sábado, 10 de septiembre de 2016

LOS MIEDOS QUE DAN RISA

El otro día entró en la biblioteca una joven lectora, 16 años, y me pidió que le mostrase donde se encontraban los libros de miedo. Yo le respondí que de cuanto miedo los quería, y le dibujé la cantidad mediante una abertura sucesiva y más amplia de mis brazos: así de miedo, o así, o así, o así. Ella, con buen sentido del humor, me siguió la corriente y me contestó: todos eso más así tres veces, y, a su vez, extendió sus brazos todo lo que le dieron de sí. Ya fuera de bromas, le señalé dos o tres títulos y escogió uno que le pareció que podría ser del máximo miedo. Días después vino a devolver el libro y le pregunté que le había parecido. Me respondió que se había partido de la risa. No le dije que mirase asiduamente los telediarios o se fijase con atención a su alrededor, si quería tratar de verdad cara a cara con el miedo o el terror, por miedo, a su vez, a infringir la legalidad vigente.