martes, 20 de junio de 2017

LOS ASPERGER Y LOS NORMALES

Hoy no hay futuro. Puede sonar algo exagerado. Lo mismo que leer que nunca hubo tanta esperanza, mejor dicho, nunca el sentimiento de la esperanza acumuló tanta potencia como en los campos se concentración nazis o soviéticos. La exageración, al invertir el sentido de ambas locuciones, depende de como se lean y desde donde se lean. El otro día vi una película titulada, Locos de amor”, del director Petter Naess, que me hizo pensar sobre estos asuntos aparentemente atrapados en un corsé no previsto de exageración, pero que si acercas el ojo con cuidado y atención ves cualquier cosa menos voluntad hiperbólica. Te das cuenta de que la exageración, a parte de una máscara, es sobre todo una manera de  provocar la conmoción - mover con, mover hacia -, antes que el desdén o el espanto, en la manera de leer esas locuciones que es, al fin y al cabo, la que le ha dado la forma con que nos tenemos que relacionar con ellas. Lo que ocurre, al mismo tiempo, es que con esa lente identificas los matices, que te agudizan los sentirlos y te interpelan a producir sentido con ellos, es decir, a sacar a la luz los sentimientos. Ahí es, donde yo te viera. Dime cómo lees el mundo y te diré cómo el mundo te acaba leyendo a ti. Por mucho que creas en el futuro, el futuro te puede hacer un corte de mangas y desaparecer sin tu permiso. Este es hoy el verdadero cambio que esta ocurriendo, no dando crédito a lo que nos pasa con ello y a lo que está haciendo con nosotros, es decir, en que nos está convirtiendo. ¿Cómo explicar estos cambios a un Yo Moderno y  Encumbrado que está convencido que lo controla todo, y que todo está a su servicio? ¿Hay exageración más grande que ésta? Cualquiera otra a su lado palidece. Pero, hoy en día, los Consumidores de Futuro no pueden reaccionar como lo hicieron entonces los inventores románticos del futuro. Aquellos antepasados nada más que sintieron el aliento del nihilismo - esa cara sombría de la euforia del Yo Moderno -, soplándole en la nuca dijeron: gracias a Dios no es necesario que todo lo haga uno mismo, es posible dejarse llevar y nadar en un torrente que viene de lejos. La mirada la dirigiremos ahora a lugares fijos y relaciones firmes. Hoy Dios ha desaparecido y todo se mueve arbitrariamente  en su ausencia, creando un perturbador e inestable presente. 

La película que he mencionado trata de las dificultades que tienen los dos personajes principales, afectados por el síndrome de Asperger, para comunicarse el amor y amistad que se profesan recíprocamente. Su futuro juntos, por tanto, depende de una incompetencia congénita e irreparable. Si la peli se mira literalmente está dentro de la carpeta, cine y psicología clínica, y su valor de uso afecta a los que habitan el ámbito de la enfermedad que plantea. Los demás espectadores a prudente distancia, pues no somos Asperger. Pero si la peli la miramos simbólica o metafóricamente - se puede hacer - está dentro de la carpeta, cine y mundo, y su valor de uso afecta, ahora sí, a los que habitan el ámbito de la enfermedad del mundo: todos somos jodida e impositivamente Normales. Lo dije el otro día: la incompetencia más sobresaliente y notoria que tienen los lectores adultos normales que asisten al club de lectura es que no saben manejar sus sentimientos en el campo de la ficción de la literatura. Que es un correlato de las ficciones que nos inventamos en la vida, a saber: amor y futuro. ¿Qué creencia ampara normalmente al decir te amo o lo amo?, darle a alguien o algo que no es lo que uno no tiene? ¿No es, también normalmente, la misma creencia que protege la llegada del futuro? Dos caras de la misma moneda, que creemos a salvo bajo el palio protector de la fe inquebrantable en nuestras invenciones normales.


¿Cómo imaginar, con los Asperger, que todo puede ser, es de hecho, de otra manera? Es decir, que no se pueda expresar de inmediato y para siempre de forma inteligible y satisfactoria, ni para uno mismo ni para los demás, lo que se siente y lo que se imagina. Que incluso no se pueda llegar a expresar nunca. Y que, como los Asperger, no hace falta esconderse por ello, ni sacar pecho. Soy así y digo y hago estas cosas. Y sufro y gozo por ello. Las palabras, los gestos y los silencios siempre estarán amenazados por las malas interpretaciones y los malos entendidos. Es la tragedia de tener el don del habla y la razón, y “no poder entendernos”. Talmente es lo que les pasa, y les hace sufrir, a los amantes que padecen el síndrome de Asperger, y lo que en verdad nos pasa, y nos hace sufrir, a los amantes y futuristas que padecemos el síndrome de la Normalidad. Pero a pesar de no ser competentes, debemos seguir intentándolo, pues es mejor no poder evitar ser un incompetente al tratar de acercarse al otro o a lo otro, como hacen desesperadamente los Asperger en la película, que correr el riesgo de acabar locos o suicidas creyendo que todos esos desvelos no van con nuestra supuesta competencjia en la Normalidad de la vida que vivimos. Imaginando que el amor y el futuro son nuestros, no porque seamos arrebatadamente románticos, sino que nos los merecemos porque somos irresistiblemente normales.