SEXY
Las palabras de la literatura no sirven para nada pero te pueden cambiar la vida, cuyas palabras valen lo mismo para un roto que para un descosido, por eso no cambian nada. Lo que le ocurre a Miranda y los otros protagonistas en este cuento pertenece enteramente a su ámbito narrativo, por mucho que el lector tenga la tentación de hacer una traslación mecánica al ámbito de la vida, dado lo habitual que es encontrarse aquí casos similares a los que protagonizan en el cuento. Es un cuento de ficción en el que se representa, por decirlo así, como la literatura te puede cambiar la vida. O dicho de otra manera, en que medida y hasta que punto lo es de forma inadvertida, la literatura vive en la vida, y al revés.
Una manera de combatir aquella tentación sea tomar conciencia de la manifiesta contradicción que nos abraza entre, por un lado, la imposibilidad se hablar de nosotros mismos de una forma satisfactoria, también para quien escucha, y, por otro, la absoluta necesidad de hacerlo. Ello induce a sospechar una cierta complejidad y tozudez en el asunto, ante las que no son competentes, a mi entender, las palabras de la vida y su chusco valor de cambio, que antes he mencionado, moviéndose como lo hacen, como si fuéramos unos vulgares trileros, ora entre rotos ora entre descosidos. Por lo tanto, nunca podremos entender los asuntos de la vida con las palabras de la vida, es decir, de una forma directa o frontal. Solo nos queda la forma indirecta, la de las palabras de la literatura, esas que no sirven para nada pero te pueden cambiar la vida, que no significa otra cosa que tratar de llegar a entenderla en toda su amplitud y complejidad.
"Sexy significa enamorarse de alguien que no conoces". Es lo que le responde Rohin a Miranda, pidiéndole que le guarde su secreto.
"Es lo que hizo mi padre - continuó Rohin -. Se sentó al lado de una chica que no conocía, una chica sexy, y ahora está enamorado de ella y no de mi madre". La ambigüedad de la respuesta para el lector y la protagonista adultos, aunque sea literal para el niño, coloca a la frase por méritos propios, en el campo de la ficción o de la literatura. Y hace que, de repente, Miranda entienda - al mismo tiempo que el lector- lo que le está pasando, el lugar que ocupa, en su relación con Dev, casado como el padre de Rohin, y que también le dijo sexy bajo la esfera del Maparium de la ciudad de Boston. Entonces se excitó al oír las palabras de Dev, digamos, de la vida. Ahora, al escuchar las palabras de Rohin, digamos, de la literatura, el efecto ha sido muy otro, Miranda se quedó petrificada.
La única tregua que nos concede la vida es que, a partir de cierta edad, nos hace creer que sabemos las cosas que tienen importancia y las que no, con lo que evitamos como sea autoanalizarnos públicamente. Sin embargo, para la literatura las cosas comienzan precisamente ahí, cogiendo el testigo de ese sujeto que se cree que ya lo sabe todo e invitándolo a entrar en el amplio territorio de su ignorancia que, aunque le parezca increíble, tiende a infinito.