lunes, 13 de febrero de 2017

INSECTOS

La comparsa andaba demasiado filosófica para prestarle atención y comprobar que, si cambiaba la forma como los había estado observando, me tendría que enfrentar a cómo podría afectar a mi comprensión de lo que allí había sucedido. El peligro radicaba, si es que decidía quedarme junto a ellos en el bar, en tener que volver a escucharles la misma historia de siempre, que era lo mismo que decir escucharles una sola historia. Hasta esa tarde - no me preguntes cómo conseguí engañarme - pensaba que su historia de siempre no era lo mismo que una sola historia. Cuando me di cuenta de semejante peligro, imaginé la historia de los insectos por cumplir con su misión en el mundo, en el día escaso que tienen de vida. Entonces me asusté verdaderamente. Una sola historia para una vida tan corta, si me parecía que tenía todo el sentido. Era justo que así fuera. Pero el sinsentido que abrazaba a mis amigos era que todos habían cumplido los cincuenta. Una sola historia en medio siglo de existencia me parecía algo, ya no propio de insectos ni de cualquier otro animal, sencillamente me parecía inhumano. El vivo rostro de la inmoralidad y de la injusticia. Luego me acerqué a la barra del bar y, en voz baja, le dije al camarero que yo me hacía cargo de las demás rondas de la noche. Y, sin hacer ruido, me escabullí por la puerta trasera que había al lado de los lavabos de caballeros.