¿O es al revés? El reto consiste en ser capaz de reconocerse, como lector o lectora de la novela "Mujeres con hombres", frases del narrador como: "Ella le atraía de una modo sorprendente, pero no físicamente".
O en estas preguntas que se hace el bueno de Austin, y que también nos muestra su narrador, al que parece haber contratado para que nos cuenta su vida: "¿Qué es lo que uno anhela en el mundo? ¿Qué lo que uno anhela más en el mundo, cuando ya ha experimentado mucho, ha sufrido algo, ha perseverado, ha intentado hacer el bien cuando el bien se hallaba a su alcance? ¿Qué es lo que esta experiencia nos enseña, qué provecho sacamos de ella? Que la memoria del dolor, pensó, Austin, se va acumulando y va cargando un gran peso - un peso aleccionador - sobre el presente, y que lo que uno ha de descubrir es lo siguiente: la consecución, entre seres humanos y en circunstancias normales , de aquello que es posible aunque también valioso y deseable".
O en el hermoso pero estremecedor diálogo que protagonizan Charley Matthews y Helen Carmichael:
"- Bueno, entonces ¿qué lo que sientes? - dijo ella -. Por mí, me refiero.
- Te amo - dijo Matthews -. Eso es lo que siento.
- Oh, no saques eso ahora - dijo Helen. Matthews la sintió flaquear, como si lo que acababa de oír fuera una suerte de insulto -. Piensa en otra cosa. Piensa en algo mejor. Lo que has dicho no entraba en nuestro trato.
- Entonces no sé que decirte- dijo Matthews, y era verdad.
- Bien, entonces no me digas nada - dijo Helen -. Comparte conmigo, en silencio, los momentos felices. Deja las palabras al margen.
- Se supone que soy bueno con ellas.
- Lo sé - dijo Helen, sonriendo sin demasiado entusiasmo".
No se puede ser bueno en todo siempre, supongo.
O este otro momento en el que el narrador nos muestra: "Helen dominaba la vida, apartaba a un lado los intereses ajenos y visualizaba con claridad los propios, y presuponía que los de Matthews eran los mismos que los suyos".
Si fuéramos capaces, repito, de ir reconociéndonos en estas frases o en otras similares, y en los universos mentales y físicos que sugieren, que en los relatos de Ford hay a mansalva, cada lector y lectora a su ritmo y manera, con sus palabras y sus imágenes, con sus dudas e interrogantes, el encuentro en ese otro mundo que es la literatura dejaría de ser impensable. Y comenzaría a hacerse posible. Pues ya sabemos lo que podemos esperar de esos mismos hombres y mujeres, y de todos los demás, fuera de la literatura y en el mejor de los casos: que la vida que conocemos nos la hagamos lo más soportable posible, pudiendo hacer lo que sabemos hacer bien. Eso que los antiguos llamaban, sin aspavientos ni propaganda, la felicidad. Teniendo en cuenta, valga la paradoja, que ese maravilloso artificio narrativo que llamamos amor no es algo que esta vida nuestra se pueda permitir el lujo de ignorar, sin percibir como las grietas de su deterioro se agrandan. O de otra manera, como dijo Goethe "sobre las rosas se puede poetizar, tratándose de patatas hay que comer".