lunes, 12 de febrero de 2018

ENTRE BLOQUEOS

Así se cuela la cultura del entretenimiento entre las grietas que se abren cuando un bloqueo del alma humana no ha finalizado y aparece el siguiente. Me refiero a los bloqueos inaccesibles de estos fervorosos adalides del bien estar de la clase media digital, que insisten en una existencia con la que no pueden construir un cuento verosímil, pero que han llevado hasta su cima el principio de incompetencia de Peter. Adelantándose muchos siglos a este bien estar que oculta sus grietas con denuedo y desesperación, lo dijo Agustín de Hipona, y Petrarca lo revalidó ante lo que tenía delante aupado en lo alto del Mont Ventoux en su famosa subida de 1336, a saber, somos admiradores entregados de las maravillas exteriores pero no prestamos la más mínima atención a lo que ocurre dentro de nosotros mismos. Hoy el mando a distancia ha obrado el milagro de darle la vuelta al calcetín y poder volver a leer la advertencia del de Hipona sentados cómodamente en la butaca del comedor de nuestra dacha y hacerlo de una forma sin culpabilidad y sin amenazas. El giro sería convirtiéndonos en admiradores recurrentes de las calamidades exteriores pero, al mismo tiempo, publicistas tenaces de las maravillas que ocurren cada día aquí a nuestro lado (por cierto, nada me produce más estupor como comprobar las veces que escucha la palabra campe@n una criatura, al minuto siguiente de empezar a caminar, por parte de quienes, como no puede ser de otra manera, alardean de que son los que más le quieren), y que lo son en la misma proporción que somos capaces de darle a aquellas el estatuto de calamidades que no nos afectan por estar distantes, ya que las pantallas consiguen banalizarlas hasta convertirlas en distintas porque le ocurren a personas desconocidas. Ahora veo muchos jóvenes campeon@s, probablemente miembros de esa primera generación permanentemente adulada por sus mayores, tan satisfechos consigo mismos que consideran que exponer sus opiniones y sus gustos es más que suficiente.