Las cuentas del rosario clerical son a las teclas del dispositivo digital como el cerebro del creyente lo es al software del móvil. En la habitación propia de las hermanas Brönte cabe hoy un portátil con wifi, pero no al revés. Las actividades extraescolares de los vástagos mimados y consentidos de la clase media digital o los extensos páramos de Haword donde desplegaron toda su imaginación creativa las hermanas Brönte hijas del castrense y puritano reverendo Brönte. Primera mitad del siglo XIX o primera mitad del siglo XXI.
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Es que una habitación propia, como las de las hermanas Brönte en la rectoría de Haword, es ademas de una herramienta una metáfora, pero un portátil con wifi no puede ser otra cosa que una herramienta, como el papel y la pluma de las hermanas Brönte. Dicho con otras palabras, la habitación propia te vincula al alma profunda de donde saldrá la novela que te gustaría escribir, como así hicieron las hermanas Brönte, mientras el portátil y la wifi solo te vincula al teclado.
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Toda vida es vivida y en ese sentido es universal, pues esta ligada a la estructura, históricamente condicionada, de un alma profunda. Debes repetirlo una y otra vez, como mejor y única garantía de que la técnica de tu época digital, tan ávida de comérselo todo, no se imponga totalitariamente a la capacidad imaginativa heredada, por ejemplo, de la época victoriana de las hermanas Brönte . A las vidas humanas no las distingue las circunstancias exteriores, meros accidentes sociológicos, históricos o políticos, sino su destino que es también su carácter. Es por ello que deberías darte cuenta que las vidas de las hermanas Brönte frente a la aridez de los páramos, único espacio geográfico en el que vivieron y donde encontraron con prontitud su destino y su carácter, se elevan por encima, no como voluntad de superioridad sino de destino, de las vidas raquíticas espiritualmente, gastadas a ras de tierra, de tantos vástagos y alumnos mimados y consentidos de la clase media digital, que empiezan a sospechar que no será posible encontrar un destino, ni obtener un carácter, en la ciudad cosmopolita y colorista, ahora también pandémica, donde viven.
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Igualmente escritores eminentes, incluso habiendo recogido el premio Nobel, han reconocido que después de cada novela que consiguieron terminar, por las que son reconocidos mundialmente, no pudieron evitar la experiencia de su escritura al verla colmada de oropeles en los escaparates de las librerías, como un íntimo y callado fracaso, pues nadie mas que ellos saben los horizontes narrativos ideales que imaginaron, y que tuvieron que abandonar con dolor, antes de optar por los que al final han aparecido en las páginas impresas.
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Lo que quiero decirte es que un robot con wifi se puede indignar. No como emoción concreta sentida por algo concreto, pero si lo puede hacer si le introduces algoritmicamente, es decir conceptualmente, los datos de la indignación. No otra cosa esta pasando con los primeros robots humanos de la actualidad, pongamos esos vástagos mimados y consentidos de la clase media digital, que se indignan no por que tengan causas emocionales o afectivas concretas para hacerlo, sino simplemente porque lo pueden hacer aplicando en la práctica el concepto abstracto de la indignación.