viernes, 15 de junio de 2018
PIPPI CALZASLARGAS
“No me gusta ir a la escuela. No me gusta que me digan la hora a la que me tengo que ir a la cama. Me acelero cuando se pone el sol y no puedo conciliar el sueño. Me encanta tener dinero para gastarlo. No sé ahorrar. Me altera que me manden. Me pongo roja de rabia cuando me reprenden o me corrigen. Me cuesta mucho obedecer. Tengo una tendencia irracional a saltarme las normas. Dejo para mañana lo que puedo hacer hoy. Soy algo temeraria. Suelo decir cosas inconvenientes que irritan a los adultos. A veces no distingo entre lo que se puede contar y lo que no. Me gustaría ser fuerte como para lanzar por los aires a un tipo grosero y dejarlo en lo alto de un árbol. El colegio me gusta solo por las vacaciones de Navidad o por las excursiones al campo. De natural confiada, abro las puertas de mi corazón a casi todo el mundo, hasta que me veo obligada a cerrarlas de un portazo. Soy de sonrisa fácil. Y me río a diario. El día en que no me río la gente a mi alrededor se alarma. Y hacen bien porque igual tengo fiebre. Creo en los fantasmas porque soy huérfana. Soy justiciera y si veo a un chulo acorralar a un débil me apresuro a darle un empujón (al chulo). Luego salgo corriendo que me las pelo, porque no soy tonta. A veces no entiendo las normas de buena conducta. Tengo el pelo tieso y cuando me hacen dos coletas parecen dos brochas de afeitar. En ocasiones cuento mentiras para divertir a los demás. O para llamar la atención. Soy un poco chulilla con la autoridad. Me gusta andar para atrás. O andar mirando solo con un ojo. Hay días en los que creo que voy a encontrar un tesoro y camino observando el suelo.”