miércoles, 1 de febrero de 2017

NO LO ENTIENDO

"No te entiendo". O, "no lo entiendo". Eran las locuciones que, al principio de compartir lecturas y escrituras, más me repetía tu hermano. Pero, al contrario de otros muchos lectores que conocí en la tertulia, no se iba. Seguía ahí. Cada tertulia, una vez más. Ni se enfadaba. Ni se sentía molesto porque le presionara con más preguntas. Se sonreía de una manera que delataba lo que estaba pensando por dentro, ¿me han pillado? Más tarde, cuando ya éramos cómplices en estos menesteres literarios, me confesó que era efectivamente así. 

¿Qué quieres entender? le preguntaba. Porque si dices tan seguro que no entiendes lo que te digo o escribo, es que tienes muy claro lo que tienes que entender. Me miraba, se rascaba la cabeza,  moví con intranquilidad sus dedazos, alzaba la vista hacia arriba, la bajaba a continuación hacia abajo. ¿Hay algo que entender en esos escritos?, le volvía a preguntar. No sé. Bueno, me voy que tengo cosas que hacer, me contestaba. O si estaba en casa, se volvía sobre el texto a ver si conseguía llegar hasta su misterio. Cuando nos veíamos días después sus primeras palabras, invariablemente, volvían a ser, no te entiendo, o no lo entiendo. Yo entonces le contestaba, lo que me quieres decir debe ser que no lo entiendes como un teorema matemático, o como una operación bancaria o comercial, es decir, que no lo entiendes cómo entiendes las cosas de cada día. Pero es que este cuento o este escrito mío no tienen que ver con las cosas de cada día. Se parecen, solo se parecen, y la manera de abordarlos es completamente diferente. Ya lo hemos comentado varías veces en la tertulia, le apostillaba. Es solo un cuento, o una reflexión. Viven y respiran en otro ámbito, que está aquí al lado, de las operaciones empíricas de cada día. Esas que urgentemente piden una solución porque han decidido ser un problema. Pero la vida no es un problema, lo es más bien el punto de vista de desde donde se la mira. Un problema matemático, bancario, comercial, médico. Pero la mirada poética, la de los cuentos y novelas, no son un problema, al menos como los de aquellos. Tal vez, insistía antes de que su atención empezara a bizquear, de lo que te has dado cuenta es de que ahí dentro del relato, lo único que se pude hacer es escribir para, si es que en verdad estás dentro, salir de él y ver después que es lo que has entendido. Dicho de otra manera, si en el alma del relato te ha metido la lectura que has hecho de él, es decir, tu pensamiento, sólo te puede sacar la escritura que hagas de lo que has leído. Otra vez tu manera de pensar por ti mismo. Bajada a la oscuridad de las palabras, subida a una nueva luz en la superficie del mundo. Sin ese recorrido, sin ese vaivén del alma, o de la conciencia, hacia dentro y hacia a fuera, hacia la oscuridad y hacia luz, ciertamente no hay nada quede entender. Ni nada que merezca la pena vivir como humanos, pues ese viaje es lo que nos hace, en su permanente renovación a través de ese experiencia, auténticamente humanos.