martes, 14 de febrero de 2017

CANCIONERO, de Francisco Petrarca

1
Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;


del vario estilo con que me he dolido 
cuando a esperanzas vanas me entregaba, 
si alguno de saber de amor se alaba, 
tanta piedad como perdón le pido.

Que anduve en boca de la gente siento 
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;


y que es vergüenza, y loco sentimiento, 
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo. 




6
Mi loco afán está tan extraviado
de seguir a la que huye tan resuelta, 

y de lazos de Amor ligera y suelta 
vuela ante mi correr desalentado,

que menos me oye cuanto más airado 
busco hacia el buen camino la revuelta:
no me vale espolearlo, o darle vuelta,
que, por su índole, Amor le hace obstinado.


Y cuando ya el bocado ha sacudido,
yo quedo a su merced y, a mi pesar, 

hacia un trance de muerte me transporta:

por llegar al laurel donde es cogido 
fruto amargo que, dándolo a probar, 
la llama ajena aflige y no conforta.