Como poseedor de un método, o incluso del Método, te gustaría que la realidad se comportara en todo momento de una única manera, la que preconiza tu método, pues así se vuelve más sencilla a la hora de abordarla. Sea por ello que muchos de los relatos se publiciten hoy bajo el rótulo de "basado en hechos reales". Los predicadores han descubierto un filón en este deseo de realidad - mejor dicho, en el deseo de apropiarnos de la realidad, creyendo así que nos apropiamos de la verdad - y no están dispuestos a desaprovechar la ocasión. Sin embargo algo no acaba de cuadrar del todo. Como si tu método no acabara de disciplinar, o mantener a raya, del todo, a los problemas que te surgen. Pues, bajando el ojo y la nariz a lo concreto, también te gustaría - es lo que tiene la infinitud del deseo, que acaba haciéndose indistinta e insustancial - que las cosas y los seres que te rodean tuvieran una única manera de ser posible, investidos del carácter de necesidad, de causa y efecto, y que ello fuera avalado por tu manera de verlos y de sentirlos. Por tu método.
Pero lo cierto es que con lo que tienes que tratar, y con quien tienes que tratar son cosas y seres contingentes, oscuros, huidizos, siempre inaprensibles, los cuales te desconciertan y, en no pocas ocasiones, te torturan. Esas cosas y esos seres se comportan de manera diferente, cambiante, nada congruente, ni con la necesidad que quisieras, por lo que te someten de forma constante a paradojas y contradicciones no previstas. Por así decirlo, tu tienes tu método y los otros y sus cosas te ofrecen el suyo, que a ti te llega, como no podía ser de otra manera, en forma de algo incomprensible, de misterio. A lo que tu contraatacas con las últimas palabras de tu método, que deseas que sean también las ultimas palabras frente a los demás métodos: ¡yo sé que tengo la Razón!, esa última frontera a la que no estás dispuesto a renunciar. Dominio y apropiación. Esto te pasa con todas las cosas y seres que te encuentras en el deambular de la vida y que te cuesta tanto aceptar. Es más, prefieres no aceptarlo y, a continuación, deseas, de forma inconfesable, engañarlos y autoengañarte. Convertirlos a tu método. Dominio, apropiacion y su perversión inevitable, la banalidad del mal. A eso tú lo llamas la buena vida, que no es lo mismo que la vida buena. Convengamos que más que desaparecer con el giro de la conciencia que he mencionado en anteriores entradas, el misterio se ha desplazado hacia un lugar inopinado. El otro. De compartir todos los seres humanos el mismo misterio en la cosmovisón medieval, Dios, en la cosmovisón moderna de la conciencia el otro, fuera del método de cada uno, se ha convertido en un misterio insondable y, como consecuencia en una época que no admite los misterios, en un sospechoso habitual.
De qué seamos capaces al ponernos delante de ese misterio moderno, es lo que trataremos de descubrir con el trabajo de "Leamos viendo en otro", que tiene una clara vocación performativa: quiere hacer con su decir. Pues "Leamos viendo en otro" crea sus propios lectores, nos creamos al leer en compañía, lo que establece una clara diferencia con respecto a la acción lectora periodística y académica, en las que los lectores suelen estar ya hechos. La forma en que nosotros consigamos conjugar, articular, fusionar o asociar el misterio y la ambigüedad de las cosas y los seres que habitan la realidad es lo que llamaremos conocimiento. No entendido como instrumento que nos de la seguridad que anhelamos y el dominio sobre las cosas y los seres que nos rodean, sino que es más semejante a un camino que nos acerca a comprobar que estamos en el mundo para saber por qué estamos en él, entre las cosas y los otros seres. A eso es a lo que se quiere dedicar "LEAMOS VIENDO EN OTRO". Lo cual no es lo mismo que decir leamos viendo a otro, o a través de otro, que es lo propio de la lectura y la comunicación en internet y las redes sociales. "Leamos viendo en otro" - si quieres llámalo club de lectura o tertulia literaria y ves que pasa - ofrece, muy al contrario, un espacio en el que sea posible ese tipo de conocimiento antes mencionado, mediante la lectura y la escritura. Es decir, un espacio en el cual sea posible que esa diversidad de las cosas y los seres, esas formas diferentes con que nos tenemos que enfrentar, en fin, ese misterio de los otros, pueda ser asumido, entendido y soportado por la vida de los que en este espacio decidan entrar. Un espacio donde puedas conocer y reconocer, sin pensar al mismo tiempo en suicidarte, que en última instancia el Otro puede que tenga razón. Seas bienvenido.