UN DURWAN DE VERDAD
Es un cuento sobre la verdad de las mentiras. Sobre lo que estamos dispuestos a creer y sobre lo que no. Sobre nuestro infantil deseo de que nos engañen con una cuchufleta. Sobre el queremos saber por qué nos pasa lo que nos pasa sin que nos digan de verdad lo que nos pasa. Sobre el desprecio con que reaccionamos contra quien nos ha estado contando y, de repente, nos hemos cansado de él. Sobre nuestra incapacidad de escuchar nada que no sean nuestras propias mentiras. Sobre nuestra capacidad para traicionar todo lo que se mueve con tal de que nos sigan contando las mentiras que queremos oír, con tal de mantener alto el deseo de que nos engañen una vez más. Mentiras como puños como si fueran verdades absolutas. Para ello cambiamos de Narrador cuando haga falta, es decir, vendemos a nuestra madre, la primera e insustituible Narradora, esa que nos dio la vida, nos enseñó a andar y nos puso en contacto con las primeras palabras de esa vida que comenzaba su andadura. Es decir, traicionamos el sentido fundacional de aquellas primeras palabras, dando pábulo a la promesa de las palabras nuevas que anuncian un futuro inexistente. Rompemos la cadena de significación del lenguaje que hemos heredado (perdón por la pedantería), dejándonos llevar por las palabras del primer vendedor de crecepelo que se cruza en nuestro camino. Así es nuestro pertinaz carácter que determina nuestro avieso destino.
¿Es cierto lo que dice Boori Ma? ¿Quien lo puede saber? Nadie ¿Es verdadero lo que dice Boori Ma? ¿Quién lo puede saber? La voz narradora que nos cuenta sus peripecias. ¿A quien le importa lo que nos cuenta de Boori Ma? A mi, como lector, que he hecho el esfuerzo de entrar en el texto y buscar allí un hueco para tratar de escucharla y entenderla. Y al señor Chatterjee que "no había bajado de su balcón ni abierto un periódico desde la Independencia, pero a pesar de eso, o quizá precisamente por eso, sus opiniones siempre eran tenidas en gran consideración. Repetía como un estribillo que "Boori Ma miente más que habla, pero es una víctima de los nuevos tiempos".
Con su actitud y sus palabras el señor Chatterjee diece lo que han dicho simple los inquisidores, que las novelas y los cuentos todos ellos mienten ofreciendo una visión falaz de la vida. Con su actitud y sus palabras la voz narradora de este cuento les da la razón al señor Chatterjee y a los inquisidores del mundo en lo de que las novelas y cuentos mienten, pero no en que lo que hagan ofreciendo una visión falaz de la vida. Aquí los grandes y perniciosos mentirosos son el señor Chatterjee y los inquisidores del mundo. Peor aún, no solo mienten sino que imponen su mentira por imperativo de los nuevos tiempos, aprovechando que su opinión es siempre muy tenida en cuenta. Es decir, que la verdad del inquisidor Chatterjee, que no se ha movido del balcón de su casa, es más convincente que la mentira de Boori Ma, que ha experimentado todo tipo de goces y penalidades a los largo de su vida. La traición de la que hablaba al principio se ha consumado entre los vecinos del inmueble. Yo, como lector, que he estado a su lado, doy fe de que se han equivocado. Se han dejado llevar, como en tantas ocasiones, por la estulticia narrativa del señor Chatterjee traicionando la brillantez de Boori Ma, de la que ellos mismos reconocieron que era una estupenda narradora, y lo importante que eso era para sus vidas cotidianas. Todo a cambio de lo que el señor Chatterjee "Finalmente dijo: Boori Ma miente más que habla. Pero eso no es nada nuevo. Lo nuevo es la fachada de este edificio. Lo que necesita un edificio como éste es un durwan de verdad".