para usted su primer año de lucidez plena. Al fin fuera de la ciudad sitiada por Lo Evidente."