viernes, 16 de junio de 2017

EL ESPÍRITU FAÚSTICO ACTUAL

Hoy es habitual convivir con quien, entrado ya en una edad provecta, vuelve a la minoría de edad sin solución de continuidad y, lo peor, sin sentimiento de culpa. Luce ese tipo de rigosidad, rebozada en una falsa fogosidad de tener de nuevo veinte años, aprovechando el impulso, o poniéndose al rebufo, de los que realmente los tienen. Grita y hace aspavientos como intentando que te creas que lo entiende todo y, al mismo tiempo, que el mundo solo cuenta desde el día de su nacimiento. El padre Adán. Y como buen padre dice que se preocupa por el porvenir de sus hijos y nietos, como si fuera un vendedor de futuro. Cuando en verdad ya no se acuerda, a base de no querer o necesitar recordar, de como era él cuando entonces. No siendo consciente del daño que con esa amnesia voluntaria se infringe, e infringe a los que están a su lado. Le dices que el futuro se acabó, que ya no hay futuro, y se le ve que cierra el puño para evitar que se encuentre con tu cara. Tipos como él, y antes que él, se lo comieron o lo malgastaron. Hubo un tiempo en que todo era futuro, ahora solo nos queda el pasado. También para los de veinte, eso es lo que tienen que aprender, eso es lo les deberías enseñarles a tus nietos, le digo. Veo que el puño se levanta, pero no se decide aún. La hipocresía que destila la falsa civilidad. Quiere sentirse a sí mismo, exigirle vitalidad a la vida que se le acaba, en fin, quiere parar el tiempo. O quiere cambiar de tiempo. Vaya usted a saber. Nada que objetar al respecto, cada cual se enfrenta a la muerte como puede o como le dejan. Unicamente dos objeciones. Una, respecto al campo donde despliega toda está energía: la política, mejor dicho, la política de los profesionales del poder, que no tiene nada que ver con la política tal y como leemos, pongamos, en los textos de Aristóteles. La política, diría el estagirita, como el arte de lo posible dentro de lo que nos es común no se merece que un senior la trate así. Lo que nos diferencia, continuaría el griego, tiene su campo de acción en la ficción creativa. Dos, que no utilice nunca retrovisor en el despliegue de sus andanzas y palabrería de caballero andante de tan triste figura. Y que, en lugar de gritar y fanfarronear, no respires el aire de las ideas que has escuchado y escuchas, que sería el testamento que deberías dejar al mundo y a tus nietos. Muy al contrario, vive sumergido en la velocidad de los twits de 140 caracteres. Como los de veinte, ha vendido su alma y su inteligencia al diablo escondido en las entrañas de un smartphone. Si te preocupa lo que ha de venir, le digo, tú y tus nietos tenéis el mismo futuro que los caballos o los bueyes, cuando fueron sustituidos por los coches y los tractores. El mundo está mal hecho, cierto, pero tú deberías enseñar a tus nietos que es hora de que corrijamos la manera como se encarna esa deformación en cada uno de nosotros mismos, enfrentándonos, de paso, al desquiciamiento que eso nos produce. Lo que te quiero decir, y que a tu edad deberías saber, es que, en contra de nuestros anhelos juveniles de perfección, la verdad es que solo estamos hechos de correcciones.