miércoles, 27 de abril de 2016

DESPUÉS DE LA TORMENTA VIENE LO QUE DA QUE PENSAR

Al final mandó en mi lectura de "La tormenta de hielo" ese mínimo necesario de atención y concentración que debía de tener sobre un relato, cuyo narrador no me lo había puesto fácil. Me lo sirvió exento de piedad alguna, cierto, pero acariciado por un par de guantes de seda (el primer párrafo y el último) colmados de humor e ironía, que no podían evitar que al acabar la lectura todo respirase benevolencia y compasión. Pero para llegar hasta ahí tenía que atravesar, y sobrevivir,  una dura tormenta lingüistica que lo helaba todo. Y yo vivo en latitudes mas benignas donde me gusta que me traten con palabras de terciopelo. Ahí había que poner todo el esfuerzo de la lectura, en lucha feroz contra semejante ventisca. Soy un tipo del medio, ni de muy arriba ni de muy abajo, que me gusta hablar sin estridencias y que no me molestan los bocazas, donde mi deseo y mi realidad juegan su discreta y permanente partida inacabada e inacabable. Yo creo que lo que llamamos clase media es un precipitado inevitable sobre el presente de las violentas y criminales relaciones, de momento afortunadamente exhaustas, que tuvieron nuestros parientes en el pasado. Somos los del medio y del medio porque mas vale que no seamos otra cosa ni de otro sitio, ya que si nos salimos de los carriles de esa medianía con toda seguridad volveríamos a las andadas de nuestros ancestros. Nada mas hay que repasar nuestra historia europea para corroborar lo que digo. Pero eso es otra novela.