martes, 13 de febrero de 2018

EL GIRO QUE VIENE

El caso fue que, sin previo aviso y sin que yo sea un seguidor fiel de sus pasos, se me echó encima la última heroicidad del último hijo de Apolo, a la sazón Elon Musk. El martes 6 de febrero la empresa que él preside consiguió poner en órbita al Falcon Heavy (los detalles, en las noticias de internet sobre la hazaña espacial). Lo que si quiero destacar antes de iniciar la conversación sobre la vuelta a nuestras vidas del ideal educativo griego (propósito de esta nueva etiqueta), por si Musk se hubiera encarnado en él y yo no me hubiera enterado, es lo que dice wikipedia de este señor de origen surafricano y varios pasaportes en su bolsillo: “Musk afirma que los propósitos de SolarCity, Tesla y SpaceX giran alrededor de su visión de cambiar el mundo y la humanidad de forma drástica. Algunas de sus metas consisten en frenar el proceso de calentamiento global mediante el abandono de los combustibles fósiles por energías renovables, sobre todo la energía solar, y reducir el riesgo de una posible extinción de la raza humana mediante la evolución hacia una "civilización multiplanetaria" a través de la creación de una colonia humana permanente en Marte de alrededor de un millón de personas”.

Mientras Marte espera a esa primera colonia, me pregunto si estará formada por hombres y mujeres humanos o solo por animales humanos. Las intenciones del señor Musk son buenas pero no dejan ver quien huye de quien, si el lado animal del lado humano de la especie o al revés. O si es mero turismo espacial. Si de lo que trata es de formar una colonia de desperdicios alejada para siempre de la excelencia humana o una colonia de élite alejada definitivamente de los desperdicios. Sea como fuere, en la imaginación de Musk parece estar incubándose un giro interpretativo del mundo,  como ya le ocurrió a Platón respecto a Parménides y, siglos más tarde, a la Razón Empírica de los jóvenes revolucionarios franceses respecto a la Idea de Dios Creador. Dice Werner Jaeger, que entiendo reclama también su condición de hijo de Apolo en su libro “Paideia”, nombre bajo cuyos auspicios se acogen a partir de este momento todos los comentarios de esta etiqueta homónima, nombrada así como una forma de rendir homenaje a la colosal obra del autor alemán, “Lo universal, el logos, es, según la profunda intuición de Heráclito, lo común a la esencia del espíritu, como la ley lo es para la ciudad”. ¿En que medida el giro interpretativo de Elon Musk rompe con la intuición milenaria de Heráclito al abandonar la órbita terrestre? Lo cual significa, ¿romper con la posibilidad de recuperar el ideal griego educativo en el planeta Tierra, como manera de sacar del atolladero, donde se ha metido por su propia forma de pensar, la educación actual? Continúa Jaeger, “En lo que respecta al problema de la educación, la clara conciencia de los principios naturales de la vida humana y de las leyes inmanentes que rigen sus fuerzas corporales y espirituales, hubo de adquirir la más alta importancia. Poner estos conocimientos, como fuerza formadora, al servicio de la educación y formar, mediante ellos, verdaderos hombres, del mismo modo que el alfarero modela su arcilla y el escultor sus piedras, es una idea osada y creadora que sólo podía madurar en el espíritu de aquel pueblo artista y pensador. La más alta obra de arte que su afán se propuso fue la creación del hombre viviente. Los griegos vieron por primera vez que la educación debe ser también un proceso de construcción consciente”. ¿Cabe en la expedición que imagina Musk, para formar en Marte una civilización multiplanetaria, un hueco para el libro de Jaeger? 

Hasta el momento de crisis actual el ideal griego de educación ha estado presente, con más o menos fortuna e intensidad, en los programas educativos de las sociedades occidentales. “La palabra alemana Bildung (formación, configuración) - dice Jaeger - designa del modo más intuitivo la esencia de la educación en el sentido griego y platónico. Contiene, al mismo tiempo, en sí, la configuración artística y plástica y la imagen, «idea» o «tipo» normativo que se cierne sobre la intimidad del artista. Dondequiera que en la historia reaparece esta idea, es una herencia de los griegos, y reaparece dondequiera que el espíritu humano abandona la idea de un adiestramiento según fines exteriores y reflexiona sobre la esencia propia de la educación.” ¿El monumental despliegue tecnológico de la empresa de Musk impide que veamos el ideal griego educativo que lleva dentro, necesario para que fructifique esa civilización multiplanetaria? ¿No fue la técnica la que colaboró lo suyo en los anteriores giros interpretativos mencionados? O dicho con palabras imaginadas por Musk, “ante el peligro real de la desaparición de la especie humana (la misma amenaza que seguramente sintió Jaeger, cuando escribió Paideia en plena ascensión y furia del nazismo) vuelvo a Atenas pasando por Marte, después de dejar en la Tierra todos los desperdicios que me sobran”. ¿Musk, o de nuevo Ulises? O nos acogemos al genio platónico, a saber, antes de hacer ficción con la ciencia aprendamos a hacerla con la realidad de cada día, Dialoguemos. A lo mejor así, la Razón Empírica vuelve a llevarse bien con el Dios Creador.