viernes, 15 de abril de 2016

VIDA, EXPERIENCIA Y LITERATURA, A PROPÓSITO DE LA LECTURA DE "MARTIN EDEN"

¿Qué es la vida?
Si nos ponemos mecanicistas: espacio es igual a velocidad por tiempo. Si nos ponemos cuánticos: energía es igual a masa por la velocidad de la luz al cuadrado. Si nos metemos en una guardería, por aquello de que leer - como ya he dicho en otros escritos - es leer como un niño, por aquello de que solo comenzamos a leer cuando no sabemos nada (como un niño), si la vemos desde una guardería, digo, la vida - eso que observado desde afuera llamamos realidad objetiva - no es otra cosa, si nos fijamos con atención, que materia plástica, plastilina, algo que esta esperando que alguien o algo le dé forma. Plastilina, ¡qué imagen!, me quedo con ella. Fuera de los laboratorios no hay realidad objetiva, solo existe quien mira la plastilina y le da forma con su mirada. Solo existen los límites de esa forma, que acaban donde empiezan los de los otros que miran. Fuera de los laboratorios solo existe una realidad, la que constituyen los encuentros y encontronazos constantes entre esas dos miradas incompletas e insuficientes. Dentro de los laboratorios..., ¿quien quiere ser objeto de análisis en manos de un técnico especializado de laboratorio? ¿Para qué?

¿Qué es la experiencia?
Lo que hacemos con la vida, mejor dicho, lo que hacemos con lo que la vida hace con nosotros. No he construido un galimatías. No lo es. La vida es mucho mas grande que cada uno de nosotros. Aunque siempre tengamos el Yo en la boca. Porque Yo...La experiencia es un almacén donde se amontona todo eso. Es una almacén de cosas sentidas (unas mas otras menos), cosas sentidas por nosotros y por los otros en su momento, que con la maceración de los años da el vino de los buenos y los malos sentimientos, que es de lo que primordialmente estamos hechos. La experiencia es la primera forma que le damos a la plastilina. Una primera forma, todavía en bruto, pero, al fin y al cabo una forma, que todo el mundo alberga en sus adentros (como dice la Piquer), y que no puede ser falsa, porque es lo que le hace latir los pulsos.

¿Qué es la literatura?
Es la voz de alguien que no tiene suficiente con esa primera forma en bruto y decide ensanchar su perspectiva, mirar mas allá. Esa voz narradora es una segunda forma, ya mas refinada y estilizada (mas poética decimos), que se ofrece (diálogo) a la primera forma de todos los demás (lectores). Es decir, se ofrece a sus experiencias, para que hagan igualmente ese viaje a donde se ve de otra manera, para que cada uno adquiera, también, su segunda forma. Una segunda forma, que a diferencia de la primera, que era indiferenciada, otorga a quien la obtiene la vitola de lo único e irrepetible. Otorga un halo de indudable excelencia a su humanidad.

¿Cómo se pone en contacto todo esto?
A través de los pasadizos de ida y vuelta que las personas abrimos entre nuestra vida y nuestra experiencia, y los lectores entre nuestra experiencia y la literatura.

En el caso de los primeros, dado que el trato con la vida se acumula en el almacén de nuestra experiencia (los éxitos y los fracasos, lo que quiero ser, lo que soy y lo que no seré nunca, lo que me pasa y lo que le ha pasado al otro, lo que he leído, lo que me habría gustado leer y las lecturas ajenas, lo que entiendo y lo que no entenderé jamás, lo que veo y lo que no alcanzo a escrutar,...), a las personas solo nos debe preocupar que los pasadizos entre nuestra vida y nuestra experiencia estén siempre abiertos y expeditos. Si abrimos el tapón de la experiencia (disco verde), se ponen en marcha nuestros sentimientos, ergo, sentimos, tenemos la posibilidad de captar las formas sensibles (poéticas) que se nos ofrezcan. Si cerramos el tapón de los sentimientos (disco rojo), miramos, para entendernos, con esa cara que ponen las vacas cuando pasa un tren a su lado.

Lo que deben circular por los segundos pasadizos, los que comunican la experiencia del lector con la voz del narrador (literatura), son las preguntas con las que el lector convive en su experiencia y mediante las que quiere dialogar con la voz narradora. Son esas preguntas que, como si fueran machetes, permitirán al lector abrirse camino en la selva de las palabras, mejor dicho, en el trato con el significado de las palabras que leemos. Son esas preguntas que le dirán al lector cuales son las lecturas necesarias y cuales las prescindibles. Son esas preguntas con las que decidiremos mirar la vida de frente, porque lo que leemos va en serio. Son esas preguntas, en fin, que nos permitirán dilucidar, al leer, si el amor a Ruth Morse es como lo imagina Martin Eden, o se parece más a un agujero negro, como lo imagina la madre de Ruth Morse. O si ese amor, cualquier amor, es algo más sombrío, donde su pasión va acompañada de niebla. Algo que oculta lo mismo que revela. Que da y niega. Un amor que, como todos los amores verdaderos, va acompañado de dolor, resentimiento y furia. Una amor que empieza y se puede acabar, la mayoría de la veces de forma nada espectacular, ni clara ni distinta. Son esas preguntas que nos ayudarán a discernir y decidir, un día o ninguno, entre nuestro amor incondicional a los libros (los libros de nuestros sueños) y la lectura absolutamente condicionada por la voz narradora (los libros de nuestra vida).