viernes, 16 de septiembre de 2016

ESCUCHA ESTO, de Alex Ross

Les dejo el comentario que Javier Fernández de Castro ha hecho sobre su lectura de un libro de Alex Ross, ya que me parece de interés para escribir sobre lo que se lee, sobre lo que se mira, sobre lo que se oye, sobre lo que se toca,...En fin, escribir con todos los sentidos. Escribir con la mirada amplia.

"ESCUCHA ESTO", de Alex Ross; ed. Seix Barral
por Javier Fernández de Castro

Lo ha vuelto a hacer. En 2009 Alex Ross pilló desprevenido a todo el mundo con El ruido eterno, aunque al final se produjo una reacción y 50.000 personas o más llegaron a tiempo para comprar el libro antes de que desapareciese de las librerías. Ahora, con "Escucha esto", vuelve a la carga y lo avisa en la primera línea del prólogo: "Escribir sobre música no es esencialmente difícil". Y tras una afirmación así de fresca pasa a reducir a escombros a quien tuvo la ocurrencia de decir: "Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura". 


En el fondo Alex Ross está planteando una cuestión que ha creado dos bandos hasta la fecha irreconciliables.


1. Para unos sólo se puede hablar de música (y, ya que estamos, del arte en general) en términos técnicos, pues todo lo que no sea una mera descripción milimétrica de puro objetiva es como ponerse a bailar sobre arquitectura.


2. El bando contrario sostiene en cambio que el arte es un continuo (poiesis) y que gracias a ello se puede pasar de un sistema de expresión a otro sin traicionar la naturaleza del soporte de salida (en este caso el lenguaje escrito o hablado) ni tampoco el de destino (una pieza de Mozart sobre la que queramos hablar, por poner un ejemplo). La deseable síntesis sería que el arte, siendo en esencia singular, fuese al mismo tiempo plural, pues en ese caso una pieza sería ella misma y, debido a la posibilidad de traducir sin traicionar, sería al mismo tiempo todas las piezas, ya sean pintura, arquitectura, música o danza. Llevando las cosas a su extremo, la descripción creativa e imaginativa de una pieza musical debería tener tanta legitimidad como la pieza misma.


Vale decir de entrada que Alex Ross (faltaría más) no ha resuelto el enigma, pero "Escucha esto", como ocurría con el "El ruido eterno", es lo más cerca que puede arrimarse a la música un profano para el que el lenguaje técnico es incomprensible. Y de ahí que el intento sea fascinante. Alex Ross reúne todas las cualidades que se requieren para enganchar de entrada a un lector y no soltarlo hasta el final: sabe de lo que habla porque aparte de ganarse la vida hablando de música lleva viviéndola desde niño; tiene una mano ágil para no pasarse con los tecnicismos más allá de lo estrictamente necesario, y en todo momento, hable de lo que hable, transmite un entusiasmo tan contagioso y dinámico que los lectores (50.000 solo en España, que ya tiene mérito) le siguen sin vacilar por unos zigzags que cuentan, por ejemplo, la evolución de la chacona desde aquellos tiempos en que a Felipe II y sus consejeros les parecía una musiquilla pecaminosa hasta el momento en que Led Zeppelin la recupera a su manera. Pero la cosa también puede empezar con la media áurea de Mozart para luego pasar a las andanzas de Radiohead, las curiosas costumbres creativas del director escandinavo Esa-Pekkonen Solonen o la grandeza de Schubert para luego pasar a Björ, la situación de la música clásica en China (alucinante) y da igual qué, si Ross siempre se las apaña para ser entretenido y, sobre todo, instructivo. 


Obviamente, y por mucha habilidad que tengas para no meterte en líos innecesarios, resulta imposible hablar de Verdi, Schubert o John Cage sin hacer referencias no exclusivamente encomiásticas, pero justamente para eso está Internet. En el libro se da una dirección en la que se pueden escuchar, capítulo a capítulo, los ejemplos que ilustran las explicaciones puramente técnicas. Y acabas el libro sin saber música, pero en cambio puedes hacerte una idea de a qué se refiere Ross cuando dice que "John Paul Jones confirió a la línea de bajo un sonido adusto, organístico: el riff del blues del Delta monumentalizado".


Aparte del entusiasmo que le pone a todo lo que toca, el estilo zigzagueante de Alex Ross puede tener otra ventaja: si alguno de los ejemplos escuchados llama la atención, siempre se puede ir a YouTube y escoger entre las docenas de piezas que allí se ofrecen. Y en algunos casos (pongo por ejemplo el de dos intérpretes no universalmente conocidos, como son el director Esa-Pekka Salonen o la soprano Lorraine Hunt Lieberson), se aconseja ir directamente a YouTube y, una vez refrescada la memoria, volver a ver lo que dice de ellos Ross. Ya digo que es un libro muy didáctico.