El relato que sigue es el que elige Seymour, el hermano mayor del narrador de la novela de Salinger, para contárselo a su hermana de diez meses, Franny, con la intención de que le desaparezca el berrinche que tiene."Franny jura hasta hoy - dice el narrador - que se acuerda de Seymour leyéndoselo":
"El Duque Mu de Chin dijo a Po Lo: 'Ya estás cargado de años. ¿Hay algún miembro de tu familia a quien pueda encomendarle que me busque caballos en tu lugar?' Po Lo respondió: 'Un buen caballo puede ser elegido por su estructura general y su apariencia. Pero el mejor caballo, el que no levanta polvo ni deja huellas, es algo evanescente y fugaz, esquivo como el aire sutil. El talento de mis hijos es de nivel inferior; cuando ven caballos pueden señalar a uno bueno pero no al mejor. No obstante tengo un amigo, un tal Chiu-fang Kao, vendedor de vegetales y combustible, que en cosa de caballos no es modo alguno inferior a mi. Te ruego que vayas a verlo.'
El Duque Mu así lo hizo y después lo envió en busca de un corcel. Tres meses más tarde volvió con la noticia de que había encontrado uno. 'Ahora está en Sach'un', añadió. '¿Qué clase de caballo es?', preguntó el Duque. 'Oh, es una yegua baya', fue la respuesta. ¡Pero alguien fue a buscarlo, y el animal resultó ser un semental negro! Muy disgustado, el Duque mandó a buscar a Po Lo. 'Ese amigo tuyo - dijo - a quien le encargué que me buscara un caballo, se ha hecho un buen lío. ¡Ni siquiera sabe distinguir el color o el sexo de un animal! ¿Qué diablos puede saber de caballos?' Po Lo lanzó un profundo suspiro de satisfacción. '¿Ha llegado realmente tan lejos?'- exclamó -. Ah, entonces vale diez mil veces más que yo. No hay comparación entre nosotros. Lo que Kao tiene en cuenta es el mecanismo espiritual. Se asegura de lo esencial y olvida los detalles triviales; atento a las cualidades interiores, pierde de vista las exteriores. Ve lo que quiere ver y no lo que no quiere ver. Mira las cosas que debe mirar y descuida las que no es necesario mirar. Kao es un juez perspicaz en materia de caballos, que puede juzgar de algo mas que de caballos.'
Cuando el caballo llegó resultó ser una animal superior."
En la siguiente página el narrador dice:
"He reproducido el cuento, no sólo porque invariablemente me aparto de mi camino para recomendar una buena prosa pacificadora a los padres o hermanos mayores de los niños se diez meses, sino por una razón totalmente distinta. Lo que sigue a continuación es el relato de un día de boda de 1942. Es, a mi juicio, un relato completo, con un principio y un fin, y personajes, todos propios. Pero como conozco los hechos, creo que debo mencionar que el novio ahora, en 1955, hace mucho que ha muerto. Se suicidó en 1948, mientras pasaba las vacaciones en Florida con su mujer...Pero lo que en realidad quiero decir eso esto: Desde que el novio se retiró definitivamente de la escena, no he conocido a nadie a quien pueda encomendarle que salga a buscar un caballo en su lugar."
Toda lectura creativa debe ser, para que no sea un informe demostrativo o una noticia de actualidad, un intento de relacionar de manera no causal, no una unidad de datos sino una serie de acontecimientos que suceden simultáneamente, no la exactitud del destino de los mismos sino sus condiciones de posibilidad. Serie de acontecimientos simultáneos de la que forma parte, como no puede ser de otra manera, la experiencia del propio lector. Al fin y al cabo, el acontecimiento mas importante en toda experiencia lectora. La condición de posibilidad más extraordinaria que tenemos a nuestro alcance.
La vida de un lector es lo menos parecido que hay a la praxis ideal, que decía Aristóteles. He aprendido a distinguir entre los lectores agrimensores - esos que leen midiendo y contando con clara intención de causalidad, y los lectores que saben algo mas que de caballos. Se nota en su mirada y en lo que dicen. En como mueven las manos y en lo que ocultan con lo que dicen. En si su empatía con la lectura es cercana o remota, es decir, si le atraviesa o le resbala. O si ni siquiera es empatía, es un mera actitud funcional. Lo que quiero decir es que he aprendido a tratar con las apariencias con que cada lector viste la praxis ideal de su vida. Ya pueden imaginar, por tanto, que moderar una tertulia es una experiencia dura, agotadora, pero me coloca delante de una condición de posibilidad irrepetible: conseguir que, sin dañar demasiado las vistosas corazas de tan diversas apariencias, todos los lectores sepan al final algo mas que de caballos. Sobra decir que la experiencia de moderador es, también, una experiencia incomprensiblemente satisfactoria del fracaso. De lo que se trata al leer, como decía Faulkner al escribir, es de comprobar como fracasamos cada vez mejor.