jueves, 20 de abril de 2017

EL GIRO LINGÜÍSTICO

¿Será la lectura compartida en un club de lectura la que haga claudicar al lector autosuficiente ante el asombro de lo que no ha sabido y hubiera debido saber que ocurría? Por ejemplo, que sus "heridas" no son únicamente suyas y para siempre, y las de los demás no se encuentran en un mundo alternativo como el de la series televisivas o el que nos muestran los informativos. A lo que se opone el lector autosuficiente es al hecho de tener que aceptar que el relato que tiene entre las manos le rompa o le haga añicos, según los casos, su relato lineal autobiográfico, con su estrategia acumulativa, progresiva y en constante demanda de comprobación y aceptación propia. Pues tenerlo entre las manos no quiere decir que el relato sea de su propiedad, ya que le ofrece un tipo de conocimiento y, por tanto, de experiencia que procede de otros estados de conciencia. Lo que le obliga a hacer un desvío o giro lingüístico respecto a la forma de pensar y de hablar a la que está acostumbrado, la cual forma parte del estado de conciencia en que se encuentra instalado. 

Para entendernos, un relato (novela o cuento) es una visión similar, o de parecido rango, a la que tenían los antiguos cuando miraban llenos de perplejidad el mundo exterior desconocido. Construido con palabras sensibles la procedencia del estado de la conciencia de quien las usa, el Narrador, no puede ser la misma que la de las palabras instrumentales que utiliza el mismo lector desde su estado de conciencia habitual, que es el dominante en la sociedad donde vive. No solo el Narrador es alguien a quien el autosuficiente no conoce de nada, sino que, a diferencia de cualquier desconocido de carne y hueso que le presenten, su estado de conciencia procede de un ámbito también desconocido que es al que lo invita a entrar y a participar. Las preguntas respecto a las primeras palabras que el autosuficiente escucha al recién conocido: quién las dice, a quién se le dicen y para qué las dice, no tienen la misma intensidad e intencionalidad si con quién habla el autosuficiente es una persona como él o es un personaje construido sólo con palabras sensibles. Aunque ahora que lo pienso, tanto en un caso como en otro, lo más normal es que no se pregunte nada. Para que engañarte, el lector autosuficiente, encerrado hoy más que nunca en la burbuja o el estado habitual de su conciencia de matriz exclusivamente tecnológica, elige las palabras de sus interlocutores según su propia conveniencia, y no necesita hacerse aquellas preguntas. Ni, por tanto, se imagina el desvío o giro lingüístico necesario que debe hacer para poder acceder a ellas. Para el lector autosuficiente la representación de la realidad y la realidad son la misma cosa. No hay distancia, ¿con respecto a quién la podría tener? Ni desvío o giro lingüístico, ¿para oír a quien que no fuera el mismo? 

Sea como fuere, la pregunta inicial de este escrito sigue en alto, y a la espera. Pues las "heridas" que padece el lector autosuficiente no se le van a curar dejando de perseguir la contigüidad y la coherencia en el tiempo adulto que le corresponde vivir. Hace tiempo que ya no es un niño. No le valdrá sólo con cambiar de coche o de pareja o de amigos o de trabajo. Tendrá que enfrentarse a otros desvíos o giros. Va tener que hacer desvíos y giros en su forma de pensar y hablar. No hay mundo que aguante a tantos niños piando al mismo tiempo que las bicicletas se arreglan solas. No nacemos solos, ni morimos solos, ni nos consolamos solos. Si no hace el desvío o el giro en su forma de pensar y de hablar, si no cambia el estado de su conciencia, es decir, si no renueva su capacidad de asombro ante lo que no entiende y que, lo consiga o no, debe esforzarse por entender, vendrán los tipos duros y lo harán por él. El mundo será más inhabitable entonces. Este mundo occidental en el que vivimos, hablamos y pensamos está construido, desde su origen, fundamentalmente con palabras instrumentales (visibles) y sensibles (ocultas). Son las primeras las que nos hieren y las segundas las que nos sanan. No podemos prescindir de ninguna de ellas. Pero si debemos aprender a esquivar oportunamente las palabras instrumentales y a buscar con ahínco y sin descanso las palabras sensibles. Eso es todo y de eso se trata.