jueves, 7 de enero de 2016

LA EXPERIENCIA DE VIVIR NO PERTENECE AL MUNDO DE LO EVIDENTE, ES OTRO MUNDO

No hay nada más irritante que verte sentado en el trono de Lo Evidente. Los demás se te acercan con sus dudas, con sus preguntas insensatas, y tú pareces saberlo todo. Esa forma de saber que apuntala lo que ya sabes, que nunca se adentra en lo que ignoras. Hay días que mueves alguna pestaña, o que tu rostro parece sentir algún tipo de interés por las dudas de los otros, incluso puedes llegar a decir que es interesante, que ya te gustaría a ti tener tiempo para poder pensar sobre eso, pero rápidamente me doy cuenta que nada de eso tiene hacia ti la más mínima  capacidad persuasiva. Puedes mejorar tu comedia hasta el punto de decir que estás de acuerdo con lo que te dicen, aunque compruebo en ello tu verdadera impotencia que no es otra que no tener la experiencia con las palabras que dices. En ese momento es cuando mejor detecto la importancia que tiene para ti la fortaleza de Lo Evidente. Desde ahí arriba puedes decir que lo que oyes es muy interesante, aunque enseguida detecto que es un tipo de interés que no te afecta más allá del protocolo de la conversación misma. Son palabras que si te atravesaran harían tambalear los cimientos de Lo Evidente donde te refugias, hasta el punto de que si consigues que se queden dentro de ti tendrías que abandonar la fortaleza por la puerta de servicio. Teniendo que reconocer, a continuación, como has podido perseverar en lo mismo durante tanto tiempo. 

Aquello que experimentamos al vivir constituye otro mundo, que responde a otras formas de orden y de desorden. Es un mundo de potencialidades que ninguna obra podrá llevar a cabo. No es el mundo de Lo Evidente, entre cuyas cuatros paredes no puede haber experiencia propiamente dicha, sino sumisión al dictado de sus leyes. Las experiencias de la vida y de la lectura tienden a ser irrepetibles y únicas, y, por tanto, no evidentes. Evidentemente todos mantenemos una imagen bastante estable ante los demás. Es el personaje que hemos creado para vivir en sociedad. Pero lo que lo sostiene en vilo es una turbulencia constante de sensaciones y sentimientos a punto de desbordarse. Es lo contrario de esas estatuas de personajes conocidos, que me dices aparecen en tu deambular turístico por las ciudades. Frente a la nula significación de los viandantes que te encuentras, esas formas de piedra o bronce la tienen toda. Paradójicamente, la piedra o el bronce inanimado son el efecto de la ficción sobre una humanidad, que aparentemente ha desaparecido de la vida bulliente y corriente que pasa a tu lado