viernes, 6 de enero de 2017
AULA
Una de las consecuencias inmediatas del fin de las celebraciones navideñas es la vuelta a la escuela, al instituto y a la universidad. No hace falta que te lo recuerde pues tú eres del gremio y tu desgana ya se encarga con anticipación de recordártelo. Uff, otra vez la vuelta al aula. Esa jaula inhóspita que te espera y donde esperas acabar tus días laborables. Lo que quiero decirte es que después de los fastos navideños, otra vez la vuelta a la mala educación. A tu mala educación, que es la que has heredado y la que te ordenan que impongas en el aula. La mala educación que transmites a tus alumnos. La mala educación de siempre, pues aquí nunca ha habido otra. Por eso me complace hablarte así, pues tú siempre hablas de la misma manera: los mal educados son los alumnos. Como si tú y sus padres os hubieseis educado en un limbo y bajaseis a predicar la buena educación a ese puñado de salvajes. La vuelta al aula para disimular que es buena la mala educación y que en el aula nunca pasa nada relevante. Y que esa sea la condición de posibilidad de su bondad. Que el aula sea una balsa de aceite. El primer laboratorio donde a todo el mundo le resbala todo el mundo, donde nadie sea capaz de reconocer ni de escuchar a nadie. Fuera del aula, la vida ya se encargará de poner a cada uno su ronzal.